Biden promete «seguir hasta el final» pese a las presiones internas para que se retire

Enjuto y apagado, Joe Biden está viendo como los pilares que le llevaron a la presidencia, los que le permitieron vencer a Donald Trump en las anteriores elecciones, se van desmoronando poco a poco. Tras su actuación en el debate de la CNN, distraído y despistado, los demócratas han encendido las alarmas sabiendo que deben actuar con urgencia, que la Casa Blanca está en juego.

Primero fue el New York Times, periódico antitrumpiano por excelencia, el que emitió un editorial pidiendo su cese, como un último acto de servicio hacia el país. En las filas del partido, los fieles se le van cayendo, las presiones para que se retire aumentan y el apoyo demócrata en el Congreso va menguando. Pero Biden, estoico y orgulloso, confía en sus posibilidades. Casi una semana después del debate, el presidente estadounidense no ha logrado borrar la fuerte impresión que dejaron esos 90 minutos en los que se trabó al hablar, tuvo la mirada perdida por momentos y llegó a perder el hilo de lo que decía.

En un claro desafío a las crecientes presiones dentro de su propio partido, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha asegurado que seguirá en la carrera por la reelección «hasta el final». Durante una videollamada con su equipo de campaña, Biden enfatizó: «Necesito vuestro apoyo más que nunca. No voy a desistir. Lucharemos hasta el final».

Acompañado por la vicepresidenta Kamala Harris, con quien compartió una videollamada tras un almuerzo conjunto, Biden intentó proyectar un mensaje de cohesión y determinación. Ambos líderes buscan acallar las voces internas que sugieren que Biden debería abandonar la contienda tras su desempeño en el debate del 27 de junio contra el exmandatario Donald Trump, donde mostró signos de agotamiento y tuvo dificultades para completar algunas oraciones.

En un esfuerzo por remontar la situación, la campaña ha organizado una serie de iniciativas, incluyendo conversaciones de Biden con los principales líderes demócratas del Congreso, como Chuck Schumer y Hakeem Jeffries. Además, se han programado eventos en Wisconsin y Pensilvania, así como una entrevista exclusiva con la cadena ABC.

Paralelamente, la Casa Blanca fue sede de una reunión con casi todos los 23 gobernadores demócratas, algunos en persona y otros virtualmente. Destacaron figuras como la gobernadora de Míchigan, Gretchen Whitmer, y el gobernador de California, Gavin Newsom, considerados posibles sucesores de Biden. La reunión fue organizada por el gobernador de Minnesota, Tim Walz, quien lidera la Asociación de Gobernadores Demócratas.

Algunos gobernadores aprovecharon la reunión para discutir abiertamente sobre la salud de Biden, mientras que otros, como Wes Moore de Maryland, mostraron su respaldo, afirmando que Biden no debería retirarse.

Sin embargo, el apoyo a Biden entre los congresistas demócratas se está erosionando. Jim Clyburn, influyente legislador de Carolina del Sur, sugirió una «mini-primaria» si Biden opta por retirarse, aunque dejó claro que Harris debería ser la sustituta.

Otros demócratas, como Raúl Grijalva de Arizona y Seth Moulton de Massachusetts, han sido más directos, pidiendo a Biden que se haga a un lado para permitir que otro demócrata enfrente a Trump.

Las encuestas recientes tras el debate pintan un panorama sombrío para Biden. Un sondeo del Wall Street Journal sugiere que Trump ganaría con un 48 % de los votos frente al 42 % de Biden. Una encuesta de The New York Times muestra que la ventaja de Trump ha aumentado, situándose en un 49 % frente al 43 % de Biden.

Con todo, el tiempo para decidir se va acabando y, mientras los demócratas dilucidan qué va a pasar con su partido, Trump va ganando fuerza y poder. El fallo del Supremo que le concedió la inmunidad parcial fue la última de sus victorias en unos últimos días que parecen aclarar su camino hacia Washington.