Francia se sitúa al borde de su peor incertidumbre política en casi medio siglo
La inestabilidad está garantizada, en mayor o menor medida, sea cual sea el escenario: mayoría improvisada de contrarios, absoluta de la Agrupación Nacional o, peor hipótesis, bloqueo institucional completo
Hay que remontarse a las elecciones legislativas de marzo de 1978 para encontrarse con un escenario tan incierto entre las dos vueltas.
Elecciones legislativas en Francia
Más de 220 candidatos se retiran de la segunda vuelta de las legislativas en Francia para evitar la victoria de sus adversarios
Entonces, el paro acababa de traspasar la barrera del millón de personas, la mayoría en el poder, –de centro derecha–, andaba a la gresca por la dura batalla que libraban entre ellos el presidente liberal Valéry Giscard d’Estaing y su ex primer ministro gaullista Jacques Chirac, mientras que la izquierda, de socialistas y comunista, pese a sus divisiones, sabía movilizarse y traspasarse los votos entre sus respectivos candidatos.
Algo igual podría suceder hoy, a tenor de lo que indican las últimos sondeos publicados: la paulatina reducción de la brecha entre entre la alianza circunstancial de la izquierda extrema con el centro macronista, con la colaboración de algunos sectores del decaído centro derecha, podría frustrar la mayoría absoluta de la Agrupación Nacional y, por ende, la llegada al palacio de Matignon, sede de la jefatura del Gobierno, del joven Jordan Bardella.
Cautela
Un escenario que aún no se ha producido. Baste recordar que cada encuesta publicada en Francia va acompañada, a modo de letra pequeña, de la siguiente advertencia: «la Commission des sondages [comisión oficial de observación demoscópica, no un instituto más], que hace un seguimiento sistemático de los sondeos, precisa que no tiene ningún control sobre las proyecciones de escaños. Subraya que dichas proyecciones han de tratarse con cautela».
Pero ese escenario podría producirse. Si fuera el caso, se trataría de una dulce derrota para Bardella y los suyos. A lo sumo, tendrían que armarse de una última dosis de paciencia. Como Mitterrand, tras el fracaso in extremis de 1978: tres años después, llegaba al Elíseo por la puerta grande. Aunque en este caso, la agraciada por el máximo honor sería Marine Le Pen, no Bardella.
Sea como fuere, la Francia política acaba de vivir su campaña electoral más atípica. Hace aún pocos meses, hubiera resultado inimaginable ver al veterano abogado Serge Klarsfeld, de 88 años, presidente de la Asociación de Hijos e Hijas de Deportados Judíos de Francia, el mismo que batalló para que fueran condenados por crímenes contra la humanidad Klaus Barbie y los altos cargos de Vichy, Paul Touvier y Maurice Papon, afirmar sin tapujos que votaría por un candidato de la Agrupación Nacional antes que por uno de la extrema izquierda cada vez más impregnada de antisemitismo.
Tampoco formaba parte de las previsiones más realistas contemplar como Emmanuel Macron y su primer ministro Gabriel Attal, ambos dechados de prepotencia política, se mostraban súbitamente dispuestos a renunciar a la reforma del subsidio de desempleo para complacer a la izquierda extrema; todo ello, después de haber optado por el passage en force para sacar adelante la reforma de las pensiones. Veremos si esta «danza del vientre» a socialistas, ecologistas y comunistas surte efecto.
Otro posible escenario, tal vez el más arriesgado, es el de la indefinición política
Otro posible escenario, tal vez el más arriesgado, es el de la indefinición política: la Agrupación Nacional se quedaría a las puertas de la mayoría absoluta, pero ni macronistas ni izquierdistas lograrían los escaños suficientes para conformar una mayoría alternativa. Francia entraría, entonces, en una inaudita -de acuerdo a los cánones de la V República- situación de inestabilidad política, pues la Constitución de la V República impide convocar nuevos comicios legislativos en el primer año posterior a una disolución.
Gobierno técnico
¿Podría un eventual Gobierno técnico enderezar la economía o representar una opción fiable de cara a la Unión Europea, o los conflictos de Ucrania y Gaza? Un Gobierno técnico, además, forma parte de la cultura política italiana, no de la gala. ¿Cabría, en la peor de las hipótesis, una dimisión anticipada de Macron para despejar, de la forma más tajante, una situación política emponzoñada?
Por último, no es descartable una mayoría absoluta de la Agrupación Nacional. Bardella en Matignon. Macron, debilitado en el Elíseo, pero disponiendo de mucha más experiencia. Choque institucional en perspectiva, pese a las buenas intenciones iniciales. mostradas por ambas partes. El suspense empezará a despejarse esta noche.