El desastroso legado de López Obrador: la violencia desatada y la economía en horas bajas

la inseguridad y el miedo campan a sus anchas en la nación hermana que, ahora más que nunca es rehén de la delincuencia. Desde que Andrés Manuel López Obrador (AMLO) llegó al poder el 1 de diciembre hasta la finalización el 1 de octubre de su sexenio (único por ley), ha supuesto el periodo político más violento en la historia moderna del país.

Su primera máxima fue que «se acabará la guerra» mientras se erigía como «el encargado de construir la paz». Las estadísticas no mienten y en los seis años en los que ha gobernado han tenido lugar casi 200.000 homicidios sangrientos, que ofrecen una media de más de 100 cada jornada.

Pese a una Sinaloa sitiada por el narcotráfico, AMLO continúa con sus mensajes, mezcla entre populistas y de un optimismo lacerante: «En seguridad, funcionó la estrategia de que la paz es fruto de la justicia». Muchos achacan que la violencia campe a sus anchas por la premisa a la que se acogió el de Tabasco para luchar contra el todopoderoso narcotráfico: «Abrazos, no balazos».

La economía tocada por el desasosiego

La próxima presidenta de México, Claudia Sheinbaum, recibe una economía tocada por la incertidumbre mientras un agresivo plan de reformas del saliente Andrés Manuel López Obrador amenaza con dañar su potencial de crecimiento.

Hay que tener en cuenta que más de la mitad de los ocupados en la nación hermana trabajan en la informalidad, mediante actividades de supervivencia, sin seguridad laboral, salario mínimo, seguro social, atención médica ni pensiones. El año pasado aumentaron en 700.000 personas los trabajadores en la clandestinidad lo que sitúa a 33 millones de mexicanos en el olvido del sistema.

Esto supone que la inmigración irregular en México alcanzara una cifra récord durante 2023, que representa un crecimiento del 77 % respecto a 2022 y del 132 % con respecto a 2020, de acuerdo con el boletín anual de estadísticas migratorias de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).

La frase con la que AMLO insistía en su eterna campaña es que «gobernaría para los pobres», pero durante su mandato México fue el quinto país más desigual del mundo, según el 'Informe sobre desigualdad global'.

Los diez mexicanos más acaudalados tienen una riqueza igual a la del 50 por ciento más pobre de la población (65 millones de personas). El 10 % concentra el 79 % de la riqueza y percibe el 60 % del total de los ingresos, mientras la mitad más pobre solo recibe entre el ocho y el 10 %.