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Ofri con su hija y sobrino Ariel, parte de la familia Bibas

Ofri con su hija y sobrino Ariel, parte de la familia BibasEl Debate

Los Bibas, una familia entera secuestrada en Gaza, símbolo del ataque terrorista del 7 de octubre

Sus allegados viven una angustiosa incertidumbre tras visualizar los desgarradores vídeos del violento rapto llevado a cabo por Hamás

Hoy 7 de octubre se cumple un año de la masacre perpetrada por la organización terrorista Hamás en el sur de Israel. Por lo que se lleva a cabo la conmemoración de la memoria por los 1.200 asesinados y los cientos de soldados caídos desde entonces en la guerra contra Hamás. Israel sigue sin poder recuperar a 101 secuestrados que están aún en la Franja de Gaza. Entre ellos, una familia entera: Shiri, Yarden Bibas y sus pequeños hijos Kfir y Ariel. Indudablemente uno de los grandes símbolos de aquel horror.

El vídeo del secuestro filmado por los propios terroristas en el kibutz Nir Oz espantó a los israelíes. Shiri aparecía con rostro de desesperación e impotencia, llevando en sus brazos, cubiertos con una manta blanca, a sus dos hijos. Rodeada de terroristas armados. Kfir tenía en ese momento solamente ocho meses y medio y Ariel, su hermanito mayor, cuatro años. El cabello pelirrojo de ambos sobresalía en la imagen. Por fracciones de segundos, parecía que Ariel miraba quizás tratando de entender lo incomprensible.

La familia Bibas al completo

La familia Bibas al completoEl Debate

Tiempo después fue publicado el video en el que se veía el secuestro por separado de Yarden, esposo de Shiri y padre de los niños, que por alguna razón fue llevado aparte. Aparece en una moto, con terroristas detrás y adelante suyo, sangrando en la cabeza y otras partes del cuerpo por los golpes que había recibido. Se aprecia a muchos palestinos más golpeándole, mientras su rostro tenía una evidente expresión de horror.

Los niños pelirrojos se convirtieron rápidamente en un símbolo. Por su corta edad, por los videos que la familia publicó de Ariel, admirador de Batman, corriendo disfrazado de su héroe por los caminos del kibutz. Además, de por el desgarrador video de Kfir, muy pequeñito, riendo con entusiasmo cuando su padre le besaba sonriente la espalda.

Incertidumbre total

«Eso es uno de los principales sentimientos que abrigo : incertidumbre , no sé qué pasa con mi familia, dónde está, si están vivos o muertos, si volveré a verlos», cuenta Ofri, hermana mayor de Yarden, en una rueda de prensa virtual con prensa internacional en la que participó El Debate.

«Este ultimo año lo peor para mí ha sido no saber», dice Ofrí. «No saber qué están pasado, si los están torturando, si tienen qué comer y beber. Cada vez que me hago un café de mañana, me doy una ducha o juego con mis hijos, cada vez que veo a mi hija de cinco años aprendiendo algo nuevo, el pensamiento que me viene inmediatamente a la mente es que ellos no pueden y que quizás hoy ni comieron. Si es que están vivos».

Ofri con su hermano Yarden y su padre Eli

Ofri con su hermano Yarden y su padre EliEl Debate

La familia está desgarrada y cada uno participa a su forma en la lucha por la concientización acerca de la necesidad de recuperar a todos los secuestrados. Los primos varones, como Tomer Keshet primo de Yarden y Jimmy Miller primo de Shiri, explican, se emocionan, insisten en los mensajes centrales. Ofri habla con voz pausada y transmite mensajes firmes. Ifat Zailer, prima de Shiri, habla y a menudo llora. Y le cuesta parar. Pero, las emociones los invaden a todos.

Ifat trata, de cara al primer aniversario del horror, de maniobrar entre la lucha por la liberación de los secuestrados, y la necesidad de honrar la memoria de sus tíos, los padres de Shiri, asesinados en Nir Oz. «Este 7 de octubre debemos detenernos por un día en este esfuerzo constante, para pensar en mis tíos adorados Yosi y Margit Silberman, y recordarlos. Yo lo haré, como sobrina».

Explica que a lo largo del último año casi no lo ha hecho «porque necesitaba toda la fuerza posible para mantenerme de pie y librar esta lucha para recuperar a nuestra familia, pero ahora quiero hablar de ellos». Y agrega: «Pero antes quiero decir que no puedo creer que hayamos llegado a este día, un año después, y ellos aún no están. No hay palabras para describir lo que sentimos porque parece que esto haya ocurrido hace cien años».

La voz se le quiebra y cuenta: «Mi tía Margit era joven, tenía sólo 63 años. El año pasado le diagnosticaron Parkinson. La enfermedad avanzó muy rápido. Aquel día, ella no tenía chance ninguna de correr y esconderse. Y mi tío Yosi, era un pintor maravilloso. Tenía 67 años, y también era pelirrojo. Amaba profundamente a sus nietos. Y a su esposa de la que no se apartaba ni un minuto. Estoy segura que aquel día horrendo, él podría haber corrido y escapado, pero optó por quedarse con ella. Su casa fue incendiada, ardió durante horas. Llevó dos semanas hallar y reconocer sus restos. Se los consideró desaparecidos al principio y luego secuestrados, porque se ubicó la señal de sus celulares en Gaza. Después entendimos que los terroristas los habían robado junto con muchas cosas más que se llevaron de su casa antes de prenderle fuego».

Al dolor indescriptible que toda esta situación inspira, se agrega un pensamiento duro, imaginar cuánto sufre Yarden, al que terroristas le dijeron ya meses atrás que su esposa y sus hijos estaban muertos. No hay ninguna confirmación oficial de ello, aunque es evidentemente una posibilidad. Pero él , si está vivo, piensa que esa es la realidad. «Él no sabe lo que nosotros sabemos, que quizás no sea cierto, y lo que cree es que perdió lo que más amaba en la vida».

Ahora, Ifat tiene un pedido: que se hable de Shiri, Yarden y sus pequeños hijos, que nadie los olvide, que se luche para devolverlos con vida a Israel, a su país, su pueblo, su comunidad y su familia.

«No somos gente de guerra y no celebramos la muerte», sostiene Ifat. «Pero lo que pasó el 7 de octubre fue una violación de todos nuestros derechos humanos. Eso no es luchar por Palestina. Eso es otra cosa», recalca.

En medio del dolor generalizado que embarga a toda la familia, Ofri vive una situación particular. Hace cuatro meses dio a luz y recuerda que su hermano Yarden ni alcanzó a enterarse que está embarazada. Quisiera ver a sus hijos con sus primos y recuerda el gran amor entre su hija mayor y Ariel, de la misma edad.

«Cada vez que me siento cansada, porque es fácil perder la esperanza o la fuerza en esta situación», dice Ifat, «pienso en mi tío y siento que me dice que siga luchando por su hija, por su yerno y sus nietos». Con un nudo en la garganta asegura: «Yosi me grita que no baje los brazos. Todos sentimos que fracasamos si ellos aún están en Gaza, pero debemos seguir luchando».

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