Harris destapa su doble discurso sobre las armas en una entrevista donde intenta defender su plan económico
La candidata a la presidencia intentó conciliar su imagen pro armas con un discurso ambiguo en temas como economía, inmigración y conflictos internacionales
Kamala Harris, actual vicepresidenta de Estados Unidos y candidata demócrata a la presidencia, ha mostrado en varias ocasiones una notable habilidad para esquivar preguntas difíciles y ofrecer respuestas a menudo poco claras en temas cruciales. Durante una reciente entrevista en el programa 60 Minutes de CBS, Harris intentó abordar asuntos de gran importancia para los votantes, como el control de armas, la economía y las políticas internacionales, pero sus declaraciones reflejan la falta de coherencia que ha caracterizado su mandato.
Harris, quien se ha presentado a menudo como una figura progresista, sorprendió al admitir nuevamente que es propietaria de una pistola Glock. En un momento en que el control de armas es un tema central para los votantes demócratas, la vicepresidenta parece estar jugando a dos bandas. Mientras afirma apoyar la Segunda Enmienda y el derecho a poseer armas, no ha tomado medidas decisivas para proteger ese derecho de manera consistente. A pesar de que el expresidente Donald Trump la acusa de querer restringir la tenencia de armas, Harris ha negado esto, dejando a los votantes sin una posición clara.
Con una sonrisa que muchos ven como evasiva, Harris confirmó haber utilizado su arma en campos de tiro, una anécdota que parece más orientada a apaciguar a un electorado moderado que a definir una postura firme. Al mismo tiempo, su partido promueve políticas de control de armas que podrían limitar el acceso de ciudadanos responsables a armamento, lo que pone en duda la sinceridad de su compromiso con la defensa del derecho constitucional a poseer armas.
En la entrevista, Harris también defendió su propuesta económica como «la mejor» opción para el país, destacando los logros de la administración Biden. Sin embargo, su afirmación de que «todos los indicadores macroeconómicos» apuntan a una economía próspera parece desconectada de la realidad que enfrentan millones de estadounidenses, que lidian con el aumento de los precios y una incertidumbre económica creciente.
Harris habló de su plan para reducir los precios de los alimentos y apoyar a las pequeñas empresas, pero no ofreció detalles claros sobre cómo lograría estos objetivos. En cuanto al alarmante déficit de 3.000 billones de dólares que afronta el país, su solución de aumentar los impuestos a los más ricos suena a una fórmula simplista que ignora el impacto que podría tener en la inversión y el crecimiento económico. Además, se refirió a sí misma como una «capitalista», un término que parece estar en conflicto con las políticas redistributivas que promueve.
Incómoda ante la política exterior
Harris también demostró su incomodidad al abordar temas de política exterior. Su rechazo a la idea de dialogar con Vladimir Putin, pese a las críticas a su estrategia en Ucrania, podría interpretarse como una postura rígida que limita las posibilidades de negociación para poner fin al conflicto.
En cuanto a la inmigración, otro tema candente, Harris optó por respuestas vagas y poco comprometedoras. Afirmó que su administración ha estado «ofreciendo soluciones desde el primer día», pero no detalló cuáles han sido esos avances ni cómo planea frenar el elevado número de inmigrantes que cruzan la frontera de manera irregular.
Harris sigue liderando las encuestas frente a Donald Trump, aunque su ventaja de 2,5 puntos porcentuales a nivel federal podría no ser suficiente en estados clave, donde la diferencia es mínima. Su retórica contra Trump, a quien acusa de centrarse en sí mismo y en sus mítines, refleja su estrategia de confrontar al expresidente, pero deja preguntas sobre si eso será suficiente para convencer a un electorado que demanda respuestas concretas y un liderazgo claro.