La Inteligencia estadounidense determina que Rusia prefiere a Trump e Irán a Harris como vencedores

A menos de un mes de que se celebren las elecciones presidenciales en Estados Unidos, la interferencia extranjera sigue siendo un tema central de preocupación, según destacó la Oficina del Director de Inteligencia Nacional (ODNI) en un reciente informe. El documento, publicado este lunes, revela que tanto Rusia como Irán están posicionándose de forma estratégica para influir en los resultados: Moscú se inclina por el regreso del expresidente republicano Donald Trump, mientras que Teherán muestra su apoyo a la actual vicepresidenta y candidata demócrata, Kamala Harris.

El reporte también resalta que China, aunque mantiene su interés en la política estadounidense, no está interviniendo activamente en estas elecciones presidenciales. Un portavoz de la ODNI subrayó la continuidad de estos esfuerzos: «Los intentos de socavar la democracia estadounidense no cesarán el 5 de noviembre», anticipando que las campañas de desinformación y manipulación podrían continuar incluso después de la votación.

Además de la clara inclinación de Rusia hacia Trump e Irán hacia Harris, el informe detalla que otras potencias, como China y Cuba, también están influyendo en el escenario electoral. Aunque China no parece estar enfocada en las presidenciales, busca favorecer a candidatos del Congreso que no amenacen sus intereses, particularmente en lo que respecta a Taiwán.

Por otro lado, La Habana ha estado enfocada en influir en los políticos locales y del Congreso, especialmente en estados como Florida, donde la política hacia Cuba es un tema candente. Este estado, gobernado por el republicano Ron DeSantis, ha sido identificado como un punto crítico para la influencia cubana en la política estadounidense.

La mirada externa

Más allá de las presidenciales, los estadounidenses acudirán a las urnas para renovar la totalidad de la Cámara de Representantes y un tercio del Senado. Según la ODNI, estas elecciones también están bajo el ojo de actores externos. Rusia, por ejemplo, está desplegando una amplia red de influencia para debilitar a los políticos y políticas que apoyan a Ucrania, utilizando tácticas que van desde la desinformación hasta el apoyo encubierto a ciertos candidatos.

A pesar de estas estrategias, el organismo no ha detectado hasta la fecha intentos directos de sabotaje de los sistemas de votación. La mayoría de las acciones detectadas se enmarcan en el terreno de la influencia y manipulación de la opinión pública, una técnica que busca, según los expertos, erosionar la confianza en el proceso democrático.

El escenario electoral de EE.UU. es sumamente complejo, con más de 8.000 distritos electorales y una variedad de métodos de votación y fechas. Adam Clayton Powell, especialista en ciberseguridad electoral, señaló que la naturaleza dispersa del sistema hace que un ataque directo a las votaciones sea poco probable. Sin embargo, advirtió que lo que sí se puede hacer es sembrar dudas sobre los candidatos y, más aún, sobre el sistema democrático en su conjunto.

En este sentido, la ODNI ha advertido que la injerencia extranjera no se limitará al período electoral, sino que continuará afectando la percepción de los resultados una vez cerradas las urnas. La polarización de la sociedad estadounidense, ya de por sí evidente, podría verse exacerbada por estas campañas de desinformación, prolongando la incertidumbre más allá del 5 de noviembre.

Actualmente, las encuestas muestran una ligera ventaja para Kamala Harris, quien lidera con un margen de 2,6 puntos sobre Donald Trump, según la media de sondeos de la web FiveThirtyEight. No obstante, en un escenario tan volátil y marcado por la intervención de actores externos, cualquier cambio de tendencia podría ocurrir en las semanas previas a la votación.