Entrevista
Aquilino Morelle, exasesor principal de François Hollande: «Marine Le Pen está más cerca que nunca del poder»
De padres asturianos emigrados, saturado de diplomas, Aquilino Morelle, producto de la méritocratie républicaine, ocupó durante dos años, entre 2012 y 2014, el despacho más importante del Elíseo después del presidencial. Hasta que dio un sonoro portazo, ante la incapacidad de François Hollande para enderezar la situación política y económica. Había llegado con ilusión, siendo uno de los que configuró el discurso de Le Bourget, punto de inflexión de la triunfal campaña socialista.
Aunque precisa: «El único autor del discurso de Bourget fue Hollande. Fui uno de los principales artífices, la pieza maestra, en el sentido de que le ayudé todos los días durante dos semanas a redactar, reescribir, copiar y pegar, etc. Un discurso de esta magnitud requiere precisión intelectual y política, también técnica. Y eso es lo que hice junto a él. Primera precisión».
— Segunda precisión.
— La famosa frase de este discurso, que dejó la mayor impresión en la opinión pública, es decir, «en estas próximas elecciones, mi adversario, mi verdadero adversario, es el mundo financiero», no es mía, sino de Hollande. Nunca la he reivindicado como mía.
— Las decisiones tomadas por François Hollande no fueron en esa dirección...
— Ese es el problema. Porque aquel día mintió y lo pagó caro.
— La política de Hollande no paró a las finanzas.
— Ni siquiera lo intentó.
— Tampoco consiguió frenar el avance de la Agrupación Nacional. En el primer capítulo de su libro La parábola de los ciegos, publicado en 2023, explica por qué Marine Le Pen está a las puertas del Elíseo. ¿Lo sigue estando?
— Más que nunca. Solo hay que mirar la realidad a la cara, en este caso los resultados electorales.
— Los de las dos elecciones de 2024.
— Tomemos la secuencia europea. El 9 de junio de 2024, la Agrupación Nacional (RN) con sus aliados, es decir, Reconquête de [Éric] Zemmour más el partido de [Florian] Philippot, más el partido de [François] Asselineau, obtuvieron el 38,79 % de los votos, la RN sola, el 31,37: es decir, un aumento con respecto a las elecciones europeas de 2019 de 8,8 puntos. El partido de Emmanuel Macron obtuvo el 14,6 %, es decir, 7,8 puntos menos que en 2019. Es una desbandada.
— ¿La izquierda?
— El Partido Socialista (PS) obtiene el 13, 83 %, lo que supone un 4,37 % más. Pero en 2019, junto a la lista de [Raphaël] Glucksmann, estaba la lista de Benoît Hamon, que obtuvo el 3,27 % de los votos, lo que hace que el aumento del PS fuera de 4,37 puntos.
— ¿Y La Francia Insumisa (LFI)?
— Sube 3,58 puntos, lo que supone un aumento real ya que este partido se presentó en solitario y ha pasado del 6,3 % en 2019 al 9,89 % este año. Al mismo tiempo, Europa Ecologista-Los Verdes ha bajado ocho puntos.
— Entonces...
—El 9 de junio, la izquierda en su conjunto hizo el 31,72 %. Hizo 31,74 % en 2019. Es estacionaria y, de hecho, ligeramente a la baja. Pero le ahorraré el 0,02 %.
— ¿Qué pasó?
— Que la suma del avance de Glucksmann a los de LFI llega a más de 7,95 puntos. Es decir, exactamente lo que perdió Europa Ecologista: los ocho puntos que perdió Europa Ecologista entre 2019 y 2024 se repartieron entre LFI y el PS. Así que es un juego de suma cero. La izquierda no ha hecho ningún progreso. El único partido que progresó en las elecciones europeas ha sido la RN: está en cabeza en 457 de las 577 circunscripciones, es decir, en el 80 % de ellas, en 96 de las 101 provincias, en 17 de las 18 regiones, en 32.500 de los 34.000 municipios, es decir, el 93 %. El mapa de los resultados de las elecciones europeas en Francia presenta una homogeneidad política sin precedentes: en todas partes, la RN se impone y se convierte en la primera fuerza política del país.
La izquierda no ha hecho ningún progreso. El único partido que progresó en las elecciones europeas ha sido la RNExasesor principal de François Hollande
— Más en las elecciones legislativas de julio, el Nuevo Frente Popular (NFP) demostró su eficacia.
— En las elecciones legislativas hay dos vueltas que no tienen la misma importancia. En la segunda vuelta entró en juego el Nuevo Frente Popular. En otras palabras, la gente de izquierdas votó a candidatos de derechas y la gente de derechas votó a candidatos de izquierdas. El resultado es una gran confusión y un resultado políticamente sin sentido. Podemos verlo en la incapacidad, o la gran dificultad, para imaginar siquiera el esbozo de una mayoría: ningún bloque la logra.
— Una inapelable realidad. Pero ¿Cuál es la responsabilidad de la izquierda política, intelectual y moralizante, especialmente de la asociación multiculturalista SOS Racisme en esta evolución?
— Es esencial: todo empezó con el giro federalista europeo de Mitterrand en marzo de 1983, al que siguió inmediatamente después la creación de SOS Racisme en 1984, para aportar un nuevo software europeísta y multiculturalista. Desde entonces, la izquierda, y en particular el PS, han dado la espalda a las clases trabajadoras. Los obreros, los empleados, todas las personas que tienen trabajos difíciles, que constituyen las clases trabajadoras, votan ahora a la RN. Es un fracaso electoral, político y moral. El deber de la izquierda es representar a esas categorías. Ya no lo cumple.
La izquierda, y en particular el PS, han dado la espalda a las clases trabajadorasExasesor principal de François Hollande
— Así que llamar fascistas a los votantes de RN no lleva a ninguna parte.
— Cuando Jean-Marie Le Pen se presentó a las elecciones presidenciales de 1974, obtuvo 190.271 votos, es decir, el 0,74 % de los sufragios, o sea, prácticamente nada. En 1981, fue tan «nada» que ni siquiera pudo concurrir porque no había obtenido los 500 avales. El 21 de abril de 2002, el día en que Lionel Jospin fue eliminado en la segunda vuelta, Jean-Marie Le Pen obtuvo 4.854.722 votos (16,86 %). Yo estaba con él en su despacho cuando conoció los resultados.
Ahora bien, el 24 de abril de 2022, cuando Marine Le Pen llegó por segunda vez a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales contra Emmanuel Macron, obtuvo 13.288.686 votos, el 41,45 % de los sufragios. Cuando se pasa de 190.000 votos a más de 13 millones entre 1970 y 2022, y multiplicas tu resultado por 70, y por tres en comparación con el 21 de abril de 2002, que había sido un trauma nacional, se entiende que llamar fascistas o de extrema derecha a estos votantes, es totalmente absurdo.
— ¿Por qué ocurrió?
— Una buena parte de los 190.000 votantes de Jean-Marie Le Pen en 1974 eran efectivamente de extrema derecha, nostálgicos de la Acción Francesa, de la Argelia francesa y de Vichy. Pero el 21 de abril de 2002, con cuatro millones de votantes, y evidentemente aún más en 2022, con más de 13 millones de votantes, son ciudadanos como usted y como yo. No hay 13 millones de fascistas en Francia. No los hay.
— En su libro aboga por «analizar clínicamente a la RN». ¿Cuál es el método?
— Significa ver las cosas —los resultados electorales, los votantes, sus motivaciones— como son, no como nos gustaría que fueran.
— Escribe que el populismo puede ser una amenaza para la democracia, pero que es, igualmente, un signo de vitalidad y una oportunidad para volver a conectar con la gente escuchándola.
— Un populismo excesivo puede ser peligroso. Puede amenazar los derechos de las minorías. Pero el populismo nos recuerda que, junto a los derechos de las minorías, existe también el derecho de la mayoría, y que la mayoría debe ser escuchada. El populismo es como un caballo salvaje y brioso. Hay que saber montarlo y disciplinarlo, adiestrarlo. Porque también contiene energía democrática, una energía política que consiste en decir: no podemos aceptar que el único discurso que nos estáis dando sea el discurso de la impotencia.
El populismo nos recuerda que existe también el derecho de la mayoría, y que la mayoría debe ser escuchadaExasesor principal de François Hollande
— ¿Qué contiene ese discurso?
— El de todos aquellos —y hay muchos en la élite— que afirman: «No podemos controlar las finanzas, no podemos reindustrializar, no podemos controlar la inmigración, no podemos corregir los excesos de la Unión Europea. No hay nada que podamos hacer salvo continuar con la tendencia actual». Eso es lo que rechaza la gente que vota a los populistas.
— Precisamente, ¿qué pasa con Europa? Porque usted es crítico con la deriva federalista de la UE.
— Sí, la critico. Porque esta deriva federalista hace que los Estados nacionales renuncien a sus prerrogativas e incluso a parte de su identidad, algo contra lo que protestan regularmente todos los pueblos de Europa.
— ¿Qué convendría hacer?
— No pedimos frenar a Europa ni abandonarla. En absoluto. Pero sí controlar su curso, reequilibrarla y obligarla a respetar a las naciones que la componen. En realidad, hay que salvar a Europa y, para salvarla, hay que salvarla de sus fanáticos, salvarla de los europeístas.