Javier Milei, el forastero que rompió las reglas del juego político
El impacto de su irrupción no se debe sólo a su carácter disruptivo, el sistema de partidos en Argentina mostraba señales de agotamiento
Si hubo un hecho inesperado el año pasado resultó ser la irrupción del 'forastero' Javier Milei en la política argentina. 'Forastero' porque nadie daba un céntimo por este 'improvisado' que vociferaba consignas contra la 'casta política' y hablaba de la imperiosa necesidad de 'jubilarla' definitivamente.
La clase política, aquellos que fueron los 'dueños' del régimen durante muchos años, lo subestimó, y los sorprendió ya apenas asumido: le dio la espalda al Congreso Nacional en su alocución inaugural y le habló a la gente congregada en la plaza. Algo estaba pasando...
La clase política apostaba por un Milei efímero, cuyas conductas extravagantes lo iban a conducir a un fracaso, inevitablemente seguido por su caída y consiguiente reemplazo. Los políticos argentinos tenían alguna experiencia en estas prácticas: la crisis del 2001 servía de modelo.
Pero el impacto de su irrupción no se debía sólo a su carácter disruptivo; el sistema de partidos en Argentina mostraba señales de agotamiento. La gente lo intuía y mostraba hartazgo con una clase política que se repetía a sí misma, que hablaba de consensos, acuerdos y moderación, que la gente asociaba a la parálisis y la inacción.
El peronismo, esa máquina política formidable que fue en el pasado, de gran versatilidad para buscar y conservar el poder, después de cuatro gobiernos ya no brinda las respuestas que la gente espera. El excandidato Sergio Massa, que aspiró a representarlos en un «nuevo tiempo», resultó derrotado electoralmente por ese 'forastero' a quien despreció durante el debate público que protagonizaron en televisión.
Hoy, el peronismo está sumergido en una crisis de liderazgo y representación de la cual le cuesta emerger. Todos sus referentes hablan de unidad y, cuando los políticos hablan de unidad, significa que las divisiones son profundas y tienen pocas ideas para superarlas. Cristina Kirchner intenta reunir bajo su figura a gran parte de la estructura, pero le está resultando difícil, y abundan los críticos que sugieren que es hora de retirarse.
El peronismo está sumergido en una crisis de liderazgo y representación de la cual le cuesta emerger
La Unión Cívica Radical, un partido centenario que vive de viejas glorias y sumergido a la nostalgia de otros tiempos, se está extinguiendo. Sus dirigentes, algunos jóvenes y con ideas modernizadoras, nadan en las mismas aguas que los viejos, con discursos del siglo XX que a las nuevas generaciones de ciudadanos les resultan ajenos. Muchos de sus dirigentes son conscientes de que no sobrevivirán solos y que necesitan formar nuevas coaliciones. La gran divisoria de agua es con quién y a qué coste.
La llamada «derecha republicana», representada con dificultades por el PRO, también busca un lugar bajo el sol. Quedaron descolocados con las elecciones del año pasado. Milei se apoderó de sus votos en la segunda vuelta electoral que ahora su líder Mauricio Macri intenta recuperar. Complejo para un partido que ya se confunde con el oficialismo y cuya mayor especulación es quedarse con una franja de votos que ahora está «un poco molesta» con el estilo de Milei, muy poco 'republicano', y respetuoso de las instituciones. Los encuestadores de Macri le dicen que son una franja apreciable. No obstante, no es el único «oferente» en este remate electoral
Dentro de esta derecha sui generis conviven peronistas nostálgicos y diputados provinciales que responden a gobernadores con arraigo localista. Algunos de ellos también confían en que el 'voto desencantado' de Milei, que no se iría al peronismo, volvería irreversiblemente a sus orígenes ubicados en el centro democrático, una geografía un tanto difusa.
Milei, por ahora, parece solitario en el campo de juego. Hay una tribuna que lo acompaña, donde se alternan aplausos y silbidos, pero que no está dispuesta a abandonar las gradas. En la otra, juega la vieja política, que realizan zancadillas, se pasan la pelota mutuamente y se turnan para las situaciones de gol. En esta cancha las tribunas están vacías.
Esta realidad, por ahora, beneficia al presidente forastero y extravagante. ¿Es esta realidad irreversible? La política es dinámica, versátil y cambiante. Los políticos tienen la difícil tarea de ajustarse a los tiempos y seguir esta dinámica. En política, nada está escrito, aunque por ahora la tendencia es clara: Milei juega con ventaja.
*Roberto Starke es director de Contexto Político