Quién es Bidzina Ivanishvili, el excéntrico oligarca prorruso que aspira a mover los hilos de Georgia
El país acudirá a las urnas este sábado 26 de octubre, una fecha crucial que marcará el devenir de la nación, aspirante a entrar en la UE aunque acercándose en mayor medida al Kremlin
Líder en la sombra y una de las figuras más importantes en Georgia. Así se podría resumir a Bidzina Ivanishvili, el oligarca multimillonario que se ha convertido en el principal favorito para convertirse en el primer ministro del país. Bajo el estandarte de Sueño Georgiano, partido que él mismo fundó en 2011, Ivanishvili liderará las listas del partido de cara a las elecciones parlamentarias de este sábado 26 de octubre en el que se elegirán a los 150 miembros del Parlamento.
Especialmente llamativo su papel en el partido teniendo en cuenta que el número 2, Irakli Kobakhidze, es el actual primer ministro del país. El partido, en el poder desde 2021, se encuentra ante un reto mayúsculo, con la adhesión a la Unión Europea y las relaciones con Vladimir Putin como principales retos. A pesar del favoritismo imperante que sobrevuelan estos comicios, una fragmentada oposición –comandada por Movimiento Nacional Unido– será la otra gran alternativa este sábado para aclarar el futuro de la antigua república soviética.
El actual Ejecutivo aspira a obtener tres cuartas partes de los escaños del Parlamento. Con esta mayoría, Sueño Georgiano podría cambiar a su antojo la Constitución hasta el punto de llegar a prohibir los partidos opositores prooccidentales.
Apodado 'Boa Constrictor' y con fuertes conexiones en el Kremlin
En este contexto preelectoral se antoja especialmente llamativa la figura del magnate, ex primer ministro durante 2012 y 2013. Desde entonces, se ha convertido en un líder en la sombra, sacando adelante leyes, promoviendo políticas del Ejecutivo y prescindiendo a su antojo de toda personalidad política que se convirtiera en una ligera oposición. Incluso, durante la pasada Eurocopa, llegó a ofrecer una auténtica millonada a los jugadores de la selección por derrotar a España. Nos encontramos, sin ningún tipo de duda, ante la principal figura del país georgiano en las últimas décadas.
Más allá de su influencia y de sus excentricidades, lo especialmente preocupante son sus lazos con el régimen de Vladimir Putin, los cuáles han ido estrechándose en los últimos años, aunque no sin sufrir algunos sobresaltos.
A pesar de ser la principal fortuna de la nación, los orígenes de Ivanishvili comenzaron en el pequeño pueblo de Chorvila, situado al oeste del país. Unos inicios que, años después, ya son fruto del olvido. Durante la década de los 90, el magnate amasó su fortuna en territorio ruso, llegando a tener más de siete mil millones de dólares.
Allí se ganó su apodo, Udav, que significa 'Boa Constrictor' en ruso, una referencia a su manera de asfixiar a las empresas rivales. Tras más de siete años en suelo ruso, regresaría a su país de origen en los años 2000, con una Georgia más liberada de los grilletes rusos. Sin embargo, las constantes sospechas sobre su vinculación con Moscú nunca dejaron de perseguirle, hasta el punto de tener que asegurar a su regreso que no era un espía del Kremlin.
«Me dijo que tan pronto como vio a Putin en la televisión y su manera de caminar, decidió que ese tipo no lo dejaría actuar con ninguna libertad, así que hizo las maletas y se mudó a Georgia», afirmó Ghia Khukhashvili, su exasesor, en declaraciones al Daily Mail.
Unas relaciones 'in crescendo'
A pesar de los aires de libertad que sobrevolaban el país, la influencia rusa no terminó de evaporarse, intensificándose en 2008. En aquel año, Rusia instaló bases militares en dos regiones separatistas georgianas, Absajia y Osetia del Sur, que reconoció como estados independientes.
A raíz de esta decisión, la postura de Ivanishvili se fue tornando contraria a Putin, hasta el punto de contradecir y criticar algunas de sus decisiones. A pesar de esta oposición a las decisiones del Kremlin, con el paso de los años el acercamiento entre ambos mandatarios ha sido cada vez más evidente. Así lo reflejan las políticas prorrusas que ha ido desarrollando su partido, Sueño Georgiano. Sin ir más lejos, el año pasado el Parlamento del país votó a favor de una nueva ley de agentes extranjeros a pesar de la recomendación de la presidenta, la europeísta Salomé Zurabishvili, la cuál se posicionó contra el texto.
La controvertida ley, calificada como «rusa», exigiría que los medios de comunicación y las organizaciones no gubernamentales que obtengan más del 20 % de su presupuesto «del extranjero» se registren como «portadores de los intereses de una potencia extranjera». Un texto que generó varias insurrecciones cívicas, especialmente en la capital, Tiflis.
De esta manera, los constantes acercamientos de Sueño Georgiano e Ivanishvili a Rusia chocan directamente con las últimas palabras del actual primer ministro. Bajo el eslogan de «Rumbo a Europa, pero con paz, honor y bienestar», Sueño Georgiano se dio un baño de masas en varios actos a lo largo de la semana, siendo la adhesión a la UE en 2030 el principal objetivo de cara a la nueva legislatura.
Irakli Kobakhidze insistió en que su Ejecutivo, acusado por la oposición de acercarse al Kremlin, «es verdadera e inequívocamente partidario de la ruta europea».
Ahora, a tan solo unas horas de que el pequeño país –de 3,7 millones de habitantes– acuda a las urnas, la población estará llamada a elegir entre el europeísmo o el peligroso acercamiento a Rusia, promovido por un Ivanishvili que buscará controlar los hilos del país –esta vez de manera oficial–.