El espectáculo del horror propagandístico que la organización terrorista Hamás nos ofrece cada sábado, día sagrado para los judíos, llegó a su máxima expresión el pasado jueves 20 de febrero cuando convirtió la muerte en un festival de sadismo intolerable.

El mundo entero pudo contemplar en directo la macabra ceremonia que los terroristas montaron para devolver los cuerpos de Shiri Bibas (32 años), sus dos hijos, Ariel (4 años) y Kfir (8 meses) y el anciano pacifista, Oded Lifshitz (83 años).
Todos fueron arrebatados con violencia de sus casas, en el kibutz Nir Oz, al sur de Israel, el día 7 de octubre de 2023, el día en el que el pueblo judío sufrió la mayor masacre desde el Holocausto.
El jueves el mundo recibió 4 féretros negros en medio de un insoportable homenaje a la muerte.
Vimos a 4 inocentes asesinados sobre un escenario con enormes pancartas perfectamente diseñadas e imprimidas, escoltado por terroristas escrupulosamente vestidos y armados, con guantes hipoalergénicos, con las caras cubiertas, drones grabando desde el aire y supuestos periodistas, con la cara también tapada, haciendo fotos y siguiendo la siniestra puesta en escena con sus cámaras de última generación en la mano mientras decenas de mujeres y niños sonreían y bailaban al son de una música de celebración.
¿Qué más hace falta para comprender que Hamás celebra la muerte como el resto del mundo celebra la vida?
Cuando pensábamos que no se podía superar el nivel de terror, comprobamos que era sólo una ensoñación. Los terroristas pusieron en el ataúd correspondiente a Shiri Bibas a otra persona.
¿Podemos imaginar el sufrimiento de la familia, que no termina de descansar, que su agonía se prolonga todavía unas horas más hasta que los terroristas deciden devolver el cuerpo de Shiri?
Este sábado 22 de febrero, la escena se volvía a repetir en la liberación de 6 rehenes vivos. La indignación llega a superar la alegría al ver otro montaje esperpéntico en el que uno de los liberados besa en la frente a uno de sus captores.
2 de los liberados llevan 10 años en poder de Hamás. 10 años. Uno de ellos, un árabe israelí.
Y todo ello ante la presencia presuntamente aséptica de la Cruz Roja Internacional, organización de auxilio en conflictos, que se ha limitado a tener un papel invisible, bailando al son de Hamás, completando la pantomima de la entrega de certificados de liberación y asumiendo un papel de meros transportistas para devolver a los liberados a un país que aguarda en silencio, conteniendo la respiración.
Shiri, Ariel, Kfir y Oded, siempre permaneceréis en nuestro recuerdo. Vuestras memorias serán benditas por siempre.
No pararemos hasta que todos los secuestrados vuelvan con sus familias.
Para los que todavía tienen dudas, ¿qué más tiene que pasar para condenar sin paliativos estas escenificaciones del horror?
Para quienes se les atraganta llamar terrorista a Hamás, ¿qué más tienen que demostrar cuando se ha confirmado que mataron con sus propias manos a dos bebés y a su madre y mancillaron sus cuerpos para hacer creer que murieron de otra manera?
- David Obadía es presidente de la Federación de Comunidades Judías de España