Fundado en 1910
Carmen de Carlos
AnálisisCarmen de Carlos

La guerra de Milei con la prensa

El presidente de Argentina se empeña en profundizar su choque permanente con los periodistas y los medios de comunicación críticos, pero la motosierra con la prensa le puede salir cara

Actualizada 04:30

Javier Milei con la motosierra

Javier Milei con la motosierraEp

Las relaciones del poder con los medios de comunicación nunca han sido fáciles. A los gobiernos, sin importar la ideología, no les gusta que los fiscalicen, son reticentes a la crítica y encajan mal las verdades sin anestesia. Algunos lo llevan mejor que otros y cada cual aplica su propia fórmula para amortiguar los golpes de realidad que les asestan los medios de comunicación tradicionales. En el caso de Argentina, el presidente, Javier Milei, no es una excepción.

Su gobierno ha anunciado que prepara incorporar un «botón silenciador» a los micrófonos de la Casa Rosada para cortar el sonido a aquellos periodistas que entran en bucle en sus intervenciones y no se callan a pesar de que se les indique que se les ha acabado el turno. La medida podría provocar risa cuando no invitar a la carcajada porque, hay que reconocerlo, hay colegas que en lugar de preguntar se marcan unos discursos eternos y en ocasiones, hasta en el camino se les olvida la cuestión que deberían plantear.

La motosierra con los periodistas acreditados en la Rosada ya está calentando motores

El anuncio vino acompañado de otros que dejan entrever que la motosierra con los periodistas acreditados en la Rosada ya está calentando motores. El portavoz, Manuel Adorni, calificó el dichoso «botón silenciador» de «recurso interesante», pero la noticia importante vino después. «Estamos pensando algún esquema donde los periodistas puedan ser elegidos por la gente». Se refería Adorni a los que están acreditados en la Casa Rosada o a aquellos que pueden entrar con su credencial. El objetivo del Gobierno, según sus palabras, es que «la gente se sienta representada, que se sienta informada». Para resumir, sintetizó: «Un Gran Hermano periodístico».

Ninguna solución tan imaginativa como esta se había planteado hasta ahora en un gobierno democrático que ya vetó a más de un colega, como hizo con Silvia Mercado por publicar una información de los perros de Milei que éste desmintió. Proponer que sea la gente la que decida quién debe tener derecho a preguntar o a entrar en la sede del Ejecutivo es un disparate de imposible realización y valorar un referéndum o una encuesta para consultar semejante cosa es, cuando menos ridículo, por no hablar de que parece una humorada cara y de mal gusto.

El choque sistemático de Javier y de Karina Milei con los periodistas viene de origen y no anticipa nada bueno para los periodistas, pero tampoco para ellos. La Academia Nacional de Periodismo, la Asociación de Entidades Periodísticas Argentina (Adepa), el Foro de Periodismo Argentino (FOPEA), la Fundación LED, Reporteros Sin Fronteras y entre otros, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) con su Relatoría Especial para la Libertad de Expresión, han expresado su «preocupación» por el trato dispensado a la prensa por el gobierno.

En el Índice Chapultepec de Libertad de Expresión y Prensa se recoge que sólo los seis primeros meses de gestión de Milei, cuatro de cada 10 agresiones a los periodistas salieron del gobierno y «la mayoría fue hecha por el propio presidente de la Nación, replicado por un ejército de influencers y trolls en las redes sociales». En el mismo informe, se recuerda la lengua suelta de Milei cuando era «panelista» de televisión y cómo esta no se moderó. «… Desde su investidura, los agravios pasaron de insultos, como 'ignorantes', 'estúpidos' o burrros', por citar algunos ejemplos. El mismo informe menciona los «motes despectivos» de Milei a periodistas y las descalificaciones con nombres y apellidos.

En apenas dos semanas, Milei atacó a 33 periodistas y 12 medios de comunicación

«En apenas dos semanas, Milei atacó a 33 periodistas y 12 medios de comunicación. Batió un récord: 45 agresiones en total. Acusó a los periodistas de 'mentirosos', 'ensobrado' (sobornados con un sobre), 'pauteros' (al servicio de publicidad ajena), 'corruptos', 'imbéciles´, 'esbirros manipuladores' y 'cómplices de los verdaderos violentos', entre otras groserías» observa el minucioso estudio.

Quizás sea el único líder que prometiendo austeridad haya logrado ganar unas elecciones con tanta contundencia

El presidente Javier Milei, economista y comunicador al estilo Donald Trump, se equivoca al enfilar el camino de su Gobierno hacia un show de apunta y dispara contra la prensa. El libertario que ha colocado a su hermana en la Secretaría General de la Presidencia y que presuntamente cobraba jugosos emolumentos a cambio de un puesto en las listas de La Libertad Avanza, logró convencer a los argentinos de que era la persona indicada para sacar del pozo de la crisis, la corrupción y el despilfarro al país. Lo hizo con un discurso transparente de ajuste y con técnicas de showman. No engañó a nadie y quizás sea el único líder que prometiendo austeridad («no hay plata», insistía) haya logrado ganar unas elecciones con tanta contundencia.

En estos días se estrecha el cerco de la justicia en su entorno por el caso de la criptomoneda o memecoin, que recomendó y después de subir como un cohete se desplomó por la venta masiva de sus creadores. La situación es difícil como lo es también su empeño en colocar en la Corte Suprema a un magistrado bajo sospecha de corrupción como Ariel Lijo. Pasar de showman de la televisión a jefe de Estado debe ser un proceso traumático nada fácil de asimilar, pero el cargo obliga a respetar –o al menos a intentarlo– la independencia de poderes y a los medios de comunicación de donde, por cierto salió Milei.

3
comentarios
tracking