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TestimoniosKai Edvard Iliev
Belgrado

Detrás de las cámaras de la protesta más grande de Serbia

El Debate accede a testimonios de las protestas masivas en Serbia donde se acusa al Gobierno de Vucic de utilizar el cañón del sonido

Actualizada 04:30

Protestas en Belgrado contra el Gobierno

Protestas en Belgrado contra el GobiernoAFP

Después de más de cien días de protestas, Belgrado fue testigo de la manifestación más grande de su historia. Aunque no existen cifras oficiales, se estima que entre 800.000 y 1.000.000 de personas asistieron a la protesta. En Belgrado, Branko, Vasilje y Aleksander, recuerdan las movilizaciones.

«Cuando llegamos, nos recibieron como héroes», recuerda Vasilije. Las escenas eran únicas, con las cuatro calles que conducen a la rotonda de Slavija llenas de manifestantes. Él describe esos momentos como algo salido de otro mundo: «La gente venía de diferentes direcciones, crecía de forma exponencial. Podía ver a la gente desde los balcones, saludándonos y agitando banderas desde sus apartamentos. Fue como una escena de Los Vengadores».

Aunque la protesta del pasado 15 de marzo empezó a las 12:00 en Belgrado, la gente de toda Serbia comenzó a llegar días antes. Muchos eran estudiantes que caminaron más de 100 kilómetros para asistir a las movilizaciones. Desde Novi Sad hasta Niš, pasando por Kragujevac, todas las ciudades principales tenían estudiantes caminando durante semanas para llegar al «Gran Día». Branko recuerda a un amigo suyo que sufrió una lesión en los pies después de «la caminata» hacia Belgrado. La dedicación era clara, mientras que Aleksander recordaba que «pasando por pequeños pueblos, les decíamos a la gente lo que estaba ocurriendo. No sabían nada de la situación, sus medios locales no lo informaban».

Uno de los mayores desafíos en protestas de esta magnitud es coordinar a tanta gente. Vasilje, que llevaba un chaleco amarillo como organizador, recuerda la organización: «Estábamos preparados. Llevamos máscaras contra el gas lacrimógeno porque esperábamos que el gobierno lo usara contra nosotros».

A pesar de eso, él y sus amigos sabían que eso no sería suficiente. El grupo obtuvo apoyo de Veteranos del Ejército, especialmente de la 63.ª Brigada Aerotransportada, descrita por los tres estudiantes como «la élite» del Ejército serbio. Conscientes de los posibles enfrentamientos, sabían que necesitarían a hombres fuertes para protegerles.

Manifestantes a favor del presidente Vucic

Manifestantes a favor del presidente VucicAFP

Como resultado, se formaron dos líneas según Vasilije: «Nosotros íbamos al frente, marchando hacia adelante, mientras que los Veteranos nos seguían, para protegernos a nosotros y a los demás estudiantes». Llevaban walkie-talkies para comunicarse ante cualquier problema o incidente inesperado. Aunque no hay cifras oficiales, Vasilje calcula que los veteranos presentes eran entre 3.000 y 5.000. Recuerda también cómo esperaron a los veteranos antes de comenzar la protesta: «Llenaron las calles. Y por primera vez en mi vida, me alegró tener que esperar más de una hora. Fue inolvidable.»

Uno de los episodios más polémicos de aquel día fue la presencia de los llamados «contramanifestantes», organizados por el gobierno, quienes se acamparon en el Jardín Botánico de Belgrado.

«Es ilegal. Es un espacio protegido por ley. Montaron tres niveles de protección, más de lo que suele poner el Gobierno en cualquier otro evento. Acamparon allí, pusieron alambre de espino, e incluso llevaron tractores para bloquear el paso», explica Branko. Para él, el objetivo era claro: provocar a los estudiantes, generar algún tipo de enfrentamiento y luego culparlos por «violentos».

Cuando el silencio resuene, escucharás lo fuerte que es ese silencioAleksandar Vucic

Hasta las cuatro de la tarde, la protesta se desarrolló de forma relativamente pacífica, con algunos incidentes aislados. Vasilje recuerda que en ese momento no estaba en la primera línea, ya que se había desplazado a otra zona donde otras facultades organizaban sus propias defensas improvisadas. Pero pronto comenzó a recibir mensajes preocupantes de sus compañeros. Le informaban de que la situación en el frente se estaba complicando. La tensión crecía.

Los estudiantes sabían que cualquier error podría ser fatal. La organización era crucial. Y, por encima de todo, había un objetivo común que les unía: resistir, hacerse escuchar y no caer en las provocaciones.

La calma comenzó a romperse rápidamente. Vasilje, que se encontraba en otro sector (en lugar de en la primera línea), recuerda cómo comenzó a recibir noticias alarmantes de sus compañeros. Le avisaron de que habían encontrado montones de ladrillos apilados en varios puntos clave de la protesta, claramente preparados para usarlos de manera violenta. «Había dos grupos: por un lado, los manifestantes pacíficos; por el otro, hombres armados con bates, listos para el peor escenario. La diferencia era clara».

Poco después, todo estalló. El primer choque ocurrió cuando algunos manifestantes lograron romper uno de los bloqueos de seguridad. A partir de allí, la situación se fue desbordando. «Intentamos controlar todo, con motociclistas patrullando para evitar el caos. Pero me llegó el mensaje de que la protesta había atravesado uno de los bloqueos», cuenta Vasilje. Aunque él insistió en que «no ocurrió nada grave», reconoció que la protesta ya se había desbordado. Fue en ese momento cuando comenzaron los primeros enfrentamientos.

A lo lejos, Vasilje vio cómo avanzaban varias filas de policías con escudos y porras. «Eran cientos, sin uniforme. Se calculó que eran unos 1.800, aunque esa cifra nunca se confirmó oficialmente».

El cañón de sonido

El punto de quiebre llegó cuando el cañón de sonido, un dispositivo ilegal, se activó en medio del caos. Este aparato tiene la capacidad de causar daños graves a quienes lo escuchan. Aquel estruendo rompió la quietud de los 15 minutos de silencio que se habían guardado en honor a las 15 víctimas de Novi Sad.

«Tuvimos 15 minutos de silencio, en honor a las víctimas de Novi Sad. A los 12 minutos, algo explotó. Sabíamos que no eran silbatos, nadie iba a hacer eso en ese momento», recuerda Aleksandr, visiblemente afectado por el recuerdo.

Aunque el Gobierno negó su uso, la población sabía lo que había sucedido. El cañón de sonido fue utilizado para dividir a los manifestantes en dos grupos y desatar el caos. En cuestión de minutos, las personas comenzaron a huir, buscando atención médica. Sin embargo, muchos de los que llegaron a los hospitales no fueron atendidos. El uso de este cañón fue un acto ilegal, que profundizó aún más el trauma de esa jornada.

«El Gobierno negó tenerlo, pero al día siguiente un funcionario declaró que tenían 16 cañones de sonido. Incluso mostraron un tutorial sobre cómo usarlos». Branko, al igual que muchos serbios, recordó las palabras del presidente Aleksander Vučić días antes de la protesta: «Cuando el silencio resuene, escucharás lo fuerte que es ese silencio». Poco sabían los serbios que ese «silencio» llevaría a la activación de un arma ilegal, que causaría más que ruido: heridos, caos y, sobre todo, una profunda desconfianza en el Gobierno.

*Todos los nombres fueron cambiados por razones de privacidad

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