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Redacción El Debate
Redacción El DebateCamagüey, Cuba

Un día en la vida de una cubana: «No hay gas, no hay pan, no hay conservas, ni otra alternativa…»

La periodista Sol García Basulto describe en El Debate 24 horas de un país hecho pedazos

Actualizada 17:38

Imagen de una de las tiendas conocidas como bodega. En esta se vende la canasta básica unos pocos víveres que el sistema comercializa en pesos cubanos con un orden mensual

Las tiendas conocidas como bodega donde se vende la canasta básica que el sistema comercializa en pesos cubanos con una orden mensualInalkis Rodríguez Lora

El problema no son mis hijos. Por el contrario, representan una alegría extra, muchas veces la única alegría. El problema tampoco es que me tengan solo a mí, otras familias de ambos padres lo pasan igual, o incluso peor. El lugar también es el mejor del mundo para tener un hogar, es la tierra donde crecí, junto a mis parientes, mis amigos, mi patria. Dedicación no me falta y mi disciplina es de monjes.

Esta noche, por ejemplo, nos fuimos a dormir temprano para comenzar en horario la siguiente jornada escolar de mi hijo mayor, la rutina de la bebé, más mis labores domésticas y profesionales. Pero unos minutos después de estar en la cama, se escuchó detener el ventilador y se apagaron las luces de la cocina. Indicaba el principio de un apagón que se extendería por las siguientes 9 horas. Enseguida la temperatura se dispara y los niños comienzan a girar buscando comodidad. Intento refrescarlos agitando un abanico.

Sol García Basulto en su casa de Camagüey, Cuba

Sol García Basulto en su casa de Camagüey, CubaCortesía

En estos momentos no cuenta abrir las ventanas, no corre brisa alguna. Sigo abanicando mientras reviso el móvil, en WhatsApp circula una cadena de mensaje que aconseja como protegerse de un «domo de calor». Igualmente, Google me sugiere titulares sobre una alerta térmica. Algunas estaciones meteorológicas registraron más de 40°C, dato que se mide a la intemperie, entre mis paredes de cemento hay que sumar otros cinco grados.

Garrapatas, cucarachas y moscas que nunca fueron totalmente controladas circulan a su libre albedrío propagando enfermedades como el dengue

Los mosquitos ganan ventaja y nos ubican fácilmente en la oscuridad. Desde hace años el Gobierno ha mermado en su campaña de control epidemiológico debido a la falta de líquidos y combustible empleados en el proceso de sanitización, así que algunas plagas como esta, garrapatas, cucarachas y moscas que nunca fueron totalmente controladas circulan a su libre albedrío propagando enfermedades como el dengue (en el caso del mosquito Aedes Aegypti).

Me dio tiempo de cargar la lámpara de batería y la prendo en la habitación más cercana para desviar la atención de los insectos. Son las 12 de la noche y mi madre está en línea.

Está débil de salud, en la actualidad recuperándose, precisamente, de un episodio de dengue que aún le afecta los órganos digestivos y renales. Padece hipertensión, hígado graso y sobrepeso.

–¿Qué haces despierta?–

Tampoco tiene electricidad desde las 4 de la tarde,

y su presión es alta. Sentada en el portal, se abanica mientras acerca una botella de agua congelada a su nuca y cuello. Del otro lado del móvil se escucha enfadada. Me comenta sobre las nuevas medidas de la asociación entre Cuba y Rusia.

El sector agrícola recibirá financiamiento de los rusos, así que las fuerzas armadas serán quienes administren su producción a partir de ahora

El sector agrícola recibirá financiamiento de los rusos, así que las fuerzas armadas serán quienes administren su producción a partir de ahora. Ya recibieron mis padres, quienes adquirieron en condición de «usufructo gratuito» dos caballerías de tierra del Gobierno, la visita de un grupo de funcionarios exigiendo documentos y relación de ganado. Hablaron de multas y de inspecciones militares, se sintió amenazante.

Los electrodomésticos recargables son normalmente comercializados por personas independientes al sistema

La bebé despierta. A pesar de mis esfuerzos, el sudor le corre como a pez sacado del agua. Mi madre me comenta acerca de un ventilador de batería que alguien vende. Hay que comprar uno para los niños. Los electrodomésticos recargables son normalmente comercializados por personas independientes al sistema que consiguen importar equipos a pesar de las corruptas exigencias de la aduana.

Los precios que alcanzan estos equipos en el mercado informal incluyen presupuesto de viaje y gastos de estancia de su vendedor en el exterior del país, además de sus ganancias. Un ventilador con estas propiedades puede llegar a costar 60.000 pesos cubanos, alrededor de 300 dólares (el cambio actual supera los 200 pesos por un dólar o euro). El hijo del vecino de mi madre lo vende en 30.000 pesos cubanos. Es una ganga, aunque un médico cobra 5.000 pesos al mes. Le escribo inmediatamente, está entre mis contactos de Messenger. Me responde: «se acabaron».

Así me quedo distraída en el Facebook, mirando vídeos de tecnología japonesa que promocionan objetos diseñados para facilitan el trabajo doméstico, la mayoría de ellos son «electrodomésticos». Es la hora en que la conexión por datos móviles (mi única alternativa de conectividad, dado que las antenas WiFi son privadas) se mantiene sin interrupciones.

Hacia las tres de la madrugada mi brazo se rinden, el abanico se detiene y mi cerebro duerme pensando en las personas que están postradas, en los presos que conviven en albergues sin ventanas, en quienes tienen que trabajar mañana muy temprano, en cómo podré despertar a mi hijo para que vaya a la escuela después de verlo dormitar secándose el sudor.

He dormido unas 3 horas, ahora toca correr a lavar y preparar los alimentos del día antes de que vuelvan a cortar la luz

Los ventiladores se reaniman al amanecer y las luces vuelven a brillar. Han restituido el servicio eléctrico, he dormido unas tres horas, ahora toca correr a lavar y preparar los alimentos del día antes de que vuelvan a cortar la luz. Aprovechar la electricidad para cocinar es una prioridad, solo en unas pocas áreas existe el sistema de gas licuado por tubería, el resto de los hogares debe llenar un envase que se cambia por 3.000 pesos en el mercado negro.

La empresa oficial de gas licuado es incapaz de abastecer la demanda. El mercado negro no es lo mismo que el mercado informal. En Cuba hay una economía sumergida donde el mercado negro maneja recursos desviados de las instituciones oficiales y el mercado informal comercializa artículos importados o de producción privada.

Los cubanos consumimos arroz todos los días, dos veces al día

Un vecino toca a la puerta, necesita un préstamo importante. Avergonzado, me pregunta si le puedo prestar 2 libras de arroz hasta el próximo lunes. Con dolor en el alma le comento que apenas me quedan 3 libras, y si le cedo 2 no llegaré a la fecha fijada. Los cubanos consumimos arroz todos los días, dos veces al día. Para nosotros es como la patata para los alemanes o las pastas en Italia, alimentos insustituibles

Sigo en lo mío, mi hijo está cansado, no quiere levantarse, llegará tarde a la escuela. Nuevamente llaman a la puerta. Esta vez es un niño, el mayor de cuatro hermanos. «Dice mi mamá que si no tienes un poquito de detergente que le regales». Pongo dos cucharadas en un vaso desechable y le encargo no derramarlo de vuelta a su casa.

Frente a la «bodega» (nombre atribuido a las tiendas de alimentos racionados) comienza a acumularse público. Una mujer grita la noticia «pollo para mayores de 65 años y menores de 13», agregando «los demás que enganchen la 'quijá' en un alambre». En el balcón más cercano, mi vecina hace un gesto de desilusión total y resume «deberían de fusilarnos a todos ya». La lavadora se detuvo. Otro apagón, y el almuerzo no está listo, no hay gas, no hay pan, no hay conservas, enlatados ni otra alternativa, mi hijo volverá a las 12 del mediodía.

Concentración de personas haciendo fila para adquirir aceite y pollo en calidad de módulos, se vende en pesos cubanos unas pocas veces al año y es racionado

Concentración de personas haciendo fila para adquirir aceite y pollo en calidad de módulos, se vende en pesos cubanos unas pocas veces al año y es racionadoInalkis Rodríguez Lora

Me es inevitable sentir que fue una imprudencia tenerlos. Qué irresponsables somos los cubanos de traer más personas a este país de donde todo el mundo quiere irse. Las notificaciones de mi grupo de compraventa son unas 30, imágenes de una familia vendiendo todo: muebles, electrodomésticos y el departamento. Planean cruzar las fronteras desde Nicaragua hasta Estados Unidos con un bebé de 11 meses.

Pensé visitar a mi tía, vive apenas a 40 metros. Normalmente nos reunimos en las tardes para compartir un café en familia mientras debatimos sobre política. Hoy está el ambiente muy cargado, ha ocurrido algo terrible: se rompió el refrigerador. Todos rebuscamos en las redes sociales algún equipo de segunda mano al mejor precio. Este tipo de electrodomésticos nuevo tiene precios inaccesibles para el cubano promedio. Los números superan por mucho el salario íntegro de un profesional. Por si fuera poco, su precio debe ser pagado en efectivo.

Mi tía es licenciada en Educación Primaria, su hija mayor es licenciada en Historia, con categoría docente para el nivel superior, el menor de su prole, igualmente comprometido con el magisterio. Entre los tres trabajando un año, no podrían adquirir el equipo.

Concentración de personas haciendo fila para comprar pan en la dulcería La Perezosa calle república, bulevar de Camagüey

Concentración de personas haciendo fila para comprar pan en la dulcería La Perezosa calle república, bulevar de CamagüeyInalkis Rodríguez Lora

Otro pariente llama para avisar que están bajando un cargamento clandestino de arroz en la casa de un revendedor, todos nos disponemos a comprar; pero, considerando el precio, mi prima se arrepiente. Tiene un valor de 180 pesos cubanos la libra desde hace meses. Otra llamada anuncia que esta vez es a 200 pesos. Definitivamente renunciamos todos.

Debe ser arroz de importación, sin partiduras, piedras, ni semillas de hierbas como el habitual

El regreso del fluido eléctrico nos sorprende en menos de 3 horas. Me voy a terminar la comida. Le aviso a mi vecino sobre el arroz advirtiéndole el nuevo precio. Imagina que debe ser arroz de importación, sin partiduras, piedras, ni semillas de hierbas como el habitual. Para su decepción era un arroz criollo muy sucio.

Así, el día envejece entre juegos de niños que son los únicos que saben evadir amarguras y problemas con la misma facilidad con que la naturaleza ignora hasta su propia muerte. Me caigo de sueño y no veo la hora en que podamos volver a dormir. Hoy terminaremos el día antes de lo previsto. Una vez en la cama comienzo a soñar que estoy en una tienda comprando un ventilador nuevo.

El dependiente intenta demostrar su utilidad, pero el equipo no funciona, La hélice no gira. El sudor me corre, no puedo respirar. Despierto sofocada, todo oscuro, no me veo las manos, el teléfono, la linterna del teléfono. La pesadilla continúa: se fue la corriente.

No señores, la culpa no es de mis hijos, no hice nada malo en tener a mis hijos, la culpa es de una dictadura paramilitar corrupta y genocida que no respeta derechos humanos ni política alguna más que la suya.

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