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Pablo Uribe Ruan

La filosofía de Petro: «Primero 'trino' y luego existo»

En su primer año, el presidente de Colombia habitualmente se ausenta de los eventos oficiales. Parte del tiempo de sus días lo dedica al activismo digital, una obsesión que explica, entre otras, la poca ejecución de su gobierno

Gustavo Petro presidente de ColombiaAFP

Los trinos (tuits) del presidente Gustavo Petro me hacen recordar a Umberto Eco y su idea, expuesta en su libro De la estupidez a la locura: «tuiteo, luego existo» o, en este caso, «primero tuiteo y luego existo».

Creo que no hay una frase que se ajuste más a lo que ha sido el primer año del gobierno del «cambio».

El día en que ganó la presidencia, un lluvioso 19 de junio de 2022, muchos pensamos que comenzaba la era del asambleísmo permanente.

No lo digo por cierto prejuicio contra el exceso retórico del socialismo del siglo XXI, al que Petro pertenece. Se trata más bien de una cuestión fáctica.

En su paso por la alcaldía de Bogotá, había inaugurado en Colombia la democracia del balcón con discursos reivindicativos que tenían un aire allendista, pero rememoraban por su longitud el Aló presidente de Hugo Chávez.

Sorprende por eso que el Petro de hoy sea tan diferente al de hace diez años. Es un Petro internauta y viral.

Como esos tuiteros que no se despegan de la pantalla y, ahí, donde ven controversia, opinan, siempre tienen algo que decir. Son como los enciclopedistas, Diderot y Badeulaire. Los entiendo: deben tener mucho tiempo.

Pero el presidente de Colombia, como es predecible, carece de ese limitado recurso: el tiempo. Sin embargo, navega horas en Twitter, y algunos medios le han llegado a contar hasta 64 trinos en un día.

Esa experiencia internauta resulta una antítesis a su proyecto popular, ya que pocos colombianos están en esa red, aunque en ella haya muchos bots y «bodegas» (una misma persona con varios perfiles falsos para viralizar un mensaje político) que amplifican el debate, sobre todo con causas de izquierda.

Con razón su gobierno enfrenta varios problemas. Llama la atención, y esto podría conectarse con su faceta internauta, lo que la prensa publicó: su gobierno no ha ejecutado eficazmente el presupuesto asignado para el primer año. ¿La administración del «cambio» carece de acción y ejecución? Sí.

Entre las razones que explican este letargo ejecutivo está el desconocimiento de lo público por muchos de los nuevos funcionarios del petrismo. Pero no todo pasa por la inexperiencia, tan común en este gobierno.

Parece que Petro está ensimismado en la metafísica de la virtualidad. Las redes sociales para él son la forma ideal para comunicarse con la gente sin la intermediación de los medios, a los que ve, como de costumbre, de serviles al statu quo.

Pierde de vista, sin embargo, que el universo paralelo de las redes sociales muestra con enorme claridad el tiempo que él le dedica a cualquier discusión virtual y el poco interés que le generan –muchas veces– otros temas de la gestión presidencial.

No porque no hable de estos temas en Twitter, sino porque se ausenta deliberadamente de los eventos oficiales y en persona con empresarios, militares y hasta líderes internacionales.

Su ausentismo en el terreno contrasta con su activismo digital. Es la gran paradoja de un presidente que busca transformar o romper una Colombia que, para la uno o lo otro, exige un día y noche un esfuerzo que, por lo visto, se enmarca en esa lógica difusa del «tuiteo y luego existo». Trinos, poca ejecución y mucho escándalo. En definitiva, el cambio.