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Antonio Ledezma
Antonio LedezmaEl Debate en América

El Tráfico o diplomacia de los rehenes

El proceso de intercambio de rehenes civiles en manos de Hamás y prisioneros de las cárceles israelíes ha ocupado la tención del mundo en los últimos días

Actualizada 04:30

Terroristas de Hamás en una conferencia de prensa

Terroristas de Hamás en una conferencia de prensaTwitter

Cuando se priva de su libertad, de forma ambulatoria, a un ser humano o a un grupo de personas, con la idea preconcebida de pedir a cambio de devolverle su derecho a ser libre, aceptar cumplir unas condiciones de naturaleza política o económica, estamos en presencia de un secuestro que por lo general conlleva a la figura de los rehenes.

Las modalidades van desde el secuestro simulado o fraudulento en el que la víctima se presta a realizar la operación para compartir con los operadores algún beneficio económico o de otra especie, hasta el secuestro que tiene como modus operandi la extorsión con fines económicos o políticos.

Tendríamos que plasmar en decenas de páginas los ejemplos de esta modalidad delincuencial que atenta contra los derechos humanos de las personas. Por eso he seleccionado algunos casos que han tenido una resonancia mundial.

Comencemos por recordar la conocida Masacre de Múnich u Operación Ikrit y Biraam. La maniobra la ejecutó un grupo terrorista identificado como Septiembre Negro, aprovechando la concentración de atletas en los Juegos Olímpicos de 1972 celebrados en la región de Baviera, al sur de Alemania Occidental. El objetivo de los secuestradores fueron once integrantes de la delegación deportiva de Israel.

Los miembros del comando terrorista solicitaron la liberación de 234 prisioneros alojados en cárceles israelíes, así como de los fundadores de la Fracción del Ejército Rojo, Andreas Baader y Ulrike Meinhof, encarcelados en Alemania. El desenlace fue trágico. Los secuestradores asesinaron a los deportistas, a entrenadores israelíes y a un oficial de la Policía de Alemania Occidental, contando con el respaldo logístico de núcleos alemanes neonazis.

Por su parte, los comandos de rescate dieron de baja a cinco de los ocho terroristas y los otros tres fueron detenidos. Pero 53 días después tras el secuestro de un avión de Lufthansa, las autoridades de Israel respondieron a los asesinatos organizando las operaciones Primavera de Juventud y Cólera de Dios, con el objetivo de castigar colectivamente a todos los responsables de la masacre.

Otro caso muy sonado fue el relacionado con la ocupación de la embajada estadounidense de Irán, hecho ocurrido el 4 de noviembre de 1979, día en que corrió por el mundo la imagen que mostraban a 500 estudiantes iraníes relacionados con la revolución islamita asaltando la sede diplomática. La excusa fue reaccionar ante el viaje a Nueva York, fechado el 22 de octubre de 1979, del Sha de Irán, Mohammad Reza Pahlevi, ciudad a la que acudió para ser sometido a un tratamiento contra el cáncer. El 1 de noviembre, el nuevo líder de Irán, el clérigo islamista chií, el ayatolá Ruhollah Jomeini, encabezó una revolución islamista que buscaba un nuevo gobierno, argumentando que el Sha era un «títere» de los intereses de Estados Unidos y que debía ser depuesto para imponer un nuevo gobierno, una república de carácter teocrático».

Cincuenta y dos estadounidenses fueron tomados como rehenes durante 444 días (del 4 de noviembre de 1979 al 20 de enero de 1981). Los rebeldes islamistas aseguraban que los ciudadanos cautivos serían liberados únicamente a cambio de la extradición del Sha a Irán para ser juzgado por «crímenes contra el pueblo iraní» en consonancia con las palabras del líder islamista, el ayatolá Jomeini, clérigo islamista chií de línea dura, con una retórica fuertemente antiestadounidense, denominando repetidas veces al Gobierno de Estados Unidos como «el Gran Satán» y «el enemigo del Islam».

El presidente Carter llamó a los secuestrados «víctimas del terrorismo y la anarquía» y añadió que su país no iba a ceder al chantaje y para evidenciar su posición, aprobó una misión secreta de rescate a cargo de fuerzas especiales, denominada Operación Garra de Águila, que terminó en un estruendoso fracaso.

En 1980, la muerte del Sha (el 27 de julio) y la invasión de Irak por parte de Irán en septiembre hizo a la Republica Islámica más propensa a la resolución de la crisis de los rehenes. En EE.UU., Carter perdió en noviembre de 1980 la reelección presidencial en beneficio de Ronald Reagan. Ese revés electoral fue atribuido por destacados analistas a los traspiés de Carter en el manejo de esa crisis.

La Cámara de Representantes estadounidense dirigió un mensaje a Irán «instándole a reconsiderar el problema de los rehenes». El Parlamento iraní contestó que «EE.UU. debía asumir las responsabilidades financieras y económicas derivadas de las acciones de Mohammad Reza Pahlevi: devolución de los fondos del Sha, cancelación de las demandas contra Irán, descongelamiento de los cuantiosos fondos iraníes en bancos estadounidenses y la promesa de no intervenir en los asuntos internos iraníes».

Ronald Reagan, el candidato presidencial republicano, aseguró que «aceptaría tres de esas condiciones y dejaría la decisión sobre los fondos a nombre del Sah en manos de los tribunales». Los rehenes fueron enviados a la base aérea de Fráncfort del Meno en la RFA, donde fueron recibidos por el ya expresidente Jimmy Carter (como emisario de la Administración Reagan), y desde allí tomaron otro vuelo a Washington D. C., donde recibieron la bienvenida como héroes.

Recordemos a continuación lo acontecido la noche del 23 de octubre de 2002, cuando en Moscú, un comando de cuarenta separatistas chechenos irrumpió en un edificio del centro de la capital rusa y secuestró a 916 personas, entre actores, trabajadores y público. Amenazaron con matar a los rehenes si las tropas rusas no se retiraban de su país.

¿Cómo fue el plan para liberarlos que causó una tragedia? Las Fuerzas Especiales «Alpha» y «Vimpel» irrumpieron en el Dubrovka con máscaras, lanzando granadas de gas y disparando sobre algunos secuestradores que no habían sido afectados por la primera oleada de gas. Según testimonios de algunos rehenes que permanecían despiertos, las fuerzas especiales ejecutaron disparándoles a la cabeza a todos los miembros de comando que estaban dormidos. Después sacaron a los rehenes inconscientes y los fueron apilando en el piso del hall y en las escaleras, para que enfermeros y médicos los trasladaran en ambulancias hacia los hospitales más cercanos, donde se habían montado operativos de emergencia.

El primer balance que dieron las autoridades rusas fue de 40 secuestradores muertos –es decir, todos –, 67 rehenes asesinados por los chechenos, ninguna baja entre las fuerzas de seguridad y más de 750 personas liberadas.

Mas recientemente, el pasado lunes 1 de octubre de 2022, el presidente de EE.UU., Joe Biden, perdonó y permitió la liberación de Efraín Antonio Campo Flores y Franqui Francisco Flores de Freitas, familiares del dictador venezolano, Nicolás Maduro, condenados en diciembre de 2017 en una corte de Nueva York a cumplir 18 años de cárcel por narcotráfico, a cambio de siete estadounidenses encarcelados que fueron traficados como rehenes en Venezuela.

Otro caso llamativo fue el que se desencadenó el pasado 18 de septiembre de este año, cuando cuatro hombres y una mujer estadounidenses que estuvieron encarcelados por años en Irán fueron liberados, después de que Estados Unidos descongelara seis mil millones de fondos iraníes que estaban retenidos en Corea del Sur.

El acuerdo de prisioneros se produjo cuando los funcionarios de Biden procuraban precisar a otros pactos con Irán para evitar conflictos, los medios de prensa reseñaban que, «se incluía un acuerdo para no imponer nuevas sanciones nucleares mientras Teherán limitara su enriquecimiento de uranio que podría usarse para un arma nuclear, según Estados Unidos e Irán».

El proceso de intercambio de rehenes que hoy ocupa la atención del mundo, se está dando entre Israel y Hamás para liberar personas secuestradas a cambio de una pausa en la ofensiva en Gaza. Se han cumplido siete días consecutivos de intercambio de rehenes por presos, en el marco de un acuerdo de alto al fuego temporal que entró en vigor el pasado viernes 17 de noviembre y que, finalmente, el pasado viernes llegó a su fin.

Los informes divulgados indican que «Hamás ha liberado a 60 rehenes israelíes como parte del acuerdo, además de otros 21 extranjeros, uno de ellos con doble ciudadanía ruso-israelí. El Gobierno de Israel, por su parte, ha excarcelado a 150 presos palestinos y se espera que entre hoy y mañana libere a 60 más. Israel declaró la guerra a Hamás el 7 de octubre tras un ataque del grupo islamista, que incluyó el lanzamiento de más de 4.000 cohetes y la infiltración de unos 3.000 milicianos, que mataron a unas 1.200 personas y secuestraron a más de 240 en comunidades israelíes cercanas a la Franja de Gaza».

En Italia, Aldo Moro, un intelectual y un paciente y hábil negociador, dotes que certificó en múltiples oportunidades sorteando exitosamente conflictos internos en su partido, fue secuestrado por militantes de las Brigadas Rojas y asesinado por Mario Moretti en 1978.

En Colombia son parte de la historia los innumerables actos irregulares llevados a cabo por la narcoguerrilla de las FARC, con un 40 % de los casos, seguida de los grupos paramilitares (24 %) y el ELN (19 %), que perpetró 9.538 secuestros en el tiempo de sus ajetreos.

En Uruguay, el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T), comúnmente conocido como Tupamaros, palabra que tenía su origen en la sublevación indígena que había ocurrido en el Virreinato del Perú en 1780, encabezada por el líder indígena José Gabriel Condorcanqui, Túpac Amaru II, y que fue reprimida con dureza por los españoles. La estela de secuestros realizados en Uruguay y Perú es muy larga y cruenta.

Lo mismo pudiéramos relatar de los movimientos que en Argentina se dedicaban a esas operaciones. Uno de esos sonados casos sucedió la noche del 16 de septiembre de 1999, cuando la normalidad que se vivía en Villa Ramallo, a 200 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires, se vio alterada al comenzar el desarrollo del espectacular asalto al Banco Nación que desencadenó en una toma de rehenes en medio de una explosión sangrienta de disparos que marcaron la historia policial argentina.

Venezuela también ha tenido su historial de secuestros que se realizaban en nombre de «revoluciones», quedaron para la posteridad el relacionado con el afamado futbolista español Alfredo Di Stéfano, quien en 1963 fue mantenido en cautiverio en condición de rehén. Paúl Del Río, hijo de republicanos españoles, fue el hombre que bajo el seudónimo de Máximo Canales lideró el comando guerrillero que llevo adelante la captura del astro del Real Madrid en Caracas.

William Frank Niehous un empresario estadounidense y presidente de Owens-Illinois en Venezuela que fue secuestrado en 1976 por guerrilleros de la llamada izquierda revolucionaria, por cuya liberación exigían a cambio millones de dólares. Su secuestro era el más largo en la historia política de Venezuela, con una duración de tres años y cuatro meses, superado por el secuestro que han hecho de las instituciones del país y de millones de venezolanos en estos 25 años los cabecillas del chavomadurismo.

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