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Juan Ignacio Brito

La revolución Milei en la hora cero

Lo que propone Milei es un cambio cultural: un retorno a la grandeza extraviada por medio de una estrategia de desarrollo basada en el liberalismo económico

Javier Milei durante su discurso de toma de posesión como presidente de Argentina

Javier Milei parece haber dejado atrás el descontrol y la estética libertaria punk que marcaron su meteórico ascenso a la Casa Rosada. Más circunspecto, el «león» se adentra ahora en la gestión de gobierno.

A través de una interminable cadena de anuncios y medidas radicales, el presidente argentino mantiene el control de la agenda y descoloca a una oposición que hasta ahora se despliega con timidez.

Lo que está en juego es un giro de 180 grados en un país que durante mucho tiempo ha vivido del recuerdo de un esplendor perdido y ha sufrido crisis tras crisis en una sostenida decadencia.

Milei, por el contrario, asegura que Argentina volverá a «florecer» –como le dijo a la emocionada anfitriona televisiva Mirtha Legrand– y para ello receta medicina fuerte: una brusca devaluación del peso, el Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) que presentó por cadena nacional de televisión y el «proyecto ómnibus» que envió al Congreso.

Mientras el analista Joaquín Morales Solá afirma que el país se halla ante «el cambio más grande que se recuerde», su colega Carlos Pagni considera que «el gobierno está inspirado por un espíritu revolucionario».

Como se puede apreciar, la «vía argentina hacia el capitalismo» tiene expectantes a moros y cristianos, porque lo que propone Milei es un cambio cultural

La izquierda no ha demorado en criticarlo. «Aunque Milei plantea lo contrario, no es más que un aspirante a oligarca disfrazado de ‘new age’», acusa el columnista Cristián Rodríguez desde el periódico izquierdista Página12.

Como se puede apreciar, la «vía argentina hacia el capitalismo» tiene expectantes a moros y cristianos, porque lo que propone Milei es un cambio cultural: un retorno a la grandeza extraviada por medio de una estrategia de desarrollo basada en el liberalismo económico, pero gestionada desde un gobierno que centraliza el poder y acumula atribuciones.

El mapa, sin embargo, no es lo mismo que el territorio. La aplicación práctica del plan de Milei enfrenta una serie de obstáculos que el presidente deberá sortear si aspira a concretar su revolución y despertar a la Argentina largamente dormida. Aquí, un listado de ellos.

El tiempo: caída y recuperación

Una encuesta de la consultora Taquion publicada recientemente señala que los argentinos están dispuestos a darle tiempo a las reformas del gobierno, pero no tanto como este pretende.

Los cambios estructurales que está impulsando la Casa Rosada generarán en el corto plazo duros efectos, especialmente en lo que se refiere a la inflación. Antes de estabilizar la moneda, la economía atravesará por un período de hiperinflación.

Los analistas estiman que es posible que la inflación escale hasta una variación interanual de 450 % a mediados de 2024

Los analistas estiman que es posible que la inflación escale hasta una variación interanual de 450 % a mediados de 2024 y que la pobreza (actualmente dos quintos de la población) aumente antes de que la situación comience a mejorar.

Según explicó el ministro de Economía, Luis Caputo, se requiere sincerar el valor del peso, restringir severamente el gasto público, cancelar contratos del Estado, fusionar y eliminar ministerios, disminuir al mínimo la discrecionalidad en las transferencias de fondos a las provincias.

Caputo ha dicho que «este es el camino correcto, y si vamos por el otro, inevitablemente vamos a ir a un escenario de mayor pobreza, inflación y sufrimiento. Argentina es un país rico en recursos naturales y humanos, y si hacemos los deberes que nunca hemos querido hacer, permitámonos soñar con volver a ser ese gran país que hace 100 años el mundo entero admiraba».

El problema es que el gobierno ha sostenido que necesita unos dos años para que el país vea la luz al final del túnel.

Sin embargo, el sondeo de Taquion revela que la expectativa de los argentinos es bastante distinta. Un cuarto de los consultados (25,4 %) espera resultados positivos de uno a dos meses, mientras que 29,6 % está dispuesto a aguardar entre dos y seis meses. El 28 % se inclina por un plazo de seis meses a un año; 10,2 % por uno a dos años. Y apenas 6,8 % se muestra más paciente y acepta el período de dos años planteado por la Casa Rosada.

¿Es constitucional el DNU?

El miércoles 20 de diciembre, escoltado por su gabinete y su vicepresidente, Milei dio a conocer desde el Salón Blanco de la Casa Rosada el DNU –83 páginas y 366 artículos– a través del cual pretende aplicar 300 medidas para cambiar el modelo económico argentino y «comenzar el camino de la reconstrucción».

Aunque detalló solo 30, bastó para señalar la magnitud del cambio al que aspira: desregulación del comercio, la industria, y los servicios, eliminación de distorsiones de precios, derogación de leyes, privatización de empresas del Estado, libertad contractual, reforma del Código Aduanero para facilitar el libre comercio, competencia en los servicios médicos y farmacéuticos, fin del monopolio de las agencias de turismo.

El decreto prolonga por dos años el estado de emergencia económica

El decreto prolonga por dos años el estado de emergencia económica, período durante el cual el gobierno estará habilitado para dictar decretos que reformen o sustituyan la legislación hoy vigente.

De inmediato surgieron las dudas respecto de la constitucionalidad del DNU. El ordenamiento legal establece la posibilidad del gobierno por decreto en caso de una emergencia evidente.

No está claro que este sirva para introducir reformas que ordinariamente deberían ser discutidas a través de proyectos de ley enviados al Congreso. La Constitución reformada en 1994 entrega al Legislativo un rol en la ratificación de los DNU. De hecho, en el paquete de reformas sometidas al Congreso, el gobierno incluyó la aprobación del DNU.

La oposición ha apuntado que el «megadecreto» de Milei rompe con el equilibrio y la separación de poderes que establece la Carta Fundamental

La Asociación Civil Observatorio del Derecho a la Ciudad presentó una demanda ante la justicia para declarar «la inconstitucionalidad y la nulidad absoluta e insanable del Decreto de Necesidad y Urgencia N° 70/2023».

La justicia acogió a trámite la demanda. De esta manera, el DNU enfrenta ahora una amenaza en el frente judicial, con el objetivo de detener el decreto que el periódico opositor Página12 critica ingeniosamente como «Mi Ley».

No solo la izquierda reclama contra la legalidad del DNU. El liberal Roberto Cachanosky, ex aliado de Milei, acusó que el presidente «pide que el Congreso declare emergencia pública en materia económica, financiera, fiscal, previsional, de seguridad, defensa, tarifaria, energética, sanitaria, administrativa y social hasta el 31 de diciembre de 2025. Lo que pide es violar el artículo 29 de la Constitución Nacional. Que lo pidan los Kirchner se entiende, porque son autocráticos; pero que se pida en nombre del liberalismo es inadmisible».

La resistencia sindical

Junto con desregular el mercado laboral, uno de los puntos centrales del DNU busca restarles poder a los influyentes sindicatos y centrales obreras, históricamente dominadas por el peronismo y fuentes de corrupción.

Todo esto ha puesto en pie de guerra a los sindicatos. La poderosa Confederación General del Trabajo (CGT) y las dos Centrales de Trabajadores de Argentina (CTA) han organizado protestas contra el plan del gobierno.

Miles de personas se reunieron frente a los tribunales para protestar. El propósito de los dirigentes es organizar «cientos» de manifestaciones con el objetivo final de «voltear el decreto», según indicó el dirigente de la CGT Héctor Daer. La estrategia sindical pretende resistir al DNU «en la política, en la justicia y en las calles», añadió Daer.

Patricia Bullrich, dio a conocer un «protocolo antipiquetes» que busca sancionar y multar a los que protesten de manera ilegal y provoquen destrozos

La CGT decidió convocar a un paro de 12 horas para el 24 de enero –el primero desde mayo de 2019, cuando gobernaba el centroderechista Mauricio Macri–, a la vez que convocó a una manifestación en contra del DNU y el proyecto de «ley ómnibus» enviado al Congreso.

Consciente de la habilidad histórica del peronismo para movilizarse a través de grupos organizados de «piqueteros» que obstruyen la circulación, recurren al bloqueo, la amenaza e incluso a la violencia, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, dio a conocer un «protocolo antipiquetes» que busca sancionar y multar a los que protesten de manera ilegal y provoquen destrozos. También reveló públicamente los teléfonos de los dirigentes sindicales.

Todo esto ha enardecido más aún a los sindicatos y las organizaciones de izquierda. La calle será otro frente clave en el que se dará la batalla por la «revolución Milei».

Campos minados en el Congreso

Con el ingreso del «proyecto de ley ómnibus», un paquete de normas que complementa el DNU y que será abordado por el Congreso en sesiones extraordinarias durante enero, el gobierno de Milei abrió un nuevo flanco en su proyecto: la discusión legislativa.

El problema más obvio para la Casa Rosada es que carece de mayoría en ambas cámaras, lo cual lo obligará a buscar acuerdos y, seguramente, a ceder en algunos puntos esenciales.

Tanto el bloque Cambio Federal como la Unión Cívica Radical (exmiembros del centroderechista Juntos por el Cambio) han sostenido que el gobierno debe dividir el proyecto para evitar una tramitación compleja y que su eventual judicialización termine trabándolo.

Pero la Casa Rosada ha planteado que no lo hará, pues busca forzar una definición pronta a través de la presión de la opinión pública sobre los diputados y senadores de esos bloques, los peronistas moderados y los del PRO (el partido del expresidente Mauricio Macri).

Milei sabe que tiene poco tiempo y que necesita operar con celeridad

De esta forma, Milei pretende obviar su debilidad legislativa (la Libertad Avanza tiene apenas 37 de 257 diputados y 7 de 72 senadores) obligando a los congresistas a tomar definiciones rápidas durante el período de «luna de miel» del mandatario con la opinión pública.

Milei sabe que tiene poco tiempo y que necesita operar con celeridad. Se está jugando al todo o nada con acciones decisivas y radicales cuyo éxito o fracaso determinarán el curso de su gestión.

La izquierda critica que el proyecto «de ley de bases y puntos de partida para la libertad de los argentinos» es autoritario y regresivo.

Según la diputada Myriam Bregman (Partido de los Trabajadores Socialistas), la propuesta «junta todos los reclamos de las clases dominantes desde 1955 a la fecha»; en cambio, Ramiro Marra, diputado de La Libertad Avanza (el partido de Milei), sostiene que el documento «tiene el potencial de transformar nuevamente a nuestro país».

El frente legislativo encuentra una suerte de espejo en la situación de los gobernadores provinciales. Las 23 provincias están bajo control de un espectro político fragmentado donde abundan los regionalismos y los caudillismos, lo cual los hace impredecibles.

El plan económico de Luis Caputo contempla disminuir una de las fuentes clave del déficit: las multimillonarias transferencias a las provincias. Una señal de lo que se puede venir en este frente la dio Maximiliano Pullaro, el gobernador (UCR) de Córdoba, quien criticó la manera inconsulta en que se procesó el DNU y puso una voz de alarma sobre el efecto que las medidas contenidas en él tendrían sobre el campo, la industria y el empleo, añadiendo que es necesario fomentar a los sectores productivos.

Lo que pide el moderado Pullaro, en definitiva, va en contra del sentido liberal de la reforma de Milei: solicita protección y políticas desarrollistas.

El carácter de Milei

Hasta ahora, el mandatario argentino se ha mostrado en una faceta presidencial, sin los exabruptos y los arranques emocionales que caracterizaron su carrera política.

Todo parece estar coreografiado con claridad, con una propuesta nítidamente definida por Federico Sturzenegger, el expresidente del Banco Central y aliado de Patricia Bullrich que está detrás del diseño de las reformas de Milei. Por el momento, lo radical del gobierno de Macri son sus medidas, no el presidente, quien ha logrado controlarse.

Conducir un proceso como el que impulsa Milei requiere nervios firmes. Es muy probable que el mandatario no los tenga y que, al revés, su inestabilidad emocional aflore en momentos de tensión, justamente cuando se requiere mantener el corazón caliente y la mente fría, como decía ese otro revolucionario, Vladimir Ilich Ulianov (Lenin).

  • Juan Ignacio Brito es periodista, investigador del Centro Signos y profesor de la Facultad de Comunicación de la Universidad de los Andes en Santiago de Chile.