Riadas en Valencia
«Varias personas murieron por bajar a mover el coche»: el absurdo de perder la vida por intentar salvar el coche
Más allá de rezar, en una situación de este tipo es realmente complicado saber cómo actuar y el momento en el que conviene salir de un coche
Hace falta tiempo y distancia para llegar a comprender las dimensiones de la tragedia que se ha vivido en Valencia. Una tragedia en la que los coches fueron protagonistas en unos casos por la imprudencia de algunos y en otros por simple desconocimiento.
Entre los miles de testimonios que han podido oírse estos días hay uno especialmente impactante si tenemos en cuenta el sinsentido detrás de la imprudencia que cometieron algunos que en aquel momento no conocían las dimensiones de lo que estaba sucediendo.
De casa al infierno
«Varias personas han muerto por bajar a mover y aparcar el coche en un sitio seguro», confirmaba ayer a una emisora de radio una testigo que vivió en primera persona todos los acontecimientos.
Es el testimonio de muchos valencianos que vieron desde su balcón cómo la crecida de los ríos y el desbordamiento de los barrancos anegaba sus calles y con ello como sus coches salían flotando y los dejaba navegando a merced de la corriente.
Cuestión de instinto
En estos casos el instinto manda y no es extraño que algunos propietarios salieran de la seguridad de sus viviendas y se aventuraban en las calles para poner a salvo los coches.
Algunos lo lograron, tal y como dicen otro testimonio, pues consiguieron ponerlo al resguardo de la cubierta de una gasolinera, pero otros muchos no volvieron ni con coche ni sin él.
Dicen también los testigos que cuando algunos de estos conductores bajaron a la calle a poner a salvo su vehículo aún no había llegado la riada, que llegó de forma absolutamente inesperada y con una fuerza y una violencia salvaje, lo que hizo que se los llevara por delante sin alternativa posible.
Conviene saber que en este tipo de siniestros y aunque los seguros no nos cubran, el Consorcio de seguros siempre va a dar cobertura y por encima de todo no existe coche en el mundo que justifique el valor de una vida humana.
Basta echar un vistazo a la mayor parte de las ciudades afectadas, incluida Valencia, para descubrir que todas tienen río, que una vez se desbordó se sirvió de las calles, caminos, carreteras y avenidas para canalizar el agua hacia el mar. Una trampa perfecta que arrastró todo a su paso.