Ángel Silva (1936-2023)
Un Ángel se ha marchado al cielo
Muere el cofundador de Mensajeros de la Paz, Ángel Silva, amigo desde la infancia, ambos han dedicado su vida a los más necesitados y vulnerables
Ángel Silva
Silva dejó el sacerdocio en 1972 para casarse con Clementina Olmo, con la que tuvo dos hijos, Ángel y María Teresa Silva, y más tarde, tres nietos. Una vida plena, cuyos restos mortales serán incinerados en el Tanatorio de Cabueñes, a las 12:30 horas este miércoles
Mensajeros de la Paz ha informado este martes del fallecimiento en Gijón de Ángel Silva a los 87 años, cofundador junto con el padre Ángel de la organización, y ha subrayado que su «dedicación y compromiso» con las personas que más sufren «será siempre una inspiración» para todos los trabajan en la entidad.
La Asociación Mensajeros de la Paz nació en octubre del año 1936 en la ciudad de Oviedo (Asturias, España) con el nombre de «Cruz de los Ángeles», por iniciativa de dos jóvenes recién ordenados sacerdotes: el Padre Ángel García Rodríguez y el Padre Ángel Silva.
Desde entonces su prioridad ha sido siempre la promoción humana y social de las personas más desfavorecidas de la sociedad, atendiendo a las distintas realidades sociales tanto a nivel nacional como internacional.
En ese entonces, la Asociación estaba formada por un colectivo de personas movilizado por una especial sensibilidad social hacia el sector de la marginación infantil y juvenil. Estos jóvenes sacerdotes emprendieron una aventura destinada a la atención y el cuidado de niños desamparados, carentes de hogar y familia, a los que se les ofreció la posibilidad de vivir en un ambiente adecuado para favorecer su desarrollo personal y social con valores familiares y así poder integrarse en la sociedad, además de impedir su institucionalización y marginación capacitándolos para independizarse y organizar su propia vida.
Fue en Oviedo donde tuvo lugar la apertura de la primera casa-familia, en la cual se albergaba a unos doce menores, jóvenes e incluso adultos que vivían en la calle. Se trataba de un hogar abierto, sin límites de edad ni de problemática; un lugar donde todos tenían un techo, una cama, compañía y comida, para que esos jóvenes no pasaran su infancia y adolescencia en un orfanato.
Sus métodos fueron absolutamente novedosos en la España de esos años: lo principal era el bienestar y el fomento de la personalidad de los niños en vez del rigor de la disciplina o la uniformidad que entonces regía en los centros educativos. Pero quizá lo más revolucionario es que fueron, desde un primer momento, hogares mixtos, donde los hermanos no hubieran de separarse sólo por ser chico o chica.
Desde entonces, Ángel Silva y el padre Ángel decidieron dedicarse a las personas más vulnerables y cumplieron su sueño de crear hogares, casas de familia donde los más pequeños (algunos abuelos y abuelas a día de hoy) tuvieran nombre y apellido y pudieran contar con educadores y evitar así su ingreso en unos hospicios ya desaparecidos en España.
Posteriormente, 'La Cruz de los Ángeles' se convirtió en 'Mensajeros de la Paz', una organización que ya está presente en más de 75 países y cuenta con más de 1.000 trabajadores y 300 voluntarios.
Silva será siempre recordado por la historia que contaba con frecuencia sobre un niño que se llamaba Salvadorín:
«Salvador fue uno de los primeros niños que acogimos. Hijo de una familia desestructurada, cuando oía discutir a sus padres decía: 'No riñáis que lloro'. De este niño aprendí eso de que 'sólo ante Dios y un niño debemos de ponernos de rodillas'».
Silva dejó el sacerdocio en 1972 para casarse con Clementina Olmo, con la que tuvo dos hijos, Ángel y María Teresa Silva, y más tarde, tres nietos. Una vida plena, cuyos restos mortales serán incinerados en el Tanatorio de Cabueñes, a las 12:30 horas este miércoles.
Desde Mensajeros de la Paz expresan su «más sentido pésame» a la familia y amigos de Ángel Silva, así como a todas las personas que lo conocieron y trabajaron con él, y destaca que siempre será «una inspiración para todos» los que trabajan en la ONG.