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Joe Lieberman

Joe LiebermanEFE

Joe Lieberman (1942-2024)

El demócrata más atípico

Apoyó sin reservas a Bush en la Guerra de Irak y a punto estuvo de ser candidato a la Vicepresidencia con John McCain después de serlo con Al Gore.

Joe Lieberman estuvo a punto de convertirse en el primer vicepresidente judío de la historia de Estados Unidos de haber ganado, junto al candidato a presidente, Al Gore, la ajustadísima elección presidencial de 2000. Al final, después de un interminable recuento y la consiguiente judicialización de la disputa, un fallo de la Corte Suprema terminó otorgando la victoria a George W. Bush y a Dick Cheney.

Joe Lieberman
Nació en Stamford (Connecticut) el 24 de febrero de 1942 y falleció en Nueva York el 27 de marzo de 2024

Joseph Isadore Lieberman

Un demócrata más bien conservador

Licenciado en Ciencias Políticas por Yale, doctor en Derecho por la misma universidad, fue fiscal general de Connecticut entre 1983 y 1989, y senador federal por ese Estado entre 1989 y 2013.

La condición de judío de Lieberman, senador por Connecticut durante cuatro legislaturas consecutivas, constituía un aspecto esencial de su personalidad y también de su trayectoria política: además de su apoyo incondicional a Israel en sus votaciones en el Capitolio y en multitud de declaraciones públicas, seguía los mandatos de su religión a rajatabla -se negaba, sin ir más lejos, a hacer campaña electoral los sábados- hasta el punto de proyectar una imagen algo moralista. En esa línea, fue de los pocos demócratas que reprocharon a Bill Clinton sus amoríos extramatrimoniales con Mónica Lewinsky.

Nada extraño si se tiene en cuenta que era un hombre de firmes convicciones que respetaba en cualquier ocasión, incluso cuando implicaba saltarse la disciplina de su propio partido. La demonstración más vistosa de esa línea de conducta se plasmó en 2002, cuando promovió, en compañía del republicano John McCain, la resolución senatorial que autorizaba la invasión de Irak deseada por el presidente Bush y llevada a cabo a principios de 2003.

Tan fervoroso fue el apoyo de Lieberman a la estrategia iraquí de Bush que, en 2008, McCain, a la sazón candidato republicano a la Casa Blanca, pensó en él como como acompañante. De nuevo, al igual que en 2000, para postular a la vicepresidencia. Sin embargo, las posiciones favorables al aborto de Lieberman frustraron aquella opción. Por entonces, el Partido Republicano acababa de iniciar un giro netamente conservador y la designada para concurrir con McCain fue la gobernadora de Alaska, Sarah Palin, cuyos planteamientos estaban más en sintonía con los nuevos vientos que soplaban en el Grand Old Party.

La exclusión de Lieberman del ticket de McCain no fue óbice para que hiciera campaña a favor de este último y en contra de Obama, con el que nunca congenió. Esta elección presidencial de 2008 significó el punto álgido del enfrentamiento entre Lieberman y el Partido Demócrata en el que llevaba militando más de cuatro décadas.

El primer encontronazo había tenido lugar dos años antes, durante la contienda por uno de los dos escaños senatoriales de Connecticut: el aparato demócrata local se decantó por otro candidato frente a un Lieberman que pretendía pasar seis años más en Washington. El senador saliente aceptó el retó y batió sin dificultades a su rival. El arraigo local y la experiencia de Lieberman jugaron a su favor: su balance en el Congreso de Estados Unidos era encomiable, se compartieran o no sus planteamientos.

Fue él quien impulsó la creación de un nuevo ministerio, el Departamento de Seguridad Interior -cuya utilidad está hoy fuera de toda duda-, en respuesta a los atentados del 11 de septiembre de 2001; también lanzó, desde el Capitolio, las primeras advertencias sobre el contenido violento de algunos videojuegos. Visión global compaginada con preocupaciones de los ciudadanos de a pie: características de un político de raza. Es lo que era Lieberman.

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