Isabelle Coutant-Peyre (1953-2024)
La maldad vestida con toga
Abogada de terroristas de todo pelaje, terminó casándose con uno de los más sanguinarios: Illich Ramírez, conocido como «Carlos»
Isabelle Coutant-Peyre
Abogada
Procedente de la burguesía católica, abogada desde 1979, dos años después inició una irreversible deriva hacia la extrema izquierda, plasmada en su matrimonio con «Carlos» y en la defensa de terroristas adscritos a esa ideología o caracterizados por su odio a Occidente.
Al ser preguntada en un programa televisivo acerca de la dificultad de mantener encuentros íntimos con un condenado a cadena perpetua, la abogada Isabelle Coutant-Peyre respondió con cruda ironía que tenía «un marido ideal que me deja en paz todas las noches». Solo que el marido ideal era Illich Ramírez Sánchez, conocido como «Carlos», uno de los terroristas más sanguinarios de la era contemporánea, que ante los jueces reconoció ser responsable de la muerte de 1.500 personas, «80 de ellas asesinadas con mis propias manos».
Coutant-Peyre y «Carlos» habían cruzado sus miradas por primera vez en 1997 en la cárcel parisina de La Santé, donde el terrorista –detenido tres años antes por agentes franceses en Jartum, capital de Sudán– aguardaba, en régimen de prisión preventiva, ser juzgado por un triple asesinato. Coutant-Peyre, que acababa de incorporarse a su equipo de letrados, cayó rendida ante sus encantos.
Ambos unieron sus destinos en 2001, por el rito musulmán -religión a la que se había convertido el terrorista-, aunque sin validez legal en Francia, al no haber sido precedida por un matrimonio civil. Daba igual: ella defendió a su ya marido en todos sus juicios pendientes en suelo galo. Sin éxito alguno, pues «Carlos» pasará el resto de sus días entre barrotes.
El compromiso, profesional y personal para con Carlos no fue una excepción en la trayectoria de Coutant-Peyre. Más bien formaba parte de una línea de continuidad ideológica, iniciada en 1981, cuando se puso al servicio –más adelante abriría su propio bufete– de Jacques Vergès (1925-2013), uno de los abogados más polémicos de Francia, defensor de Kieu Sanmphan, uno de los líderes de los jemeres rojos, de terroristas y de todo aquel que exhibiera credenciales antioccidentales.
Entre los clientes de su aventajada discípula figuraban, además de «Carlos» –al que consideraba un político como los demás– dos antisemitas confesos y dubitativos en relación con el Holocausto judío de la Segunda Guerra Mundial –el filósofo Roger Garaudy y el humorista Dieudonné–, el terrorista de Al Qaeda Zacarías Mussaui, el terrorista argelino Meruan Benahmed, miembro del Grupo Islámico Armado, causante de la guerra civil de los noventa, del supremacista negro Kémi Saba, o de Ali Riza Polat, uno de los principales implicados en los atentados de enero de 2015 en París.
La peculiar abogada jamás expresó remordimiento alguno por sus actuaciones o por la identidad de sus defendidos: lo reivindicó todo hasta el último día.