Arquitecto y, sobre todo, humanista

Antonio Fernández Alba era, oficialmente, y sin que la lista sea exhaustiva, catedrático de Elementos de Composición de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid, miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y arquitecto honorario por los Colegios de Profesionales de Colombia. Asimismo, fue doctor honoris causa por las universidades de Valladolid, Alcalá de Henares y la Politécnica de Cartagena.

Todos estos cargos reflejan que era uno de los arquitectos más brillantes de la España contemporánea, con un estilo propio, sin que estuviese adscrito firmemente a ninguna escuela arquitectónica en particular: ni modernista recalcitrante, ni nostálgico de épocas pasadas. Y de ambos estilos a la vez. De ahí la variedad de sus realizaciones, que abarcan todas las facetas de la arquitectura.

La modernista está plasmada, sin ir más lejos, en Casa de Cultura de Vitoria, el Edificio Politécnico del Campus Universitario de Ciudad Real. En Madrid, sus huellas más perceptibles son el Tanatorio de la M-30, el Centro de Investigaciones Biológicas del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Por lo que respecta a la conversión del antiguo Hospital San Carlos en el actual Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, se puede decir que Fernández Alba adapta lo tradicional a lo contemporáneo.

En cuanto a su faceta más clásica, se percibe en las restauraciones de la Plaza Mayor de Salamanca, su ciudad natal, y del Palacio Ducal de Pastrana (Guadalajara), llevando a cabo esta última con Carlos Clemente. La actividad polifacética de Fernández Alba se extendió a dos funciones que desempeñó: la de director del Instituto de Restauraciones del Patrimonio Histórico Español, y la de presidente, entre 1987 y 1990, del Patronato del Museo de Arte Contemporáneo, sin olvidar su condición de miembro del Patronato del Museo del Prado.

Como personalidad de naturaleza humanista, Fernández Alba también dejó una obra escrita, que va desde libros estrictamente técnicos como «El diseño entre la teoría y la praxis», o «De varia restauratione: intervenciones en el patrimonio arquitectónico» a otros más asequibles para un público más amplio, como «El Escorial, metáfora en piedra». Una de sus publicaciones más originales es el estudio que hizo sobre el edificio que alberga desde 1894 a la Real Academia Española, de la que formó parte a partir de 2006.