Un socialista de antigua y honesta cosecha

Leocadio Marín lo fue casi todo en el PSOE de Andalucía: presidente de la Diputación de Jaén entre 1979 y 1982, primer delegado del Gobierno de Felipe González en la Comunidad Autónoma, parlamentario autonómico y consejero de Agricultura entre 1990 y 1993. Se puede decir que este último cargo fue un premio de consolación por no haber sido designado candidato del PSOE a la Junta de Andalucía como sucesor de José Rodríguez de la Borbolla. En su lugar, la cúpula socialista nombró a Manuel Chaves.

Tal vez Marín, procedente del Partido Socialista Popular de Enrique Tierno Galván, fue víctima de la guerra de clanes, entre guerristas y renovadores, que entonces asolaba al partido. Estando Marín nítidamente adscrito al sector que entonces encabezaba el entonces todopoderoso vicepresidente del Gobierno y vicesecretrario general del PSOE. Como por aquella época, principios de los noventa, Alfonso Guerra padecía el fuego, nada amigo, de sus rivales políticos debido al escándalo de corrupción protagonizado por su hermano Juan, el ajuste de cuentas también dejó víctimas entre sus aliados: Marín era uno de ellos.

El último cargo local que desempeñó fue el de alcalde de su ciudad natal, Baeza, cuyos destinos rigió entre 2007 y 2015. De esa manera, certificaba su regreso a la política activa catorce años después de haberla dejado. Una forma de entender las cosas que encaja mal con las costumbres que imperan en España. Más aun si se tiene en cuenta que era para ocupar una función de inferior rango a las que anteriormente había ocupado. Sí que resultó criticable, en cambio, que le sucediera al frente de Baeza una sobrina suya, pese a que el proceso fue impecable desde el punto democrático.

A nivel nacional, Marín sonó en más de una ocasión para incorporarse a uno de los gobiernos encabezados por González. Tuvo que conformarse, entre 1986 y 1990, con la presidencia de la Cruz Roja Española, que el PSOE también incorporó a su órbita