Artífice del diseño industrial a la española

Miguel Milá era el pequeño de los nueve hijos del destacado empresario y político catalán de principios del siglo XX José María Milá Camps, miembro del Partido Conservador, presidente de la Diputación de Barcelona durante la dictadura del general Miguel Primo de Rivera y fugaz diputado a Cortes entre 1919 y 1920, a quien Alfonso XIII concedió el condado de Montseny. Su abuelo paterno, José Milá Pi, también fue, por su parte, alcalde de la Ciudad Condal, también por el Partido Conservador.

Mas el retoño no estaba muy por la labor de perpetuar la saga. No, al menos, por esos derroteros: al igual que uno de sus hermanos mayores, Alfons, empezó a estudiar Arquitectura. Aunque abandonó esa formación –«el día más feliz de mi vida», llegó confesar en una entrevista– para dedicarse en cuerpo y alma al diseño industrial, sí que utilizó, en un primer momento, los medios logísticos del estudio arquitectónico que su hermano había fundado con Federico Correa para iniciar su andadura en una materia que, en la España de los años 50 aún se encontraba en fase embrionaria.

Uno de sus primeros encargos fue el despacho de su tía carnal, la escritora Nuria Sagnier; si bien el auténtico despegue de su actividad se produjo por medio de una baza que supo aprovechar con habilidad: el progreso económico de España favorecía el desarrollo del diseño industrial. La sintonía entre ambos procesos permitió a Milá –que ya disponía de su propio estudio, Tramo, acrónimo irónico de Trabajos Molestos– elaborar desde principios de los sesenta diversos modelos de lámpara, aún en uso, como Tmc, Tmm y Cesta, en cuyo diseño combinó la madera con el vidrio.

Conservador de estilo y apariencias, innovador de temperamento, Milá era, ante todo, un artesano, apasionado por el material de ferretería, distante para con las modas y polifacético en la medida que era capaz de diseñar una escalera original, un matamoscas, una manilla de puertas o el cenicero paragüero «Túmbalo». Una trayectoria harto original que empezó a ser recompensada en 1987 con el primer Premio Nacional de Diseño, compartido con André Ricard Sala. Posteriormente recibió la Cruz de Sant Jordi o el Premio Nacional de Cultura de Cataluña y, hace unos meses, el Madrid Design Festival Award. El próximo 2 de septiembre iba a ser galardonado por la Ciudad de Barcelona.