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El astrolabioBieito Rubido

Están locos

Actualizada 01:38

Por razones que no vienen al caso, conocí el dolor humano razonablemente pronto en mi vida. El dolor profundo, íntimo e intransferible de quien se deprime. Por eso tengo una especial sensibilidad ante quienes arrastran esa perniciosa compañía y, hasta cierto punto, me siento legitimado para hablar de ello. Me irrita que, una vez más, la extrema izquierda vuelva a instrumentalizar desde su ideología el sufrimiento de los demás. Y no solo utilizándolo como arma política, sino también despreciando a quien de verdad lo está padeciendo, consciente o inconscientemente. El proyecto de ley que sobre salud mental quieren sacar adelante podemitas y sanchistas –los socialistas ya no existen en España– es un atentado al sentido común y al rigor de los investigadores. En el texto del anteproyecto se cita más de setenta veces la palabra «social» pero ni se mencionan «cerebro» o «salud mental». Se cargan la profesionalidad de médicos, psiquiatras y psicólogos, ignoran a las agencias del medicamento –española y europea– y vuelven a reinventar una situación inherente al hombre desde la noche de los tiempos. Nos quieren llevar de nuevo a otra larga travesía por el dogmatismo, cuando en su día ya se evidenció su fracaso. Son inquietantes las manos que nos gobiernan. Por eso es tan trascendente saber votar bien. De hecho, es más preocupante la locura y la estupidez colectiva, la de los pueblos, que el desequilibrio puntual de una persona. Lo escribió Nietzsche en un momento tormentoso de Europa. Hoy, un siglo después, recupera toda su vigencia.

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