Los corderos y la loba solitaria
Cayetana dice ser muy pudorosa y defensora de la política con ética, lo que no le impide dedicar un extenso libro al autoelogio y poner chismes y conversaciones privadas al servicio del éxito comercial
Javier Milei es un economista y periodista reconvertido en líder político que acaba de conseguir el 17 por ciento de votos en Buenos Aires en las últimas elecciones legislativas de Argentina. Si los sufridos argentinos no tuvieran bastante con el rey de los populismos, el peronismo, ahora les ha salido una nueva variante típica del siglo XXI, y que se basa en comunicadores hábiles en el manejo de los medios de masas. Con el mensaje del populismo de siempre, que el pueblo es virtuoso y que la elite política y los partidos son nefastos. Dice Milei que «a los políticos los vamos a sacar a patadas en el culo», y creyéndose ya líder planetario, proclama sin sentimiento alguno de ridículo que él no vino a guiar corderos, sino a despertar leones.
El problema de los líderes populistas es que se creen los únicos leones frente a un mundo de corderos que solo ellos pueden salvar, de su propia estupidez e incapacidad, y de la maldad y mediocridad de los políticos, de todos menos de ellos mismos. Me recuerda a Cayetana Álvarez de Toledo, y no por su común país de origen y tierra de muchos amigos míos, sino por su exitoso e inquietante populismo. Cayetana no se llama leona a sí misma en su libro, pero sí loba solitaria, guerrera valiente y auténtica que guía al decadente pueblo español hacia su salvación. Salvación de todos esos políticos incapaces y amorales entre los que ella ha trabajado durante más de una década, salvación de ese Partido Popular que nunca da la talla y traiciona una y otra vez a sus votantes, a pesar de sus heroicos y solitarios esfuerzos por mantener el rumbo y los principios.
Los líderes populistas tienen una enorme fe en lo que dicen, fruto de desmedidas egolatrías. Y son capaces de afirmar, por ejemplo, que todos y cada uno de los líderes del PP, desde Mariano Rajoy a Pablo Casado, han sido un desastre, unos incapaces o unos cobardes. O para fabular sobre un papel trascendental que jamás tuvieron. Como esas conversaciones con Pablo Casado en las que Cayetana se presenta como la auténtica líder que aconsejaba y dirigía al presidente, su segundo en su febril imaginación. Cayetana apenas habla de Ciudadanos, sobre todo para no reconocer su propio fracaso como impulsora y defensora de toda aquella movilización contra el PP de Rajoy. Pero sí le recuerda también a Albert Rivera su propia superioridad. No la ficharon en C’s, dice, porque podía hacerle sombra a Albert.
El líder populista es un hábil manipulador de las masas, de sus corderos, de ahí que tenga como principio fundamental evitar cualquier crítica al pueblo virtuoso. El malvado es el político y el pueblo es la víctima. Sin responsabilidad alguna. Dos únicas líneas entre casi quinientas páginas cuestionan a una pequeña parte del pueblo, los votantes nacionalistas. El resto es inocente. Ni una palabra sobre tanta dejación, tanto silencio, por ejemplo, de ese pueblo constitucionalista vasco que dejó solos en primera línea, no solo a los guardias civiles, a los policías nacionales, a los fiscales, a los periodistas, sino también a los políticos, que sí dieron la cara contra ETA.
Pero, claro, el pueblo inocente es el mercado de los populistas, que quieren corderos y no leones. Corderos dispuestos a adorar al líder, por encima de cualquier razón. Milei, que lleva un elaborado cardado fijado con abundante laca, les dice a sus corderos que él va despeinado. Y defensor del liberalismo, justifica sus numerosos plagios con la afirmación de que no cree en la propiedad intelectual. Cayetana dice ser muy pudorosa y defensora de la política con ética, lo que no le impide dedicar un extenso libro al autoelogio y poner chismes y conversaciones privadas al servicio del éxito comercial.