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Vidas ejemplaresLuis Ventoso

Ay, Meritxell

Hace partidismo cutre desde la presidencia del Congreso y tacha de inconstitucional al PP, cuando a su jefe lo sostienen los peores enemigos de la Carta Magna

Actualizada 09:01

Ay, Meritxell. Llevas 17 años de diputada en Madrid. Incluso has sido por unos meses ministra de España. Sánchez te ha colocado ahora en la presidencia del Congreso, la tercera magistratura del Estado. Pero en cuanto se rasca un poco te sale lo que llevas en el alma. Batet, de 48 años, es una nacionalista catalana, indulgente –casi genuflexa– con la bancada separatista, irascible y dura con los partidos constitucionalistas de la oposición. En 2013, cuando ocupaba la secretaría general Rubalcaba –que con toda su cínica zorrería era un figura comparado con este inframundo del sanchismo–, Batet fue sancionada junto a otros 13 diputados del PSC en el Congreso. Les cayó a cada uno una multa de Ferraz de 600 euros. ¿Por qué? Pues por romper la disciplina de voto para apoyar, entusiasmados, una propuesta de CiU a favor de un referéndum soberanista para Cataluña. Esa era nuestra Meritxell. Y no ha mejorado.

Batet pudo estudiar gracias a las becas del tremebundo Estado español, ese que dicen que machaca a Cataluña. Se convirtió en profesora de Derecho Constitucional. Pero visto su comportamiento, ir a sus clases debe ser algo así como estudiar a Hegel con Lionel Messi como docente. Las leyes que regulan nuestro Parlamento establecen que «la Presidencia de la Cámara se configura como una institución imparcial más allá de la confrontación partidista». Por eso resulta insólito, o si prefieren inadmisible, que Batet aprovechase los actos del Día de la Constitución para zurrarle a saco al PP en su discurso. Al margen de que su cargo le impide comportarse así y de que no era el día ni el momento, hace gala de una miopía galopante. En la víspera, los partidos separatistas que sostienen a su jefe habían publicado un comunicado conjunto contra la Constitución, pues consideran que «violenta» sus derechos (traducción: es el dique legal que les impide declarar a la brava la independencia de sus regiones). Resulta obvio donde tiene un problema España. Pero Meritxell, nacionalista de corazón y sanchista para todo lo que haga falta, omite a la panda independentista y al populismo neocomunista en sus críticas, porque a su juicio el problema de España y su Constitución es… ¡Casado! Para Meritxell, Otegui y Rufián son los encantadores socios que han hecho posible el diálogo, y Abascal y Casado, unos ultras apestados a los que hay que cercar con un cordón sanitario. Así de simple es lo que bulle bajo los rulos rubios de Meritxell y su verbo quedo.

Derrapa también la jurista cuando advierte enojada contra la «judicialización de la política». Según ese repetido mantra, si un gobernante o u partido se saltan las leyes, ¿qué alternativa queda? ¿Hacer el avestruz para no «judicializar la política»? ¿Permitir que su arbitrariedad prime sobre las leyes que nos obligan a todos? Sánchez ha sido tres veces condenado por el TC por sus abusos autoritarios contra nuestras libertades durante la aplicación del estado de alarma. ¿Qué tenía que hacer Vox, el partido que con toda la razón lo denunció? ¿Callar y aplaudir al César autoritario?

Ay, Meritxell. No observas la imparcialidad que exige tu cargo y confundes el arbitraje de la Cámara con un rodillo doctrinario al servicio ciego de tu jefe. The Beatles se separaron con acritud. En 1971, Lennon publicó una canción ácida contra su ex socio, McCartney, cargada de reproches. Se titulaba «¿Qué tal duermes?». Nos sirve para Batet: ¿Qué tal duermes, Meritxell? ¿Cómo le queda a una la conciencia tras un espectáculo como el de ayer a las puertas del Congreso?

(PD: Tradicionalmente, la Puerta de los Leones del Parlamento solo se abría para los Reyes, o en grandes ceremonias de Estado. Desde el año pasado se abre también para el Gobierno de Sánchez. Los gestos los delatan. Se creen los elegidos que mudarán para siempre este país imponiendo el imperio del «progresismo» perpetuo y un Estado federal de taifas aisladas. El líder de las Juventudes Socialistas ya hace campaña abiertamente por la República. El presidente del Gobierno está sostenido por los peores enemigos de España, mientras brama contra los defensores de la unidad nacional, el Rey y la Corona. Esta gente tiene un plan).

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