Cuentas y cuentos del sanchismo
Desde su llegada a Moncloa, Pedro Sánchez se ha distinguido por la mentira, hasta el punto de que cuando miente lo hace con una sinceridad abrumadora, y por la arbitrariedad y opacidad en su gestión
En economía es sabido que lo que no son cuentas, son cuentos y de cuentas anda justito e incierto el «sanchismo» mientras que de cuentos y propaganda está sobrado. Admito mi incapacidad para aclarar cuántos millones de euros han recalado ya en España procedentes de los fondos europeos de recuperación; cuántos se han repartido y quién decide, (supongo que su «sanchidad», como diría Carlos Herrera), el reparto o los criterios seguidos sobre la dación y destino del maná de Bruselas para aliviar la maltrecha economía postpandémica. Bueno, es algo que ignoro yo y al parecer también el propio Gobierno, que reconoce su desconocimiento sobre el alcance y montante de los euros Next Generation que han llegado a las empresas procedentes de la Unión Europea. Empresarios, por su parte, que se quejan por el parón burocrático que frena la recepción de la pasta.
Sabemos, en cambio, que CCOO y UGT, pastueños y serviles con el «sanchismo», trincarán 110 millones de euros para la «rehabilitación energética» de sus sedes sindicales que como sugieren el presupuesto y su finalidad, poco tienen de economía productiva o que habrá dinerito para que Iceta contente a algunos autores con viajes al extranjero en busca de musas e inspiración o para hacer muchos carriles bici que inevitablemente nos retrotraen a las rotondas del Plan E de Zapatero que nada aportaron al PIB, ni a la creación de empleo, a pesar de los miles de millones empleados y, por tanto, dilapidados.
Hasta ahora, el Gobierno, mal que le pese a Sánchez, Bolaños o Lastra, ha evidenciado con esto de los fondos europeos un déficit de transparencia notable y una inquietante política informativa discriminatoria consistente en llamar a la prensa amiga y vetar a la crítica como ocurrió con la reunión, más propagandística que informativa, convocada por Moncloa para atajar y aclarar las dudas y sospechas denunciadas por el PP. Casado y los suyos sostienen la hipótesis, nada descabellada, de que parte del dinero de Europa puede utilizarse para pagar favores, beneficiar a los amiguetes o hacer clientelismo político y están en posición de prevenga.
Desde su llegada a Moncloa, Pedro Sánchez se ha distinguido por la mentira, hasta el punto de que cuando miente lo hace con una sinceridad abrumadora, y por la arbitrariedad y opacidad en su gestión. Una falta de transparencia que le ha supuesto incumplir con otra más de sus promesas, la de regenerar nuestra democracia. No nos resulta extraño, por tanto, que el primer partido de la oposición exija cuentas claras, rigor presupuestario y control del reparto de los dineros europeos destinados a reconstruir economía y tejido empresarial. Según las cuentas del PP, las comunidades gobernadas por el PSOE reciben un 40 por ciento más de fondos europeos por habitante que las regidas por los populares. Los territorios bajo administración socialista perciben unos 300 euros por ciudadano mientras que los gobernados por el PP cuentan con 238 euros.
Madrid, aunque en términos absolutos es la segunda comunidad con mayor presupuesto comunitario para la reconstrucción, contabiliza 180 euros por madrileño frente a los 413 euros de un extremeño y es la que menos tiene por habitante. Esas cuentas y la asignación directa de nueve millones a cada una de las comunidades amigas y afines, (País Vasco, Navarra, Valencia y Extremadura ), mientras eran excluidas las demás, han impulsado los recursos populares ante el Supremo y las denuncias en Bruselas que tanta contrariedad generan en el Ejecutivo.
La oposición, en ese sentido, cumple con su cometido exigiendo a los 22 ministros del Gobierno socialcomunista que expliquen en el Congreso los mecanismos de control y los criterios que se siguen para la distribución de miles de millones de euros a empresas y comunidades. La respuesta del Gobierno y del PSOE, sin embargo, a esa demanda democrática de rendición de cuentas y de transparencia, para evitar corruptelas, arbitrariedades y despilfarro, ha sido acusar al PP de antipatriota y de hacer el ridículo en Bruselas por sus sospechas, pero conociendo a Sánchez, las suspicacias y recelos de la oposición están sobradamente justificados. Y me temo que nos llevaremos más de una sorpresa desagradable.