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Vidas ejemplaresLuis Ventoso

Nos gobierna un peso pluma, una pena

Vídeos de gran líder mundial, pero Biden no llama. Lastimoso tener un presidente cuyo ego es inversamente proporcional a lo que pinta en el mundo

Actualizada 11:11

No desvelo secreto alguno: nos gobierna el presidente más narcisista de nuestra democracia, un político enamorado de sí mismo. Su aparato de propaganda nunca duerme y él camina levitando, como contemplándose en un espejo invisible. Pero por desgracia para los intereses de España, tal desparrame de ego es inversamente proporcional a lo que pinta el personaje en el mundo. Nos gobierna un peso pluma de prestigio exterior nimio, lo cual supone un pésimo negocio para España (sí conserva cierto respeto foráneo Felipe VI, a pesar de que este Gobierno ha ido reduciendo su agenda en el extranjero, porque solo puede brillar Mi Persona).

La Moncloa distribuía el sábado un vídeo en el que Sánchez simulaba monitorizar la crisis de Ucrania. Su interpretación era digna de los premios Razzie, los «Oscars» a las peores películas. La patochada propagandística era de tal calibre que parecía tomada de una comedia de Berlanga. Con mirada láser de intensidad suprema y morretes fruncidos, el presidente trabajaba muy atareado en su despacho, «en permanente contacto con la OTAN y los líderes europeos», a decir de Moncloa.

Como me comentaba ayer un amigo, los españoles «somos un pueblo con mucho sentido del humor y bastante mala leche». Así que al respetable le faltó tiempo para comparar las imágenes del gran líder providencial con el teléfono de Gila. Con sus chuflas, el pueblo volvió a demostrar que es sabio, porque al día siguiente del vídeo en el que Sánchez coordinaba a la OTAN y la UE llegó la ducha escocesa de la realidad, de lo que ocurre fuera de la burbuja de propaganda que hoy es España. Biden convocó una videoconferencia con los líderes europeos y dejó fuera a Sánchez (siendo España un aliado tradicional de Estados Unidos, un socio de la OTAN y un país con dos bases americanas en su territorio).

¿Por qué desprecia el Gobierno demócrata del primer país del mundo al actual presidente español? Pues por una razón bien sencilla: no hay peor tarjeta de presentación que un Ejecutivo formado por socialistas y comunistas. ¿Resulta fiable para EE.UU. un Gobierno con ministros simpatizantes de las tiranías de Venezuela y Cuba; políticos cuyo partido, Podemos, incluso recibió en su día aliento financiero de ellas? ¿Resulta fiable un PSOE cuyo anterior presidente, Zapatero, ejerce como un vidrioso lobista que rema en favor de la dictadura de Maduro? ¿Resulta fiable para EE.UU. un Gobierno donde parte de sus ministros se muestran en esta crisis más cercanos a Putin que a Washington?

Sánchez llegó al poder proclamando pomposamente que devolvería a España «a su lugar en el mundo». El resultado es que con él hemos descendido a Regional Preferente. La diplomacia hace aguas. Llevamos meses con el boquete de Marruecos abierto, hemos perdido una oportunidad histórica en Gibraltar al hilo del Brexit y en la UE solo pintamos algo a la hora de las fotos (porque Sánchez mide 1,90 y en cuanto asoman las cámaras procura colocarse como sea a la vera de los que mandan).

España disfrutó de un cierto peso internacional en la etapa de Aznar, que se lo tomó en serio y mantuvo una línea diplomática coherente. Hoy con el presidente TikTok, Pasarela Díaz, Chuletón Garzón, Irene Trans y Nadia No Me Entero me temo que no nos hacen demasiado caso. Y eso –ay– se paga en inversiones, empleos, seguridad y prestigio.

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