Diplomacia de precisión
Montero ha explicado la solución para poner fin a la guerra que, por otra parte, no es guerra sino invasión criminal: «La única forma real, efectiva y eficaz para parar los pies a Putin y de estar al lado del pueblo ucraniano, es defender y aplicar la diplomacia de precisión». Y se ha quedado tan ancha
El refugio de los tontos es el silencio. El silencio y la discreción. He conocido a tontos solemnes que han alcanzado altas responsabilidades públicas y privadas gracias a su contención en la palabra. El heredero del marqués de Setenil de las Bodegas, universalmente conocido por Bobby Setenil, era un tonto muy trabajador. Pero su padre le obligó a vivir de las rentas y le ingresaba un sueldo todos los meses a cambio de que no pusiera los pies en el negocio familiar. Lo decía con tristeza y sin malicia: «No vivo de las rentas por mi culpa. No soy un vago. Sucede que mi padre ha llegado a la conclusión de que soy completamente tonto». El marqués de Setenil de las Bodegas tenía más conchas que un galápago, y en un viaje en coche con su hijo Bobby, le puso a este en prueba: «¿Sabes Bobby, que este año el Jueves y el Viernes Santo caen en lunes y martes?». A Bobby le pareció bien que el Jueves y Viernes Santo cayeran en lunes y martes, y comentó con inocente candor: «Pues menudo lío se va a armar con las procesiones».
El marqués zanjó abruptamente el asunto. «Hay que ser tonto para creer que el Jueves y el Viernes Santo caen este año en lunes y martes. Bobby, no puedo desheredarte, pero sí prohibirte que pises la oficina de nuestra empresa familiar». Fue moderadamente feliz, siempre con dinerito en el bolsillo y muy reincidente en la única gracia que tenía. Cuando le presentaban a un desconocido, después del obligado «mucho gusto» o «encantado», le preguntaba: «¿Y a ti te gustan los toros?». Y si le respondían afirmativamente, decía: «Pues tienes el mismo gusto que las vacas». Y se tronchaba de risa. Pero fuera de este chiste, fue un tontísimo discreto y silencioso. Como no podía ir a trabajar, se especializó en representar a su padre en los entierros, y quedaba muy bien.
La síntesis es la que sigue. Putin ha ordenado que el Ejército ruso, uno de los más poderosos del mundo, invada Ucrania para incorporarla a Rusia. Centenares de muertos militares y civiles. Niños masacrados. Un millón de refugiados. Ciudades destruidas. Sangre, dolor y lágrimas de un pueblo heroico que resiste. El mundo, menos cuatro gatos, unido anímicamente con Ucrania pero remiso a defender a los ucranianos por miedo al asesino. Caen las bombas, disparan los carros de combate, y Ucrania arde. En España, la ultraizquierda podemita y los herederos de la ETA defienden a Putin, pero pretenden engañar. Y ahí surge la tonta. Pero no una tonta discreta y silenciosa como el hijo del marqués, sino una tonta deslenguada y vehemente, que saltó de ser cajera de la cadena Saturn a ministra por méritos de sumisión a un machista. Cuando la vehemencia se deja acompañar de la majadería más profunda, surgen ejemplares como el de marras. La ministra Belarra de Podemos ha acusado al PSOE de «Partido de la Guerra». Ella forma parte del Gobierno y no ha dimitido. Son muchos euros los que deja de percibir con su dimisión. Y su compañera de necedades, Irene Montero, ha explicado con su habitual vehemencia descerebrada la solución para poner fin a la guerra que, por otra parte, no es guerra sino invasión criminal: «La única forma real, efectiva y eficaz para parar los pies a Putin y de estar al lado del pueblo ucraniano, es defender y aplicar la diplomacia de precisión». Y se ha quedado tan ancha. He consultado con insignes diplomáticos, en activo y retirados, y a la pregunta «¿en qué consiste la diplomacia de precisión?», me han respondido «ni idea». Uno de ellos, más castizo, ha sido más rotundo: «Ni puta idea». Excepto en la memez, que todo lo preciso busque la precisión es plausible y recomendable.
Esta ministra imprecisa y fronteriza con el analfabetismo y la supina ignorancia, nada tiene de discreta y silenciosa. Es por ello, una tonta con balcones a la calle, una tonta en permanente exposición. Caen las bombas, caen los ucranianos y algunos rusos, caen machacados los civiles, niños y mujeres, y esta deshabitada de neuronas nos recomienda la diplomacia de precisión. Se trata de una botarate de imprecisión segura. Una cursi rebuscada que no dice nada porque si dijera lo que piensa tendría que refugiarse en su chalé millonario y dejar de derrochar 500 millones de euros en los chiringuitos de sus amigos.
En ese aspecto, es muy precisa.