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Cosas que pasanAlfonso Ussía

Confusión permanente

El sectarismo, el sesgo y la majadería sometida a la ignorancia de la ministra Raquel Sánchez no son superables

Actualizada 03:27

Si me hubieran preguntado ayer quién es Raquel Sánchez, habría respondido que una presentadora de televisión. Jamás que la Ministra de Transportes y Movilidad, que es lo lógico, porque todo transporte tiene que tener presente que su principal cometido es la capacidad de moverse con fluidez y prontitud. Las ministras socialistas se parecen mucho entre sí, y algunas de ellas, para hacerle la vida más agradable a Pedro Sánchez, también ofrecen mucha similitud con la esposa del presidente del Gobierno, Begoña Gómez. Raquel Sánchez es una de ellas. Podría pasar por ser la hermana gemela de Begoña Gómez. Las ministras de Podemos son diferentes. Yolanda Díaz de perfil es inconfundible, si bien Ione Belarra e Irene Montero con la mascarilla acoplada en el rostro, pueden dar el pego. Miran igual de mal y para colmo, la expresión de sus ojos no supera a la de un besugo en una jornada de celebración submarina.

Hace pocos meses falleció, y lo lamento de veras, la escritora Almudena Grandes. Con el fin de aprobar los presupuestos municipales, el alcalde de Madrid José Luis Martínez Almeida, accedió a las presiones socialistas y podemitas y nombró a Almudena Grandes Hija Predilecta de Madrid. «No lo merece, pero los presupuestos hay que sacarlos adelante». Más o menos es lo que declaró el regidor de la Villa y Corte amén de capital de España. Almudena Grandes escribió sin destacar en nada, excepto su militancia ideológica. Lo hizo bien a su manera y gusto, sencillamente, pero nada más.

En uno de esos desayunos insoportables que se convocan en Madrid, la invitada fue Raquel Sánchez o Begoña Gómez. Para mí, que la primera, porque en el mural se anunciaba que la invitada era la ministra de Transportes y Movilidad. Y nos anunció gozosa, que se proponía bautizar a todas las grandes estaciones de ferrocarriles con nombres de mujeres destacadas. Así, la estación Puerta de Atocha de Madrid, « por una España más próspera, moderna, y comprometida con el desarrollo sostenible, pasará a llamarse Puerta de Atocha-Almudena Grandes». ¡Caray con Almudena Grandes! ¡Qué tabarra con la pobre mujer! Y después de la estación y el nombramiento de Hija Predilecta de Madrid, ¿qué? ¿El Parque del Buen Retiro-Almudena Grandes? ¿El Palacio Real-Almudena Grades? ¿El Museo del Prado-Almudena Grandes? ¿El Estadio Santiago Bernabéu-Almudena Grandes?

Madrid tiene en su haber y en su Registro muchas mujeres destacadas. Desde Santa María de la Cabeza –esposa de San Isidro Labrador–, a la duquesa Cayetana de Alba, la locura de don Francisco de Goya. María de Molina, Manuela Malasaña, Catalina de Aragón –nació en Madrid–, La Calderona, Rosario Weiss, Clara Campoamor, María de Zayas, Maria Isidra de Guzmán, La Fornarina, Rosario de Acuña… y sin contar con las Reinas de España –Isabel II y Leticia–, y María de las Mercedes de Borbón, madre del Rey Juan Carlos I. Pero no. «Por una España más próspera, moderna, y comprometida con el desarrollo sostenible» la elegida es Almudena Grandes, una sobrevalorada escritora de izquierdas del montón.

El sectarismo, el sesgo y la majadería sometida a la ignorancia de la ministra Raquel Sánchez no son superables. Menos mal que Dolores Ibarruri nació en Gallarta, Vizcaya. Y que Pilar Rahola lo hizo en Barcelona. En fin…

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