¿Qué quedará de España?
El opio del pueblo, que ahora es la televisión, actúa de bálsamo, pero España no puede estar peor gobernada. Los datos son muy tercos
Mi admirado Federico Jiménez Losantos escribió en 1979 una serie de artículos que después publicó bajo el título Lo que queda de España. Más de cuarenta años después de aquella colección de clarividentes ensayos, toca preguntarse qué quedará de nuestra nación cuando Sánchez se haya ido. Siempre quiero pensar que todo irá a mejor, pero, en la Breve historia del saber, Charles Van Doren también nos advierte de que todo puede ir a peor, aunque la humanidad haya avanzado de estadio en estadio a lo largo de los siglos. En ocasiones hay frenazos. A veces los pueblos, en este caso España, arrastran la maldición de los malos gobiernos. El opio del pueblo, que ahora es la televisión, actúa de bálsamo, pero España no puede estar peor gobernada. Los datos son muy tercos. A nada que se analicen todos los indicadores de nuestra economía, no hay ni una sola razón para el optimismo. Los partidos antisistema y anti-España están más envalentonados que nunca, ya que Sánchez los considera socios estratégicos. Nuestra política exterior nunca estuvo en peor nivel: Marruecos nos torea, Estados Unidos no nos considera, en Hispanoamérica estamos desaparecidos y en Europa sorprendemos negativamente. Hasta el canciller alemán, Scholz, ha mostrado su disgusto con el actual inquilino de la Moncloa. Así que, si enseñamos mal a los niños, formamos peor a los universitarios, gestionamos la economía con las tripas, la política exterior nos convierte en un actor de tercer nivel internacional y, por si fuera pequeña nuestra maldición, no creemos en nuestro país, la pregunta es obligatoria: cuando se vaya Sánchez, ¿qué quedará de España?
