Fin de la mascarilla: ¿salimos más fuertes?
No se preocupen ni se desmoralicen, muy pronto desde el Gran Hermano audiovisual que rinde pleitesía a la Moncloa actual, nos dirán que todo ha sido maravilloso, gracias al gran timonel
Ya se puede usted quitar la mascarilla en el interior de cualquier lugar, pero también puede dejársela. Llega el fin de esa obligación, cuya necesidad se negó al principio, sin que todavía sepamos exacta y oficialmente cuántos muertos supuso esta peste. Todo en la gestión de la pandemia de la covid por parte del Gobierno central fue una tormenta. Se dedicaron más a la propaganda que a administrar la crisis sanitaria. Decían que íbamos a salir más fuertes, pero las estadísticas dicen lo contario. A saber: una de las mayores ratios de mortalidad de Europa, dos estados de alarma inconstitucionales, más pobres que hace dos años y la gestión más opaca de los fondos europeos que se conoce, realizada de manera arbitraria por el propio Gobierno, sin que la opinión pública tenga conocimiento de dato alguno. Lo importante, sin embargo, era la anécdota, para algunos no tan anécdota, de suprimir la obligatoriedad de las mascarillas en los recintos cerrados. Hubiese sido bueno un debate en el Parlamento español no solo sobre la supresión de las mascarillas, sino sobre el balance de estos dos años tan singulares de los que hemos salido ciertamente tocados: unos en la salud, otros en el ánimo y la mayoría, en el bolsillo. No se preocupen ni se desmoralicen, muy pronto desde el Gran Hermano audiovisual que rinde pleitesía a la Moncloa actual, nos dirán que todo ha sido maravilloso, gracias al gran timonel. ¡Qué importante es la acción crítica en una democracia!