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Perro come perroAntonio R. Naranjo

Un Pegasus para Sánchez

Pegasus nació para protegernos de tipos como Sánchez, no para ayudarle a él a ser el caballo de Troya de todos los enemigos de España

Actualizada 02:26

Tenemos un presidente que, por sus decisiones, sus alianzas, sus silencios, sus excesos, sus mentiras y sus trampas es un candidato inmejorable para ser sometido a Pegasus por razones de Estado.

Todo lo que ha hecho para llegar al cargo y conservarlo es peor que todo lo que hicieron, hacen y harán todos y cada uno de los objetivos legales del CNI, de quienes no se espera otra cosa que dañar a España.

Ganó las Primarias del PSOE mintiendo a los militantes y conspirando contra sus compañeros. Echó a Rajoy usando una sentencia inducida por un juez amigo con un párrafo falso para criminalizarle y regalarle a él una coartada barata. Juró el cargo poniendo como ejemplo de su política la dimisión de un ministro alemán por hinchar su currículum mientras él plagiaba su tesis.

Prometió a sus electores que jamás pactaría con Podemos ni con el separatismo y vendió el Gobierno, cinco minutos después, a todos los insurgentes con acento caribeño, vasco o catalán. Ocultó la amenaza de la COVID-19 para no suspender el 8M y después confinó y arruinó ilegalmente al país entero para tapar la huella de su negligencia.

Declaró secreto de Estado, mientras prometía transparencia y se saltaba todas las imposiciones legales, todas sus andanzas con el Falcon, el Puma y las Marismillas. Enchufó a amigos hasta en el último rincón del Estado. Liberó a etarras mientras ignoraba a sus víctimas. Indultó a golpistas investigados seis meses antes por constituir una amenaza a la seguridad nacional, a sabiendas de que redoblarán sus impulsos golpistas.

Privatizó la gestión de los Fondos Europeos para transformarlos en un PER gigante con la intención de imponer un régimen clientelar de paguitas, ayuditas y peonadas. Asaltó la justicia con leyes caciquiles frenadas en el último momento por Europa. Transformó el Congreso, la Fiscalía General del Estado o RTVE en sucursales del partido más allá de todo límite conocido. Promulgó leyes que atentan contra la educación, la vida o la libertad. Acorraló a un Rey y desterró a otro mientras repatriaba terroristas a sus pueblos entre homenajes impunes.

Y finalmente, se calló un espionaje, probablemente de Marruecos, cronológicamente previo a su cambio de postura unilateral, sin respaldo del Parlamento, en el Sáhara.

Nada de lo que ha hecho Sánchez responde al interés nacional, al discutible pero legítimo programa de un gobernante con ideas propias que, sin embargo, conoce y respeta las reglas del juego y entiende su carácter efímero y los límites de sus funciones.

Todo es trampa, truco, abuso, mentira y silencio, con un único nexo en común: eternizarse en un poder que logró espuriamente gracias a una banda organizada que le chantajea a diario y consigue su objetivo.

Sánchez es la principal amenaza contra la nación, y que ese peligro proceda de la propia Presidencia convierte su caso en una excepción mundial: todos los países tienen enemigos, pero ninguno más lo sitúa en la cúspide del poder que debería dedicarse a combatirlos a todos. Sánchez es la X de los problemas de España, el topo infiltrado en el cuartel general y el agente doble que provoca todos sus males.

Pegasus nació para protegernos de tipos como Sánchez, no para ayudarle a él a ser el caballo de Troya de todos los enemigos de España.

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