El horadado
Sánchez necesitará un océano de por medio para sentir sus nalgas libres de patadas y sus oídos de insultos, imprecaciones y otras lindezas verbales
Ha vuelto a soltar una mamarrachada. No se recomienda enfadarse o disgustarse con él. «Hoy España y Euskadi son dos países libres». Delante del Rey. Creo que nos hemos equivocado con Sánchez, al que anteayer califiqué de mala persona. Las encuestas le auguran un viaje sin retorno a un paraíso fiscal o una dictadura comunista que le ofrezca albergue. Sánchez sabe que, perdida su condición de presidente del Gobierno, no podrá disfrutar del retiro de un ciudadano libre. Le preguntaron a Cánovas a qué se dedicaba cuando alternaba las presidencias del Gobierno con Sagasta. «Descanso, visito librerías, paseo por El Retiro y espero que me llame el Rey para sustituir a Sagasta». Sánchez no visitará librerías de viejo porque jamás ha entrado en alguna de ellas. Y no podrá pasear por el Retiro. Hasta los jubilados que juegan a la petanca intentarían darle un bolazo en la chochola. Sánchez, en España, y después de arruinarla política, social y económicamente, no encontrará la tranquilidad del EX. Algunos enterados saben ya su destino. La República Dominicana. Cuba y Venezuela no le convencen. Gobiernan los comunistas. Y las Islas Vírgenes, o Mónaco, o Liechtenstein, o Andorra, tampoco. En las Islas Vírgenes los millonarios fugados de sus países de origen se mueren de aburrimiento. Y Mónaco, Liechtenstein o Andorra están muy cerca de España. Necesitará un océano de por medio para sentir sus nalgas libres de patadas y sus oídos de insultos, imprecaciones y otras lindezas verbales. La generosa y olvidadiza memoria ovina de los españoles borró los desmanes de Zapatero. Y fue respetado cuando abandonó el Gobierno con España en la quiebra. Pero Sánchez ha superado sus fechorías. Y tengo entendido que no tendrá en su futuro problemas para llegar a fin de mes.
Un buen susto me llevé en Comillas en la tarde del pasado sábado. Como es sabido, aquí se valora exageradamente una obra de Gaudí, «El Capricho». El Capricho de Gaudí, aunque existe un movimiento cultural que pone en duda la autoría del proyecto. Lo cierto es que Gaudí no se dignó visitar Comillas ni un solo día para interesarse por la construcción de su multicolor desacierto. Me cegó el rojo carmesí del vestido de una invitada a una cena en El Capricho. Yo me hallaba muy cerca, en Fuente Real. Una rubia muy sonriente vestida de rojo chillón, medias blancas y zapatos de tacones bastante empinados. Cena con bogavantes. Ella, la vicepresidenta primera del Gobierno del Horadado, Nadia Calviño, se convirtió en la reina de la fiesta. Y como era la vicepresidente del Gobierno, repitió bogavante, ante la envidia del resto de los invitados. Y bailó. Porque España está como para que baile la vicepresidente económica del Gobierno. El Horadado definiendo a España y Euskadi «como dos países», y la vicepresidenta económica del Gobierno bailando en Comillas.
Esta gente vive con la desvergüenza horadada. Están llevando a España –con «Euskadi» incluido, porque lleva 700 años siendo España–, a la quiebra. En millones de hogares españoles, los precios de la luz, el gas y la gasolina han quebrado sus vacaciones. No llegan a fin de mes. Todo son impuestos y ocurrencias. Pero nos sobra el dinero para mantener con 600 euros mensuales a los que llegan de otros países y no han cotizado ni un solo día a la Seguridad Social que les atiende y ampara. Tenemos dinero para que Irene Montero y sus gorronas gasten más de 250.000 euros en un viaje de placer. Tenemos dinero para subvencionar chiringuitos socialistas, comunistas, podemitas y separatistas. Pero España empieza a advertir a los españoles que la bonanza está próxima a su fin. Y estos personajes, despedazándola y arruinándola. La culpa la tiene el presidente del cerebro horadado. Pero mucha responsabilidad cae sobre la rubia danzarina del Capricho de Gaudí, vicepresidente de la Economía española o de su ruina, gran degustadora de bogavantes y felina movedora del esqueleto bajo el vestido carmesí de su noche comillana.
Se acerca el fin del chollo, criaturas mías.