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Perro come perroAntonio R. Naranjo

Indultando a Griñán

El PSOE quiere indultarse a sí mismo para tapar la huella de un crimen que le benefició en toda España con un sistema que Sánchez reproduce mejorado ahora

Actualizada 01:30

4.000 personalidades de la política, la cultura, el periodismo y las variedades se han sumado a la petición de indulto a Griñán que, desde antes de hacerse firme la condena en el Tribunal Supremo, ya tenía firmada Pedro Sánchez, que se ha dejado puestas las llaves de las prisiones españolas con todo aquel delincuente cercano.

Sacó de ellas a Junqueras y la banda del procés; está dejando salir hasta a Txapote y a Parot e incluso, antes de ser presidente, votó a favor de que pudieran hacerlo los asesinos de Diana Quer o Laura Luelmo, que él es mucho más de criminalizar a todos los hombres por serlo, para no desairar a Irene Montero, que de mantener entre rejas a los verdaderos criminales.

Cómo no va a evitar que pise la trena el abuelete de los ERE si está siendo capaz de ayudar a salir al verdugo de Miguel Ángel Blanco y de los niños de la casa cuartel de Zaragoza. Algo que no mencionan los abajo firmantes del manifiesto «Pepe, sé fuerte» en favor de Griñán, en el que figuran los previsibles de siempre, donantes de ceja en tiempos para ayudar a Zapatero, y otros más sorprendentes como José Luis Garci, condenado al oprobio cinematográfico por no hacer películas que suenen a León de Aranoa y huelan a Ken Loach.

Pero indignarse demasiado por el caso particular del expresidente andaluz ya es una victoria del relato de Sánchez: prefiere que se discuta sobre la conveniencia o no de liberar a un septuagenario que de impedir que se borre la naturaleza de los hechos que le condenaron, de una gravedad sin precedentes.

Porque los ERE no solo fueron el desvío malversador y corrupto de al menos 680 millones de euros destinados a los parados y a las empresas en crisis sino también, y ante todo, el intento sostenido durante lustros de adulterar la democracia conculcando su mayor principio: la alternancia en el poder y la libertad de voto.

La trama montada en Andalucía, entre obscenas visitas a bares de lucecitas y atracones sindicales de crustáceos ya al borde de la extinción, impuso un régimen clientelar con el que se quiso, y se logró, comprar el voto de los electores y darle al PSOE, en toda España, una ventaja decisiva desde el control caciquil del 20 % del censo electoral nacional.

No ha habido victoria socialista en los últimos 30 años, en Andalucía y en las Generales, que no se explique en parte por la aportación del granero de votos andaluz, que es al recuento electoral lo que el Real Madrid o el Barça al ranking español en la FIFA: el PSOE no hubiera ganado sin Andalucía; y Andalucía no votaba en libertad.

Un sistema perverso que, con otro nombre y entre eufemismos, está repitiendo ahora Sánchez al calor de la crisis, distribuyendo en paguitas asistenciales de toda laya el dinero ajeno procedente del abrumador exceso confiscatorio de recaudación por la inflación y de los Fondos Europeos.

El PSOE, en fin, no está indultando a Griñán: intenta tapar la huella de su propio crimen, el que perpetraron sus delegados andaluces y les convirtió, en premio a los servicios prestados y los silencios asumidos, en presidentes también del partido.

Quizá este indulto individual sea un acto de temor a que los jefes de la trama hablen y delaten a sus compañeros, desde Felipe hasta Sánchez, pasando por Zapatero.

Y tal vez sea también, para algunos, un acto de humanidad con un señor mayor que ya no representa peligro público alguno, argumento que entiendo y hasta podría compartir siempre y cuando se aplique a casos similares e incluya una petición de perdón pública y una obligación, siquiera simbólica, de restituir lo robado.

Pero lo que es ante todo, y eso no se puede consentir, es un autoindulto para el PSOE, impulsor y beneficiario del mayor escándalo de la democracia, infinitamente superior a cualquiera de los latrocinios conocidos: nadie ha actuado así desde las propias instituciones, con dinero público, durante años y con el antidemocrático objetivo de perpetuar un pucherazo.

Eso no tiene indulto posible y menos en la España cacique de Sánchez, esa que asalta el Poder Judicial, controla los medios de comunicación con puño de hierro, extiende el PER hasta a los chavales de 18 años y aplica, mejorada, la receta del socialismo andaluz: el otoño del patriarca no puede reescribirse ahora como la primavera del chorizo.

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