El pueblo olvida

Parece evidente que cuando haya elecciones el año que viene habrá cambio de Gobierno. Encuesta que se publica, encuesta que da ganador al PP, sobre todo desde que Feijóo está a los mandos del partido. El gallego apunta a Moncloa y hasta Tezanos se rindió ante él en su CIS.

Feijóo se consolida como alternativa y podría formar fácilmente gobierno con Vox, pero queda todavía mucho partido por jugar. No puede confiarse y precisamente la confianza es algo que rebosa en Génova. Se ven ganadores antes de tiempo y eso en política es muy peligroso, como ya vio Vox en Andalucía. Abascal y compañía veían a Olona de vicepresidenta y acabó haciendo el Camino de Santiago peleada con medio partido.

Sánchez tiene las encuestas en una mano y en la otra el poder de convocar las elecciones cuando quiera. Jugará sus cartas lo mejor que pueda y llamará a las urnas cuando esté en su mejor momento, sabiendo que el tiempo corre a su favor y también en su contra. Cuantas más semanas pase en Moncloa, más oportunidades de enfadar al personal –nada difícil para él–, pero si eso ocurre aprueba un par de medidas electoralistas para refrescar el ambiente y problema zanjado. Si así ha conseguido recortar siete escaños a Feijóo en 30 días, por qué no va a funcionar también cuando lleguen las urnas.

La estrategia sanchista de comprar votos a base de medidas recuerda que el pueblo es tendente a olvidar. Ya ha relativizado que los precios suben un mes tras otro, que hay que vender el coche para llenar el depósito y que le mienten cada vez que le dan los datos del paro. Fomentar esa amnesia en el electorado es el objetivo de Sánchez, que sabe que solo le volverá a votar el 60 % de los que lo hicieron en 2019. Si rescata a parte de ese 40 % que le niega el voto, podría forzar un Frankenstein 3.0; si no, tendrá que cambiar el colchón.