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Cosas que pasanAlfonso Ussía

Brevedad

La evolución de nuestra selección la he leído aquí en El Debate, gracias a las extensas y documentadas crónicas de Mariano Rajoy

Actualizada 01:30

Ayer noche nos reunimos ocho amigos en el restaurante Cofiño de Caviedes. Se habló de todo, menos de fútbol. En otras ocasiones, y en pleno Mundial de fútbol la charla habría estado dominada por las referencias a la selección de España, su juego y sus posibilidades. Todos éramos aficionados. No existió el fútbol. Para mí, que este Mundial organizado por la Edad Media y que tantos beneficios personales han contribuido a enriquecer las cuentas corrientes de muchos dirigentes del fútbol, ya ha fracasado. He cumplido mi palabra y no he seguido ningún partido por televisión. La evolución de nuestra selección la he leído aquí en El Debate, gracias a las extensas y documentadas crónicas de Mariano Rajoy. Es decir, que no me he enterado de nada. Se trata de crónicas dadaístas, como aquellos billetes diarios de Julio Cerón en el ABC de los Luca de Tena brillantemente dirigido por Luis María Ansón. Cerón enviaba sus artículos desde París, y percibía por ellos una envidiable cantidad. El mejor de todos, el que se publicó un 23 de diciembre. Se titulaba Navidad y lo puedo transcribir textualmente gracias a mi prodigiosa memoria. Decía así: «Feliz Navidad y Año Nuevo. Julio Cerón». Resulta complicado sintetizar mejor. El ABC de Luis María era el refugio amable de los rechazados en otros medios. En las publicaciones sindicales nadie leía, y por ello no se publicaban, los artículos del honesto dirigente sindical Marcelino Camacho, fresador en la Perkins. Camacho, en mi opinión, era una buena persona a pesar de ser dirigente de Comisiones Obreras. Tip le dedicó una canción de cuna.

Duérmete, niño mío,
​Que viene el CCOO CCOO
​Y castiga al patrono
​Que paga poco.

Los billetes de Cerón competían con los artículos a toda página que muy de cuando en cuando le publicaba ABC a Marcelino Camacho, previo paso por el inolvidable Jefe de Colaboraciones, subdirector de ABC, gran poeta y maravillosa persona José Miguel Santiago Castelo. –Otro coñazo de Marcelino-. Y me lo mostraba. También, gracias a mi prodigiosa memoria recuerdo su título, que animaba a la lectura apasionada. «Conclusiones posteriores a los enfrentados debates en el XXIII Congreso de Comisiones Obreras en el sector de la Minería Leonesa». Los lectores huían despavoridos, pero como decía Ansón «sólo el ABC, el gran periódico monárquico, publica los artículos de Marcelino Camacho», y tenía razón. Bieito Rubido, que fue un extraordinario director de ABC, tiene ese sentido del humor gallego que concede la bruma y la sabiduría, el sentido de humor y de la imaginación de Álvaro Cunqueiro, José María Castroviejo, Torrente-Ballester, Ángel Fole o Alvite. Y como lo conozco y tampoco le interesa en demasía este Mundial, le ha encomendado a Rajoy las crónicas de los partidos de España, más abrazadas al dadaísmo de Julio Cerón que al abrumador expansionismo literario-sindical de Marcelino Camacho. Y ha acertado plenamente, porque según me dicen los que siguen los pormenores de este Mundial nacido de la corrupción y el desatino, la actuación de la selección española no merece crónicas ni críticas excesivamente esforzadas.

Cuando estrenó una comedia en el Infanta Isabel, Fernando Lázaro Carreter, autor avergonzado de los guiones de las películas del maño Paco Martínez Soria, un malvado crítico teatral le endilgó la siguiente reseña versificada.

Cristo a Lázaro, en buena hora
​Lo levantó en un instante.
​A este Lázaro de ahora
​No hay Cristo que lo levante.

Pues eso. Que lo breve, aunque no se entienda, es muy de agradecer.

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