La purga del PSOE honra a Leguina
¿Quién quiere formar parte de una organización que hoy se dedica a legislar a la orden de los separatistas contra los intereses generales de España?
Sánchez ha purgado a Joaquín Leguina. Es el único socialista que ha presidido la Comunidad de Madrid (desde 1983 a 1995) y además fue diputado del PSOE hasta 2008. Lo ha expulsado del partido sin pestañear, en plan macarra, cuando peina ya 81 años. ¿Su delito? Una foto con Ayuso, la peste, la archienemiga.
Nicolás Redondo, también socialista de vieja escuela, preside una fundación llamada Alma Tecnológica, centrada en la integración de discapacitados. El 22 de abril de 2021, a las puertas de las autonómicas del 4 de mayo, Isabel Ayuso visitó sus instalaciones en calidad de presidenta para conocer un proyecto llamado «equinoterapia», consistente en mejorar la vida de esas personas mediante el trato con caballos.
Leguina, que es patrono de la fundación, también estuvo presente. Con sus rostros tapados por las mascarillas del covid, ambos se hicieron una foto con Ayuso. Expediente fulminante. Alta traición para el Partido Sanchista (antaño PSOE). Redondo se ha salvado. Pero Leguina, militante socialista desde hace 47 años, ha sido laminado por Sánchez. No es ningún desdoro. Al revés.
Entre los dirigentes del PSOE del siglo pasado existe un acuerdo casi universal en que su partido ha emprendido una senda desdichada con Zapatero, que se ha agravado hasta el extremo con su sucesor. Es del dominio público que a Redondo y Leguina les gusta tanto Sánchez como a mí el muermo infinito de Luis Enrique. Los dos veteranos socialistas, uno con más diplomacia que el otro, se han pasado años expresando sus críticas frente al desbarre del actual PSOE, lo cual es legítimo y necesario. Lo lamentable sería quedarte callado cuando el líder de tu partido prefiere encamarse con los separatistas en lugar de entenderse con quienes defienden la unidad de España y su orden constitucional.
Leguina, siempre un espíritu libre, se ha pillado un rebote olímpico con la expulsión. No sé si debería. El hecho de que un político de la catadura de Sánchez te purgue supone una honra.
En realidad Leguina encarna todo lo contrario a lo que representa hoy el PSOE. Frente a las tesis doctorales de corta y pega del summum, Joaquín es doctor en Económicas por la Complutense y en Demografía por la Sorbona. Frente a un PSOE que aboga por la burramia y rebajar el esfuerzo educativo, el joven Leguina fue un estudiante brillante y tan laborioso que casi a la par logró hacerse funcionario del cuerpo estatal de Estadística.
Frente a un PSOE que cree que España no existe, que es una «nación de naciones», un país decadente rehén de Junqueras, Leguina es un cántabro afincado en Madrid que siempre se ha portado como un patriota español. Frente a un Gobierno mediocre –tenemos una ministra de Hacienda que ni siquiera sabe hablar articuladamente y ocupa Igualdad una señora tan flipada que ayer mismo alababa a la corrupta Cristina K–, Leguina es un gran técnico, un experto en demografía con numerosos estudios. Frente a un socialismo banal, que solo sabe hablar en tuits dogmáticos, Leguina, el expulsado, resulta todo un pensador, autor de diez ensayos y once novelas (una incluso llevada al cine).
Leguina es lo que el Partido Socialista Obrero Español tenía que haber sido y no fue. Por eso resulta lógico que Sánchez lo expulse. No pinta nada en una organización que está llegando a niveles de disparate tales como eliminar el delito de malversación solo en el caso de los separatistas catalanes (algo así como si atracar bancos fuese delito para todos los españoles, excepto para Junqueras y sus adláteres).
Saca el champán, Joaquín. El hecho de que Sánchez te purgue merece una buena fiesta de celebración. Hay compañías que manchan el alma y la conciencia.