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Ojo avizorJuan Van-Halen

De charanga y pandereta

Fueron ocho las implicadas pero sólo cinco han presentado querellas. Reconocen que consintieron la compañía de joven tan activo en el catre pero que no hubiesen caído en la tentación de haber sabido que era policía. Muy chusco todo

Actualizada 01:25

Don Antonio Machado nos definió «la España de charanga y pandereta» en su magistral poema El mañana efímero. Parece que no nos hemos movido. Uno mira alrededor y no ve otra cosa. Vivimos en plena charanga acompañada de la alegre pandereta. Nada serio. Los últimos días nos han ofrecido muestras suficientes que me recuerdan a Miguel Gila y más cerca a Chiquito de la Calzada. Se trataba de humoristas pero lo relevante es que ahora los chuscos son altos cargos del Gobierno, ministros e incluso el propio presidente. Haré un repaso muy breve para no cansar al respetable.

El Gobierno se ha movilizado contra el Gobierno. Ya no choca. Sobre la ley del 'solo sí es sí' dos partes del Gabinete andan a la greña. El ministro Bolaños declaró muy serio que el bodrio legal se modificará y aseguró que se contará con asesores, juristas de prestigio, para evitar los mismos errores. Lo escuché asombrado. ¿Y antes? ¿Debemos entender que se llevó una ley al Consejo de Ministros sin el asesoramiento por lo menos de la Abogacía del Estado? Lo cierto es que el Gobierno había sido advertido del disparate. Es una ley cuya responsabilidad no es atribuible sólo a Irene Montero que confunde ideología alambicada con norma jurídica y que probablemente no había leído una ley entera en su vida, sino una norma cuya responsabilidad descansa en el conjunto del Gobierno bajo la presidencia de Sánchez que pasó de defender la ley con ahínco a no decir ni pío. Miedo electoral.

Como se trata de que la Montero no dimita -hace mucho frío en la calle- y Sánchez se comprometió a no cesar a los ministros podemitas, los miembros del Gobierno defensores de esa ley tan generosa con los delincuentes sexuales se han atrincherado en otra falacia: que no se toque el consentimiento. Pero el necesario consentimiento ya estaba en el Código Penal desde que Irene Montero no había nacido o iba a la guardería. Es un pretexto más para evitar dimisiones pero el daño está hecho –y seguirá aunque se cambie la ley–, y el ridículo también. Montero continúa acusando a los jueces. No sé si por soberbia o por necedad o por ambas.

La apoteosis del caso del consentimiento sexual es la denuncia de cinco mujeres activistas del independentismo catalán que gozaron favores mutuos con un tipo alfa que resultó ser un policía infiltrado. Fueron ocho las implicadas pero sólo cinco han presentado querellas. Reconocen que consintieron la compañía de joven tan activo en el catre pero que no hubiesen caído en la tentación de haber sabido que era policía. Muy chusco todo. Parece que, además del consentimiento, las parejas según las circunstancias tendrán que presentarse al encuentro íntimo con un certificado notarial de su profesión. La publicidad dada por ciertos medios, entre otros TV3, a la fotografía del policía supone probablemente una ilegalidad. Las querellas no prosperarán pero es otra prueba de la charanga panderetera.

El caso del policía infiltrado produjo una broma grosera. En un programa radiofónico Pablo Iglesias se mostró partidario de infiltrar en el PP «a hombres y mujeres policías y guardiaciviles para que se follen a políticos como Ayuso, Feijóo, Casado, Cospedal y Margallo» porque «estos políticos de mierda cantan La Traviata en la cama». Él lo asegura. Al final dijo que era una broma, y como es un hortera no se le ocurren bromas más finas. Sobre líos seguramente es un experto y, además, destruye teléfonos y coloca muy bien y con sueldos públicos a sus sucesivas amigas. A una la hizo ministra, a otra secretaria de Estado, a otra diputada y a otra le fundó un digital. Esta última tiene la particularidad de ser monárquica en Marruecos y republicana en España. Iglesias goza de una mansión en Galapagar, puro capitalismo, pero el hábito no hace al monje.

Otra noticia digna de un humorista si no fuese tan seria. Los golpistas de octubre de 2017 están en la calle y 45 policías afrontan un proceso por cumplir con su deber en defensa del Estado enfrentándose a aquella ilegalidad. El mundo al revés. El Ministerio del Interior no ha opinado al menos que se sepa.

Pues eso: charanga y pandereta con incrustaciones de grosería. De baja estofa.

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