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EN PRIMERA LÍNEAJuan Van-Halen

Tezanos en Cibeles

La sociedad debe hacer una lectura rigurosa de la concentración de Cibeles. Sólo con una movilización social reiterada, no puntual, se desmontará el tinglado de Sánchez y sus socios comunistas, independentistas y filoetarras

Actualizada 09:16

En las democracias es fundamental pulsar la opinión y de ahí la importancia de las encuestas. En el autoritarismo las valoraciones las hace el mando y no hay más que hablar. Las encuestas sobre intención de voto nos interesan especialmente cuando se acercan elecciones. La última curiosidad de mucha gente ha sido tratar de acercarse a las cifras reales de asistentes a la concentración del pasado sábado en Cibeles.

La Delegación del Gobierno estimó la movilización en 31.000 ciudadanos. Un amigo puntilloso me envió una foto de la manifestación feminista del 8 de marzo de 2019, tomada también en Cibeles, y la Delegación del Gobierno estimó entonces los asistentes en 375.000. En la foto se aprecia una concurrencia similar a la de una fiesta de barrio comparada con la del sábado pasado. Tengo una explicación: el Gobierno encargó la valoración de asistentes a Tezanos y contó 375.000. Y ha repetido el encargo en la concentración constitucionalista y de ahí salieron los 31.000. El contador oficial de Moncloa se lo tomó a pecho y se movió de incógnito entre la masa preparando ya su célebre cocina. De ahí unas cifras tan disparatadas en ambos casos. Otra cosa no, pero Tezanos es un correligionario leal y entregado.

Un matemático, que además lo hizo público, teniendo en cuenta el Sigpac, excluyendo espacios no ocupados, dividiendo los diferentes tramos y sumando medias de personas por metro cuadrado, desde la visible realidad de que estaban ocupadas las zonas desde Cibeles a Neptuno, desde Cibeles a Colón, desde Cibeles a la Puerta de Alcalá, desde Cibeles a muy entrada la Gran Vía, y la plaza de Cibeles al completo, al experto le salen entre 260.000 y 360.000 asistentes en los casi cien mil metros cuadrados. Una de las concentraciones más impresionantes en Madrid. La televisión que pagamos todos no la siguió, olvidando que como medio público tiene la obligación de informar sin sectarismo. Las cifras se pueden maquillar pero las grabaciones y fotografías hablan por sí solas pese a los Tezanos de turno.

El domingo, Sánchez se reunió en Valladolid con los suyos en una especie de magna carpa rodeada por un vallado que le aislaba de posibles abucheos, con policías asegurando su tranquilidad. Al presidente le grabaron de ciclista en una calle que había sido también clausurada para la ocasión. Una nueva edición del tocomocho de su juego de petanca en Coslada casualmente rodeado de correligionarios. Aunque aseguren sus palmeros que la concentración de Cibeles no le inquietó, no me lo creo. Ya sabemos que él piensa exactamente lo contrario de lo que dice.

Ilustración: TEZANOS

Paula Andrade

En el acto de Valladolid, para él territorio comanche, Sánchez hizo el ridículo. Volvió a comparar la ruidosa movilización de los independentistas en Barcelona con la pacífica concentración de Madrid a la que tildó de una España «uniforme y excluyente». Se sintió representado por el ancho espacio entre esos dos extremos. La comparación de quienes quieren destruir España arrasando la Constitución y quienes defienden la Constitución y la unidad de la nación es una desvergüenza en boca de un presidente de Gobierno. Los excluyentes son los otros. Y si está tan seguro de representar a tan ancho espacio ¿por qué no convoca elecciones de una vez? ¿Por qué no da la palabra a los españoles? Obviamente porque lo que afirma, como de costumbre, es mentira.

De ahí mi intranquilidad. Nunca se sabe cómo reaccionará un tipo desalmado que ha montado su vida y diseñado su futuro pensando sólo en sí mismo. Las siglas del PSOE ya no responden a su enunciado original. Ya no es el Partido Socialista Obrero Español. De obrero nada y de español menos. Es el Partido Sanchista Okupa Español. Y me decepciona que ese partido, con una larga historia detrás, no reaccione y no valore los girones que se va dejando en el camino. Es un suicidio por el que han pasado otros socialismos europeos. A Cibeles acudieron no pocos votantes socialistas engañados por Sánchez, entre ellos viejos dirigentes traicionados por las mentiras y los disfraces que él ha impuesto.

Algún inculto podemita dijo que había banderas preconstitucionales. Las buscaría con lupa. Los ignorantes vocingleros desconocen que esa bandera con el águila de San Juan fue constitucional hasta 1981 y ante ella prometieron los diputados y senadores de la primera legislatura, entre otros Dolores Ibárruri y Santiago Carrillo y figura en la primera página de la Constitución original. En Cibeles hubo multitud de banderas nacionales. Cómo no recordar a Sánchez ante una enorme bandera nacional, cuando le convino. En campaña se deberían recopilar las mentiras de Sánchez; todas es imposible por su número, pero sí las más sonadas. Desde las promesas electorales a las falsedades más recientes. Somos el país europeo con más paro, más paro juvenil, una elevada inflación, una deuda estratosférica, el esfuerzo fiscal desbocado… Somos el único país de la UE que no ha recuperado el PIB previo a la pandemia. Las cifras económicas del Gobierno están maquilladas, en la UE no se las creen y los organismos nacionales e internacionales las desmienten.

La sociedad debe hacer una lectura rigurosa de la concentración de Cibeles. Sólo con una movilización social reiterada, no puntual, se desmontará el tinglado de Sánchez y sus socios comunistas, independentistas y filoetarras. No es cuestión de partidos; se trata del futuro de España. Y si alguien cree que la UE de doña Úrsula nos va a arreglar los problemas que espere sentado.

  • Juan Van-Halen es escritor. Académico correspondiente de la Historia y de Bellas Artes de San Fernando
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