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En primera líneaJosé Antonio García-Albi

Los dañinos pequeños imperios del norte de España

Conviene hablar de que tanto la falta de previsión y de emisión de alertas como de la posterior gestión de la tragedia demuestran que nuestro elefantiásico sistema administrativo y gubernamental ha fracasado y colapsado de manera rotunda

Actualizada 01:30

Todo lo acontecido antes, durante y después de la devastadora gota fría que ha sufrido Valencia ha demostrado varias cosas. Por un lado que nuestro paquidérmico Estado con administraciones centrales, autonómicas, provinciales, locales y europeas no funciona y es perjudicial para los ciudadanos, además de inmoralmente caro para los muertos habidos. Y por otro, que es preciso reforzar todo el esquema de responsabilidades tanto políticas como personales y judiciales aplicable a nuestros políticos.

Imperios

Lu Tolstova

No voy a hablar de la catadura moral y de la maldad de Sánchulo, de sus colaboradores y seguidores; son famosos. Creo que merece la pena una reflexión sobre lo que se está viendo a las claras tanto por lo tristemente ocurrido en Valencia, como la propia evolución de la legislatura con la amnistía y el cupo catalán.

Conviene hablar de que tanto la falta de previsión y de emisión de alertas como de la posterior gestión de la tragedia demuestran que nuestro elefantiásico sistema administrativo y gubernamental ha fracasado y colapsado de manera rotunda. Y no se trata sólo de la maldad congénita del deleznable sujeto «si necesitan ayuda que la pidan» es que no ha funcionado nada, incluso han podido incumplir la ley a la hora de no acudir al Ejército. Tras el dramático espectáculo, el jefe del Gobierno valenciano solicitó al central ayudas por más de 31.000 millones de euros. A lo que el tipo ese que sale por patas cuando pisa una calle, contestó con una partida inicial de 10.600. Sea la cantidad que sea, absolutamente necesaria, nos podemos preguntar quién la va a pagar. Lo vamos a hacer muchos españoles, incluidos los valencianos, con nuestro impuestos directamente o atendiendo a la deuda pública. Y no digo todos, porque dado el peculiar sistema fiscal del cupo vasco ellos no lo harán. Y, por supuesto, con el cupo catalán y una anexión vascongada de Navarra esos tampoco.

Con seguridad que nos van a informar que algunas ayudas nos las manda Europa. Pero hay que decir que eso supone que la UE nos devuelve alguna suma que previamente nosotros le hemos enviado para su financiación. Ya que su principal fuente de ingresos son las cantidades que, en función de su riqueza, aporta cada estado tomando por base su renta nacional bruta. España contribuye con 8.080 millones de euros que son el 0,69% de nuestra renta nacional bruta. Con dinero de nuestros impuestos o de la deuda pública hacemos frente a ese compromiso. ¿Todos? De nuevo no, porque con el sicalíptico sistema de cálculo del cupo vasco el nivel de contribución de esas provincias es muy, muy reducido; sin embargo reciben ayudas de la UE en la misma proporción que el resto de los españoles. Por supuesto que esta sinrazón se extenderá al cupo catalán

Vamos que el Estado de las autonomías no solamente ha fracasado en la praxis, en su funcionamiento de cara al ciudadano. Estamos encantados y muy ufanos los españoles que no vivimos en las comunidades mencionadas pensado que también tenemos nuestra autonomía, nuestra tele, nuestro parlamento regional sin percatarnos que esto funciona como si aquellas regiones norteñas fueran unos pequeños imperios y las demás seamos unas colonias de las que extraer y detraer riqueza. A los 10.600 millones de ayudas a Valencia hay que sumar otros 22.000 para pagar el cupo catalán. Hay muchas formas de detraer riqueza de las colonias además de las mencionadas, entre otras hacer infraestructuras con el dinero de todos, pero luego no aportar al común nada más que el ridículo cupo o con la condonación de una deuda. Se destrozan nuestros campos con molinos y chatarras solares para que los imperios norteños tengan energía; en fin son tantas cosas. He elegido lo de las colonias porque el racista padre del nacionalismo catalán, Enrique Prat de la Riba, ya escribió en 1906 que «el imperialismo es el periodo triunfal del nacionalismo de un gran pueblo»; ellos, claro. Pero dijo más, «las potencias cultas tienen el deber de expansionarse sobre las poblaciones atrasadas». Y en esas estamos.

Pero creo que lo de las colonias ya lo han superado. Ha quedado claro que las comunidades autónomas que no somos Cataluña, Vascongadas y Navarra ya no somos ni colonias; nos han rebajado al concepto medieval de taifa tributaria; de cuando los reinos de taifas pagaban un tributo a los cristianos llamado la paria. Porque si se tratase de colonias en el caso de una tragedia, por ejemplo la de Valencia, igual existía alguna responsabilidad que asumir ayudando. Siendo una taifa tributaria pues que allá se las compongan esos pobres; lo hemos visto con la prohibición impuesta a los bomberos de Bilbao para acudir a Valencia o el mirar para otro lado de Cataluña.

Resulta que Sánchulo también quería su petit empire para ser una especie de primus inter pares vitalicio, pero le salió al paso Ayuso y se lo frustró. Está rabioso porque se tiene que conformar con ser el carísimo pelele de los pequeños imperios.

Como dije en otra ocasión creo que el principal proyecto nacional de los españoles, como en su día fue la transición, el proceso que a todos nos incumbe y nos debiera ilusionar tendría que ser, rodear y apoyar al Rey, y promover una reforma constitucional que termine con el desatino actual, eliminado el Título VIII y la Disposición Transitoria Cuarta de nuestra Constitución. Bajémonos de nuestros pedestales autonómicos de cartón piedra y cesen los presidentes regionales de hablar preocupados de su financiación tras el cupo, cuando la mejor financiación sería la eliminación de todas las autonomías.

El Partido Popular y Vox, en un arranque de patriotismo, debieran identificar una persona independiente, de altísimo prestigio y asumible por ambas organizaciones, que liderase una legislatura focalizada en la mencionada reforma constitucional sometiendo la misma, al final del proceso, a referéndum de la nación. No es imposible, yo al menos tengo un nombre en la cabeza.

  • José Antonio García-Albi Gil de Biedma es empresario
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