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Cosas que pasanAlfonso Ussía

Esto acaba mal

Que dos mujeres de sesenta años insulten a dos homosexuales mucho más jóvenes, y se vayan de rositas, nos lleva a un enfrentamiento nacional

Actualizada 01:30

Por la repercusión que ha tenido en las redes y las numerosas muestras de solidaridad que han enviado ministras y asesoras, lo que ha sucedido en Madrid es demasiado grave para obviar la peligrosidad de los hechos acaecidos. Esto va a acabar muy mal. Y la máxima responsabilidad corresponde, por este orden, al alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, a la presidente de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, al coronel de la Guardia Civil Diego Pérez de los Cobos, y al presidente del Real Madrid, Florentino Pérez. Uno de los cuatro responsables tiene la obligación de dimitir.

Me sangran las manos sólo reproduciendo una parte del «tuit» firmado por Toño Abad. Ignoro quién es y a qué se dedica Toño Abad, pero tiene que ser un Toño importantísimo. Un Toño del montón no recibe tan altos consuelos y solidaridades. Resumo la noticia para evitar que mis dedos sean abandonados por el flujo sanguíneo. «Tenía que ocurrir y ocurrió. Nos acaban de agredir a mí y a mi pareja en un restaurante de Madrid, Orbayo, en la calle de Claudio Cohello (sic) cerca del Retiro». Toño Abad. Lo primero que se me ha pasado por la cabeza es que Toño no es un experto en Pintura Española, ni asiduo visitante al Museo del Prado. Porque ha metido una «h» intercalada en un espacio donde la «h» carece de todo derecho de permanencia. Claudio Coello, que para Toño es sólo una calle, fue un notable pintor barroco, nacido en Madrid en 1642 y fallecido en Madrid en 1693, Pintor de Cámara del Rey Carlos II y autor de la Adoración de la Sagrada Forma de la Sacristía del Monasterio de El Escorial. Gran maestro de la pintura religiosa del siglo XVII, gracias a lo cual tiene a su nombre una calle en Madrid, con su nombre bien escrito, sin «h» intercalada, en el barrio de Salamanca. Y en esa calle, existe un restaurante «Orbayo», en su primer tramo, cercano al Retiro. Y fue en «Orbayo», donde se come muy bien, donde tuvo el lugar el suceso que nos sitúa al borde de una nueva Guerra Civil. Toño y su pareja fueron agredidos, verbalmente, por dos mujeres de otoño avanzado, una rubia y la otra con gafas. Toño no explica bien los motivos de la intolerable agresión verbal, pero está claro –según los testigos–, que una de ellas les llamó –a Toño y su pareja–, «maricones». Y eso sí que no. Todo por culpa de un bolso que una de las señoras cambió de lugar. Las mujeres son así. Que no calculan sus fuerzas y por una nimiedad arman la de Troya. El poeta satírico colombiano Ricardo Carrasquilla se refiere al terrible desenlace troyano.

Se robaron una niña,
Y como era linda joya,
Hubo furibunda riña
Y allí se armó la de Troya.

Tan sólo considero inexplicable un detalle. Por lo que intuyo, Toño y su pareja son dos jóvenes y apuestos varones. Y ellas, las sanguinarias agresoras, dos aguerridas mujeres de sesenta años o más. Ya somos iguales, y ni Toño ni su pareja reaccionaron como es debido a la espeluznante agresión de las mujeres de derechas. No se atrevieron a defender su honor. Se dejaron atemorizar por dos mujeres malhumoradas. Pero no es momento de analizar, entre tanto y angustioso dolor, los pormenores de la agresión femenina a la pareja gay. Pero algo cobardicas sí se mostraron Toño y su pareja. Lo que está claro y fuera de toda duda es que hay que detener y encarcelar a los responsables directos e indirectos de este conflicto y mimar con caricias físicas y verbales a los dos heroicos varones agredidos. Esto puede acabar muy mal. Que dos mujeres de sesenta años insulten a dos homosexuales mucho más jóvenes, y se vayan de rositas, nos lleva a un enfrentamiento nacional. Que dimitan los cuatro responsables. Almeida, Ayuso, el coronel Pérez de los Cobos y Florentino Pérez. ¡Homófobos!

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