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Post-itJorge Sanz Casillas

Vinicius nos ha enseñado modales

Ha tenido que venir alguien de fuera a ponernos frente al espejo de nuestras debilidades. A decirnos, en definitiva, que una entrada de 90 euros no es un permiso de caza, ni una bula para insultar a quien te apetezca

Actualizada 03:15

Suele contar Jorge Valdano una anécdota que podría aplicarse tanto al fútbol como a los Recursos Humanos. Cuando era entrenador del Real Madrid, el argentino hizo debutar entre otros a Guti, una decisión que no gustó a algunos técnicos de la cantera. Le decían que, pudiendo haber subido al capitán del filial (que era un modelo de conducta), había escogido a un chaval falto de modales, malencarado y que «no saluda a nadie».

Valdano respondió que si buscase un buen yerno habría elegido a su capitán, pero que necesitaba otra cosa. El entrenador, ahora comentarista, vino a decir que es mucho más fácil aprender educación que aprender a jugar al fútbol. Así que se quedó con Guti, que aunque no sabía saludar tiraba muy bien las faltas y las paredes.

Guti fue después (aparte de multicampeón de Liga y Champions) uno de los jugadores más insultados de nuestro fútbol. Por bueno y por malencarado, como señalaron sus entrenadores. De Donosti a Nervión, le dijeron «maricón» durante años, pero nunca estiró el dedo como lo hizo este domingo Vinicius Jr. Eso ha sido rompedor: ha tenido que venir alguien de fuera a ponernos frente al espejo de nuestras debilidades. A decirnos, en definitiva, que una entrada de 90 euros no es un permiso de caza, ni tampoco una bula para insultar a quien te apetezca. De pronto, gracias al índice de Vinicius, nos hemos dado cuenta de que hemos normalizado el insulto, y que hemos incluido el racismo y la agresión verbal dentro del intercambio legal de una guerra llamada fútbol. Ya sea por la Champions o en el campo de tierra, de donde han visto a linieres salir escoltados porque les querían romper los dientes aun teniendo, todavía, algunas piezas de leche.

Vinicius vive como juega y es ahí donde muchos alimentan su odio, porque el niño les ha salido respondón. Te sienta una vez y lo intentará una segunda. Te dirá que eres «muy malo» y se llevará el dedito al escudo. Pero nada justifica el insulto ni la onomatopeya del macaco.

Debería dar igual el contexto o que los gritos duren «unos segundos», como dijo una vez la Fiscalía. ¿Cuántos delitos que duran menos de dos segundos te pueden llevar a la cárcel? Se me ocurren varios. Si cronometramos, se tarda mucho menos en llamar «imbécil» a un policía que en cantar la última ocurrencia del Frente Atlético. Y ambas situaciones pueden ser igualmente delictivas.

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