Lo que le pasa a Sánchez por esa cabeza loca
El presidente se cree Maquiavelo, pero es un Nerón de extrarradio a mes y medio de hacer las maletas
Cuando parecía que no le quedaban más conejos en la chistera, Pedro Sánchez ha rascado y se ha sacado el último. Está flaco, con poco pelo y más tieso que la mojama, pero es un conejo al fin y al cabo: adelantar las generales al próximo 23 de julio, en plenas vacaciones de media España y con cuatro comunidades de puente festivo el 25 de julio: Navarra, Castilla y León, el País Vasco y Galicia.
Con este adelanto le ha pasado a Sánchez como con la ley del 'solo sí es sí': la derogó dos semanas después de decir que era la joya de la Corona y que se la iban a quitar de las manos en toda Europa.
Ahora convoca generales apenas unos días después de presumir de la estabilidad de su Gobierno y de insistir en que agotaría la legislatura. Con Sánchez, que miente más que habla y habla más que piensa, hay una regla que no falla: siempre hace, de hurtadillas, lo contrario de lo que anuncia con indignada solemnidad.
Si dice que sufre insomnio por pactar con Podemos, pactará con Podemos. Si rechaza enfadado la posibilidad de encamarse con Bildu, se encamará con Bildu. Y si saca pecho por la fortaleza de su Gobierno, lo deshará cinco minutos después con la misma cara de Nerón de extrarradio.
El anuncio de Sánchez, que hizo antes de reunir al Consejo de Ministros como exige el artículo 115 de la Constitución, vino 24 horas después de que el PSOE se llevara la del pulpo el 28-M, con un balance negativo de casi 2.5 millones de votos menos para los socialistas entre lo que sacó al PP en 2019 y lo que el PP le ha sacado en 2023.
Pero nadie debe llevarse a engaño: Sánchez no lo hace porque respete a los electores y crea que se merecen dar su opinión sobre quién y cómo tiene que gobernar España.
Eso le da igual: Sánchez maneja el calendario electoral como el Tribunal Constitucional, el CIS, la Fiscalía General o RTVE. Desde que él está al frente del PSOE, ha habido cinco convocatorias de elecciones generales y éste es el tercer adelanto o repetición en ocho años.
Obligó a repetir convocatoria en 2016 porque seis meses antes había perdido y se enrocó en el famoso «no es no». Después puso en 2018 una moción de censura contra Rajoy. Luego obligó a convocar de nuevo en noviembre de 2019 porque en abril sacó pocos diputados a Podemos y quería más, aunque perdió tres. Más tarde provocó elecciones anticipadas en la Comunidad de Madrid en 2021. Y ahora las adelanta de nuevo a ver si tiene suerte y canta Bingo.
Esto es Sánchez: elecciones precipitadas, investiduras en pleno puente de los Reyes Magos, y ahora a las urnas con media España de vacaciones, a ver si con suerte se quedan los votantes del PP o Vox en la playa o votan por correo.
Que por cierto, con esto del voto por correo: no hay que dudar de la limpieza del procedimiento, pero sí hay que extremar el control. Porque el jefe de Correos sigue siendo su antiguo jefe de Gabinete, Juan Manuel Serrano. Y la mujer del César, además de serlo, debe parecerlo.
El marco mental de Sánchez, pues, desprecia como siempre los intereses generales y atiende a los propios, que no son muy difíciles de intuir:
-Evita que sus propios compañeros del PSOE derrotados el 28-M le exijan responsabilidades: todo lo que los barones y los críticos han tragado durante años podía darse la vuelta ahora. Y de repente, le podrían pasar todas las facturas pendientes.
-Esquiva que Podemos, Sumar, ERC, Compromís, los Comunes y toda esa sopa de siglas le pidan explicaciones, le hagan imposible la vida y hagan ingobernable el Gobierno.
-Hace una OPA hostil a sus aliados para intentar que se concentre en el PSOE el «voto útil».
-Se presenta a las elecciones sin todos sus socios, que dan grima a buena parte de España… pero no les echa del Gobierno. Porque, que nadie se engañe, si le dan los números el 23-J volverá a gobernar con todos ellos. Y con Bildu, que nadie se olvide.
-Activa de nuevo la «alerta antifascista» por los posibles pactos municipales o autonómicos de PP y Vox.
-Se evita presentar antes de final de año unos Presupuestos Generales con los recortes de gasto que ya le ha exigido Europa.
-Y además se presenta a las urnas con las banderas de Europa y de España detrás, como si no fuera el socio de los filoetarras, los chavistas y los separatistas.
Sánchez, en fin, no podía acabar ya la legislatura. No podía garantizar la estabilidad de su Gobierno. Y ni siquiera podía garantizarse el liderazgo del PSOE por la respuesta interna de sus críticos.
Y con este adelanto, retrasa lo que, pese a la jugarreta, parece inevitable: su derrota personal. Porque si las autonómicas y municipales le han ido mal, lo previsible es que las generales le vayan peor.
Pero hay que jugar el partido. Y pese a que el campo está embarrado una vez más por Sánchez, que quiere que voten pocos a ver si suena la flauta, no pinta bien para él. Es su última bala, y parece de fogueo. Quien debe tenerles miedo a las urnas es él.