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El astrolabioBieito Rubido

¿Es el PNV un partido de izquierdas?

Sus valores y su gasolina ideológica es de derechas y en ocasiones de extrema derecha, por no recordar los antecedentes históricos que le hacen rozar el nazismo y el fascismo de los años treinta y cuarenta del siglo pasado

Actualizada 01:30

¿En qué lugar ignoto de la historia perdió su memoria la cúpula directiva del PNV? Porque su historia no los avala como un partido de izquierdas. A nada que uno pueda leer a Maurice Duverger o a Walter Montenegro, por citar solo a dos autores de manuales clásicos de la historia de las ideas políticas, el PNV es cualquier cosa menos un partido de izquierdas. Hay otros dos autores que les recomiendo vivamente a Ortuzar y Urkullu, se trata de los italianos Mosca y Pareto. Perdonen la pedantería, pero la lectura es una de las mejores armas para cultivar el alma y el pensamiento y, sobre todo, para encontrar argumentos que permitan abatir barreras, superar obstáculos intelectuales y mantener un diálogo inteligente con mentes privilegiadas del pasado que nos ayudan a entender el presente. Por todo ello, no creo que del PNV, leídos unos y otros, se pueda decir que es un partido de izquierdas. Su historia dice todo lo contrario.

Sin embargo, Ortuzar, cuyo perfil biográfico tampoco lo convierte en un dirigente de izquierdas, ha dicho que con sus votos han parado a la derecha. Me parece que hay más progresistas, cientos de miles, más avanzados entre los votantes del PP, que en el grueso de electores del partido que hoy gobierna el País Vasco. Complejo, por tanto, entender qué es ahora mismo el PNV. Claramente, un partido enfrentado a la derecha del conjunto de España, pero sus valores y su gasolina ideológica es de derechas y en ocasiones de extrema derecha, por no recordar los antecedentes históricos que le hacen rozar el nazismo y el fascismo de los años treinta y cuarenta del siglo pasado.

Ya sabemos que la gran decepción de este tiempo que nos tocó vivir fue la deslealtad de los partidos nacionalistas con el proyecto democrático del pueblo español. Unos mataban, otros recogían las nueces, pero sus nietos se avergonzarán de ellos, y no precisamente porque boicoteen a la lista más votada de las últimas elecciones. Se avergonzarán por mirar para otro lado, mientras unos asesinos sembraban de terror sus pueblos y barrios y provocaban el mayor éxodo por causas políticas que se ha dado en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. No sé si serán de izquierdas o de derechas. No sé si las leyes viejas o san Ignacio les conducen por otros senderos de la democracia. Ignoro incluso si la sombra del árbol de Guernica otorga una sabiduría que los demás desconocemos y que los instala en esa melancolía que viene impregnada por la indefinición, que siempre conduce a la infelicidad.

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