Fundado en 1910
Cosas que pasanAlfonso Ussía

Del diving al cróquet

Ahora la moda es el cróquet. Tengo grandes amigos que lo practican. No el cróquet francés e inglés de antaño, el golf-cróquet, cuyos maestros españoles proceden de Gijón y Jerez de la Frontera

Actualizada 01:10

Tomaba, años atrás, el aperitivo en La Rabia de mi amigo Adolfo Herrera, cuando llegó de la playa de Merón, con el rostro demacrado, una común amiga muy empecinada en el deporte. Nos interesamos por su estado anímico, muy comparable con la bajamar de las mareas vivas septembrinas. – He estado a punto de ahogarme haciendo diving- . -¿En qué consiste el diving?-, le preguntamos. Su respuesta, cáustica y terminante. –En bucear-. En vista de su lamentable estado físico y anímico, le recomendamos que practicara, como tantos otros – hoy en alto porcentaje fallecidos por pipirletes vasculares, el «footing», o lo que es igual, corretear unos pocos kilómetros. –Sois muy antiguos. Ahora no se llama footing, sino jogging. Me aburre el jogging, y prefiero el diving-. Ante ese desmesurado empecinamiento no hay nada que hacer. Fue aquel, un verano comillano rebosado de acontecimientos. Una noche cálida de agosto, fue sorprendida en los aledaños del horrible palacio del marqués de Comillas, una joven y atractiva pariente cercana de un comunista aristócrata en plena coyunda pasional con un maromo local de reconocidas hazañas sexuales. Mi amiga, la que estuvo a punto de ahogarse practicando el diving, comentó el hecho con toda naturalidad. – Estaban en pleno polving-. Fue un verano equilibrado en el tiempo. Quince días radiantes y dos semanas de lluvia. Gracias a ello, los ríos bajaban rompientes y saltarinos. Y se puso de moda el canoing, consistente en alquilar una piragua de las que vuelcan cada veinte metros, los niños se asustan y los padres lo pasan fatal. Descenso del Deva o del Sella, ya en Asturias. Algún divorcio tuvo su origen durante la práctica de tan abrumadora tontería. De tal modo, que el canoing menguó de clientela, y aumentó el sendering. Para practicar el sendering, además de unos buenos zapatos andariegos, era imprescindible adornarse de complementos adecuados. Cinta para el pelo en las mujeres, sombrero indiano en los hombres, chándal en los niños y mucho entusiasmo familiar. –Hoy, haremos sendering por el monte Corona. Imprescindible llevar un bote de antiavisping-. El precioso monte Corona, que muere o nace de un absurdo bosque de secuoyas que se ha convertido en lugar más visitado de la zona – a sus visitantes se les conoce en la comarca como «secuoyos»-, esconde muchos avisperos de estos antipáticos himenópteros, y los antimosquiting de toda la vida, no resultan eficientes. Cuando se prepara el picnic, se extiende el amplio mantel sobre el prado, se destapan las tortillas de patatas, los filetes de merluza fría y los vinos son sometidos al descorching, centenares de avispas atacan a los excursionistas con eficacia y magistral estrategia, produciendo abundantes bajas entre los osados veraneantes entregados en sendering. Parking no significa lugar para aparcar el coche, sino ubicación discreta para darse el lote en el interior del vehículo. Los traumatólogos de Valdecilla experimentaron sus más altos años de gloria, cuando el parking se practicaba en los Seat Seiscientos. Se cuenta del hijo del conde de Tubilla y de la hija del vizconde de Fraisolí que tuvieron que ser evacuados en ambulancia en la misma camilla con las piernas de ella rodeando el cuello de el y los brazos de él, abrazado la cintura de ella y el freno de mano del coche, que se sumó a la fiesta no se sabe cómo ni para qué.

Ahora la moda es el cróquet. Tengo grandes amigos que lo practican. No el cróquet francés e inglés de antaño. El golf-cróquet, cuyos maestros españoles proceden de Gijón y Jerez de la Frontera. Para jugar al cróquet, los clubes examinan a sus socios. Hay que vestir de blanco, como en Wimbledon, y ya he conocido varios casos de croquistas que han contratado a un psicólogo para soportar la presión del juego. Los que juegan bien han llegado a amenazar de muerte a su compañero de juego cuando éste, inexperto, marra un golpe. Todos los clubes tienen cróquet, cuidan sus cróquet, vigilan la uniformidad de sus socios e invitados y no se hacen responsables de los mazazos en la cabeza que se propinan cuando fallan un golpe sencillo. Ayer mismo, fue ingresado en una UVI de un hospital de Madrid el croquista federado Honorio González de Tordesillas, con la cabeza abierta por el mazazo que le propinó la muy hábil jugadora Dolores Mendaro de la Cepilla, que ha sido puesta en libertad por el juez. El juez también juega al cróquet y considera que abrir la cabeza al compañero de partida cuando éste decepciona con un golpe malo, es un acto absolutamente admisible, amén de constitucional

Del diving al cróquet. Los veraneos del norte.

comentarios

Más de Alfonso Ussía

  • El Cacas

  • Moros en la costa

  • El gran columnista

  • Pésame a Ursula

  • Gratitud canaria

  • tracking