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Post-itJorge Sanz Casillas

¿De verdad un presidente del PNV?

Quieren colocar como tercera autoridad del Estado a un partido que trabaja abiertamente contra el Estado. Una fuerza que ha obtenido el 1,12 % del voto válido emitido

Actualizada 01:30

De todas las cosas que se han oído desde el 23 de julio, excepción hecha de que el PSOE lidera «una mayoría social», la propuesta de Coalición Canaria para la Mesa del Congreso es con diferencia la más original. Este domingo, su secretario general aparecía en La Vanguardia proponiendo al PNV como candidato a la presidencia de la Cámara. Y han pasado ya tres días sin un desmentido lo suficientemente intenso como para no pensar que «entre broma y broma, la verdad asoma».

Solamente el hecho de que se esté valorando esa posibilidad denota el deterioro que estamos alcanzando y el sentido de la proporcionalidad (y de las matemáticas) que tienen nuestros gobernantes. Obviando el 'pequeño' detalle de que quieren colocar como tercera autoridad del Estado a un partido que trabaja abiertamente contra el Estado, ¿a quién representa el PNV? Es decir, están proponiendo que una fuerza que ha obtenido el 1,12 % del voto válido emitido encabece la sede de la soberanía nacional.

Se puede ser dialogante, empático e incluso integrador, pero se empieza dando al PSOE como vencedor 'moral' de las elecciones y se termina negando la realidad de los números: y es que el PNV representa a 275.000 electores y no le vota nadie desde Puentelarrá para abajo. Su deriva ideológica, además, le ha granjeado detractores nuevos en el resto del país, pues ha cambiado la democracia cristiana por el vagón restaurante del pelotón 'progresista'. De pronto, se ha fingido zurdo y ahora hay gente que desea en su fuero interno que Bildu le pase por encima en las autonómicas de 2024, y eso es bastante triste.

El PNV (conviene recordarlo) todavía tiene sitio en el parlamento español porque hay un sistema electoral que lo infla. En las últimas elecciones, cada escaño le costó poco más de 55.000 votos mientras que partidos como Vox necesitaron más de 90.000 para amarrar los suyos. Vale que es «el-sistema-que-nos-hemos-dado», pero se ha normalizado discriminar a un partido con tres millones de electores para hacer pasar por garante de estabilidad a una formación que aprobó la ley del 'solo sí es sí', uniendo sus votos a los del PSOE, la izquierda radical y el feminismo excarcelador y ayuno de lecturas.

Al final, fingiendo una falsa solidaridad entre territorios, lo que Coalición Canaria propone es consolidar ese negacionismo electoral según el cual la derecha y la presunta derecha solo pueden pactar entre ellos mientras que el resto del arco parlamentario se puede sumar, con tal de gobernar, los votos del filoterrorismo, el independentismo y hasta los puntos de Edurne en Eurovisión.

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