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HorizonteRamón Pérez-Maura

La coartada perfecta

La ministra portavoz del Gobierno ha tenido la desfachatez de salir a acusar a José María Aznar de hacer «llamamientos golpistas» por animar a la ciudadanía a oponerse al golpe de Estado que es la violación taimada de la Constitución con un tribunal servil

Actualizada 16:44

Discúlpenme por la auto cita, pero el 30 de agosto en la columna «Los fascistas del PSOE» ya anticipamos lo que ha ocurrido en las últimas horas: «La voluntad de llevar esto hasta el Constitucional podría ser mucho más malévola: recurrir al Constitucional para perderlo y demostrar así la aparente objetividad de la última corte de nuestro sistema que en los próximos años va a ser el bastión final que va a tener el socialismo patrio para defender la ideologización que ha hecho de la vida cotidiana de todos los españoles. (…) Este recurso del PSOE es lo que se llama un win/win situation para el sanchismo. Si su mayoría les da la razón, su debilidad parlamentaria se matiza. Y si no les da la razón se legitima todas las demás resoluciones en las que le darán la razón sí o sí. Sin pudor.»

Eso es exactamente lo que ocurrió ayer en el Tribunal Constitucional. Y se hizo de la forma más notoria posible: se encargó el ser ponente a una magistrada que ha sido empleada de este Gobierno en Moncloa y de donde salió para ocupar ese sillón en el tribunal. Es decir, una persona que hubiera tenido que rechazar el encargo por falta de imparcialidad evidente. No es que no pudiera ser ponente, es que no debería poder participar en la votación. Pero eso fue ignorado para mejor escenificación del objetivo final.

Surgió la Fiscalía, la que no se tomó vacaciones en agosto para poder dar su amparo a Carles Puigdemont, y se opuso al recurso socialista en la línea de lo ya hecho por las juntas electorales de Madrid y Central además del Tribunal Supremo. Y una vez oída la Fiscalía, el pleno del Constitucional, unánimemente, se opuso a la petición del PSOE. Que a nadie le quepa la menor duda. El TC no dio un revés al partido de Sánchez. Se dio una coartada a sí mismo. La mayoría de siete a cuatro que compone la institución en esta hora y en la que Sánchez confía para sacar adelante la amnistía y el derecho de autodeterminación, ambos con otro nombre, ya tienen argumentario para justificar su imparcialidad. Prepárense para ver a todas las Brigadas Internacionales Mediáticas clamando al unísono que el TC es absolutamente imparcial.

Llevamos semanas escuchando a Sánchez y sus palmeros que es ese tribunal quien tiene que determinar qué es lo que es constitucional y lo que no. De ahí el afán en seguir reivindicando el escaño perdido, aunque no hubiera por dónde coger el recurso. Hacía tiempo que sabían que lo iban a perder. Pero es una derrota que en realidad representa una gran victoria. Porque es la coartada perfecta.

Y en la misma fecha en que se consuman estos hechos, la ministra portavoz del Gobierno ha tenido la desfachatez de salir a acusar a José María Aznar de hacer «llamamientos golpistas» por animar a la ciudadanía a oponerse al golpe de Estado que implica la violación taimada de la Constitución con un tribunal servil. Siempre lo mismo. Los que promueven políticas diferentes a las que quiere el populista Sánchez son golpistas. Y la acusación viene de un Gobierno que quiere amnistiar a golpistas. Inverosímil, pero cierto.

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