Y Sánchez ahora es «sí es sí»
En esto sí que estamos hoy en las antípodas. Los golpistas que denunciaba el Rey entonces son los que van a decidir la conformación del nuevo Gobierno ahora con el PSOE cambiando de trinchera. Y van a obligar al Rey a comerse todo su discurso de octubre de 2017
El resultado más evidente de la comparecencia del prófugo Puigdemont en Bruselas fue el de que el Gobierno no se enfrentará abiertamente a sus palabras. La ministra y portavoz del PSOE se limitó a decir que están en las antípodas. Hoy en día con los vuelos supersónicos que están de vuelta, apuesto a que en menos de 24 horas pueden darse un abrazo con un sólido acuerdo.
Este Pedro Sánchez que respondió con reiterados y sonoros «no es no» a la candidatura de Mariano Rajoy en 2016, cuando el presidente del PP obtuvo 137 escaños y él logró 85, podía haber respondido con similar firmeza a las propuestas de Puigdemont que van a destruir la Constitución del 78 habiendo logrado 7 escaños. Pero no lo hace porque sabe que la exigencia de amnistía y referéndum que hace Puigdemont es consustancial con su supervivencia política. La supervivencia de Sánchez, claro. Y lo que importa, lo único relevante para lo que queda del PSOE, es la continuidad de Sánchez en Moncloa. Y, como ya hemos dicho tantas veces, por ese objetivo es capaz de vender a la señora Pérez-Castejón. Y si está dispuesto a llegar hasta ahí, ¿qué no hará con la Constitución?
Es muy interesante ver cómo los palmeros del PSOE en todos los medios de comunicación han adoptado la línea de que aquí los únicos que de verdad saben lo que es constitucional y lo que no, son los magistrados del Tribunal Constitucional. Al paso que van tramitarán por vía de urgencia un decreto para prohibir toda opinión sobre la constitucionalidad de una amnistía o de algún tipo de consulta. Porque para eso han conformado un nuevo TC ahormado a las necesidades políticas del sanchismo. A estas alturas es difícil discutir que en esa instancia el Gobierno tiene barra libre.
Estamos en la mayor crisis de nuestra democracia desde el 23-F. Es peor que la del 1 de octubre de 2017. Porque entonces había un Gobierno plantando cara a los sediciosos, respaldado por la oposición socialista liderada por Pedro Sánchez. Y el 3 de octubre el Rey se presentó en televisión denunciando lo que había ocurrido en Cataluña 48 horas antes. Y aunque podía interpretarse que su intervención implicaba cierto grado de reproche al gabinete de Rajoy, el Gobierno de la nación ni por un minuto dudó en interferir en el derecho del Monarca a dirigirse a todos los españoles.
En esto sí que estamos hoy en las antípodas. Los golpistas que denunciaba el Rey entonces son los que van a decidir la conformación del nuevo Gobierno ahora con el PSOE cambiando de trinchera. Y van a obligar al Rey a comerse todo su discurso de octubre de 2017. ¿Alguien se imagina a este Gobierno autorizando al Monarca a dirigirse a la nación con un discurso sobre el momento que estamos viviendo en el que pudiese hacer la más matizada crítica al Gobierno en funciones de Sánchez? Pues ésa es la realidad del momento. Y acabaremos viendo al Rey forzado a aceptar un nuevo Gobierno con un programa que lleve a la voladura de la Constitución que el Rey juró defender y que la Princesa de Asturias jurará también el próximo 31 de octubre. Ésta es la triste realidad que afrontamos.