Pedro Sánchez, epítome del populismo
Sánchez es el perfecto populista que carece de ninguna ideología real. Que no tiene un programa real que llevar a cabo. Su único objetivo es mantener el poder. Y ése es el rasgo común de los populistas de todas las ideologías
En España nos hemos quedado encantados definiendo la actuación política de Pedro Sánchez y su entorno político como el sanchismo. Alberto Núñez Feijóo e Isabel Díaz Ayuso -creo que también Santiago Abascal- dijeron en las últimas elecciones que su objetivo era acabar con el sanchismo. Y no es que yo esté en desacuerdo con ese objetivo. Soy un entusiasta. Pero sí creo que definir la política de Pedro Sánchez como sanchismo le da una singularidad que exige explicar sus líneas fundamentales ante interlocutores incautos. Y Sánchez tiene una línea de actuación que le hace perfectamente identificable en la política internacional. Sánchez es el epítome del populismo.
Desde que Sánchez se enfrentó a Eduardo Madina en las primarias socialistas de julio de 2014 hemos visto una deriva radical en sus posiciones políticas. Recuerdo que a muchos ciegos como yo nos pareció que él representaba una izquierda moderada frente a otra más radical de Madina. Que Santa Lucía nos conserve la vista. Lo que en verdad hemos visto desde entonces es que Sánchez es el perfecto populista que carece de ninguna ideología real. Que no tiene un programa real que llevar a cabo. Su único objetivo es mantener el poder. Y ése es el rasgo común de los populistas de todas las ideologías.
En 1944 el que sería premio Nobel de Economía Friedrich Hayek, publicó un libro de referencia del pensamiento liberal: Camino de servidumbre. Y se lo dedicó «a los socialistas de todos los partidos». Yo no creo que se pueda decir que hoy hay populistas en todos los partidos. No. Hay partidos que han ido hacia el populismo de la mano de algún dirigente. Pero eso ya manifiesta unos rasgos de degradación democrática dentro de esos partidos. Lo que sí hay es populismos en todas las ideologías. Porque los populismos suelen tener una base que puede ser de cualquiera de las ideologías. Como decía Edward Luttwak en su magistral Manual del golpe de Estado puede haber dictaduras de todas las ideologías. Desde la extrema derecha a la extrema izquierda pasando por el extremo centro. Vemos que esa teoría se aplica hoy sin problema al populismo. No creo que sea necesario enumerar populistas de una y otra tendencia porque están en la mente de todos.
El politólogo holandés de centro izquierda Cas Mudde define el populismo como «una ideología delgada, que considera la sociedad dividida básicamente en dos campos homogéneos y antagónicos, el 'pueblo puro' frente a la 'elite corrupta', y que sostiene que la política debe ser la expresión de la volonté générale del pueblo». Sanchismo puro. Al describir como «delgada» a la ideología populista Mudde quiere decir que está poco desarrollada porque su núcleo ideológico y sus conceptos son limitados, a diferencia de lo que considera ideologías «gruesas» o «plenas» como el conservadurismo, el socialismo, el liberalismo o el comunismo. Así que para definir su mensaje los populistas tienen que recurrir necesariamente a otras ideologías a las que denomina como «ideologías huésped» razón por la que el populismo ha adoptado diferentes formas en múltiples lugares y épocas. Por eso hay populismos de izquierdas, pero también de derechas.
Creo que el principal factor definitorio de un populista es que su único objetivo relevante es mantenerse en el poder. Para hacer eso está dispuesto a perpetrar cualquier abuso. Eso lo hemos visto ya en muchas partes del mundo. Y en España tenemos el precedente de Jesús Gil, continuado ahora por Pedro Sánchez. La única ideología de Jesús Gil era… Jesús Gil. Y la única ideología de Pedro Sánchez es… Pedro Sánchez. Por eso pasó de estar a la derecha de Madina a echarse en brazos de los comunistas, los filoetarras y los golpistas catalanes. Porque lo único importante es Sánchez. El epítome del populismo.